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INSPIRACIÓN. Una joven observa una de las obras de 'Everstill', que asemeja el dibujo de la solería de la casa lorquiana de la Huerta de San Vicente.
Instalación Lorca
Cultura

Instalación Lorca

El arte contemporáneo internacional toma la Huerta de San Vicente a través del proyecto 'Everstill', del comisario Hans Ulrich Obrist

JUAN LUIS TAPIA

Viernes, 23 de noviembre 2007, 10:01

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EL comisario y director de exposiciones internacionales Hans Ulrich Obrist ha transformado la Huerta de San Vicente en una instalación de arte contemporáneo a través del 'Everstill' ('Siempretodavía'), una serie de intervenciones en casas vinculadas a autores como Nietszche, John Soane y Sils María. «En la casa lorquiana hemos querido relacionar el arte más de vanguardia con la creación literaria y la obra de García Lorca», comenta Hans Ulrich.

«La muestra tiene especial énfasis en lo plástico y emprendimos un proceso de acercamiento de los artistas participantes a la obra lorquiana», añade el comisario.

A Ulrich le atraen especialmente los espacios pequeños más que los grandes museos para lanzar sus propuestas estéticas. «En una casa como la Huerta de San Vicente se puede establecer un diálogo más íntimo entre las obras y el espectador, una visita más reposada del público», dice el creador del 'Everstill'. «Las intervenciones artísticas en la casa -añade- invitan a una visión reposada, como ese bosque verde creado por la artista Cristina Iglesias frente a la habitación de Federico, que es como una salida al campo abierto», una esperanza alegórica para García Lorca.

Nada más entrar a la casa se aprecian esas 'intervenciones' que convierten a la que fuera residencia de verano de la familia García Lorca en un espacio de instalaciones artísticas. En la sala del piano se extiende una gran alfombra azul, donde se encuentran una serie de títulos que guardan relación, según el artista, con la obra lorquiana. «Lo que se pretende es que el espectador se siente y lea alguno de los libros, como un espacio de reflexión», dice Ulrich. Junto al piano, un lienzo refleja el dibujo de la solería de la casa, pero con ausencias, como si hubiera querido plasmar los pasos de Lorca por la habitación. Son 'intervenciones' pequeñas, pero que crean un todo.

En el comedor y sobre la mesa se sitúa la postal que Tacita Dean ha enviado desde Cadaqués, la localidad escenario de la amistad de Lorca y Dalí, a la Huerta de San Vicente. En una vitrina aparece un Lorca modificado en un conjunto escultórico, como de ramas secas.

Banda sonora

El cantaor Enrique Morente se suma a este proyecto con una 'banda sonora' instalada en la cocina. «Morente plasma el sonido de la casa a través de la fuerza del silencio y los sonidos de las campanas tan presentes en la ciudad de Granada, y luego hay una respiración acelerada que acaba en una soleá, lo más jondo y el cante que Lorca consideraba más importante», explicó Laura García Lorca.

La cocina muestra una serie de botijos rediseñados por el artista Pedro Reyes, «quien solicitó los versos lorquianos en los que aparecía la palabra agua y que son los que aparecen en las piezas de cerámica», comentó Ulrich. En el hueco de la escalera se encuentra la pieza de la coreana Koo Jeong-A, que reproduce un traje del poeta, «con las medidas tomadas de uno de Federico que teníamos en la Fundación», apunta Laura García Lorca. Al subir las escaleras de acceso a la planta alta, el visitante encuentra una fotografía de Anri Sala, «que representa cómo un ser tan vital como García Lorca y tan alegre tuvo esa muerte tan trágica y tremenda», indica Laura García Lorca.

El dormitorio lorquiano, donde trabajara el escritor, es el espacio 'estrella' con el autorretrato de Gilbert & George en la cama del poeta.

Sobre el escritorio se ha colocado una máquina de escribir, pero con un teclado donde sólo encontrarán signos de puntuación, «en recuerdo a la obra juvenil 'Diálogo de cartujos'», comenta la directora de la Fundación lorquiana. Además, bajo la cama se representa por unos insectos robotizados fragmentos de 'El maleficio de las mariposas' y 'Bodas de sangre'.

A estas piezas se suman en el exterior las fuentes con poemas lorquianos creadas por John Giorno y las intervenciones en cristales y rejas de Philippe Parreno. Esta exposición es lo que se denomina un 'workingprogress', un trabajo que evolucionará a lo largo del tiempo.

«Ésta es la primera parte de la exposición a la que le seguirá otra con nuevos proyectos y culminará con la edición de un libro», señala el comisario. Ulrich explica que lo que ha pretendido atrapar en la Huerta de San Vicente es «la idea del duende lorquiano, la mirada del duende, esa sensación de frescura, el estallido de inspiración de cada una de las 'performances'», concluyó.

jltapia@ideal.es

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