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Los voltios del silencio
VÉRTIGO

Los voltios del silencio

FERNANDO ARÉVALO

Lunes, 22 de octubre 2007, 04:22

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EL ya «estoy hasta los cojones» bramado por El Corte Inglés. Dicho, razonado y silabeado en la orejilla del poder-poder. Casi mil puestos de trabajo pendientes de una fecha, la de la puesta en marcha de los almacenes del aterrizaje interminable. Y tomó nota quien tenía y podía hacerlo, justo el que mece la cuna de la última decisión, la que haga falta, aunque se invente a revientacardera y sobre la marcha el artilugio que tape y silencie la amenaza poco menos que de peligro letal de la subestación de marras. Que no y que no.

Háganme caso, que el macho de varas que cortó la mecha de la dinamita del conflicto ni tan siquiera aparece en la foto de la fumata blanca y en la que comparten sonrisa única la alcaldesa Carmen, su lugarteniente M. López y los partebacalao provinciano y regional de la magnánima, comprensiva, solidaria y angelical Endesa (¿euros a cambio de pesetas, aquí no pasa nada y pelillos a la mar? ¿Cuál es el precio del funeral de la subestación de los voltios del silencio?) Y aunque el acuerdo ya venía amasado de lejos, los últimos flecos se cerraron en el almuerzo secretísimo del pasado viernes y en el que estuvieron, miren por donde, todos los que aparecen en la foto, menos el juguetón, invisible y misterioso Alfred Hitchock que bendijo y realizó el reparto de las viandas.

Sí, han acertado, era él, el virrey Zarrías. En vivo, en directo y en la yema plena y decisiva del 'fuera la subestación'. Sus relaciones con los mandamases de El Corte y Endesa son imprescindibles, políticas, de valores sobreentendidos. ¿Ay el almuerzo¿ Con un virrey de yantar controlado y austeridad espartana. Casi sólo se le ve el bigotillo. Más ojeroso, más chupado, más volátil y desengrasado. Más de media docena de kilos se ha dejado en su ahora misión de trotamundos total. Entre la India, Sarajevo y el pastoreo cuasi semanal de su diócesis jaenera.

¿Que llevo varias semanas sin decir ni pío sobre los siempre llamativos, inquietos e inquietantes movimientos orquestales de nuestra poli municipal? Verán, casi me había propuesto dejar tranquila a la edil ojos de cristal, atrapada en su torbellino de trabajo duro, incomprendido y vertiginoso (le recuerdo que sus más escabrosos, obsesivos y peligrosos enemigos los tiene tan próximos que casi le arañan el aliento). Pero que si quieres arroz Catalina.

Su reiterada propuesta de relevo de Martínez Carrillo, el todavía jefe de la poli (dicen que no tiene pelos en la lengua a la hora de afirmar: «mientras mi concejala no puede ni verme, mi alcaldesa me aprecia y me mantiene»), se dilata en el tiempo y sólo se apunta -ojo- la vaga promesa de un relevo de zarpazo silente e inesperado. Eso sí, a resultas de lo que puede estar tramando, M. Carrillo no permanece quieto, resignado e impasible. Está -que se dice- operativo, en alerta roja y con los motores encendidos.

Sin ir más lejos y aprovechando las ausencias protocolarias festeras de su concejala, en el cascarón impresentable, vergonzante y tercermundista de Vaciacostales ha celebrado varias singularísimos cónclaves con los representantes de los sindicatos, a los que el concejal de Personal y la mismísima alcaldesa no deberían, por lo que pueda venir, perderle la pista.

Una vez cubiertos los servicios extras de la vigilancia de los coles y del cuasi brillante fiestorro sanluqueño, pues eso, que como el otro que dice los fastos del zambombeo y el polvorón están poco menos que al caer. Y eso, que lo de las horas extras y la pasta disponible (máxime si la existente no da el ancho) pueden hacer aflorar de nuevo a la superficie el conflicto de un acuerdo que sólo entiende y sabe del color del dinero y del excelente resultado que dan esos curiosos conciertos de pitorradas desafinadas que hielan y repatean la sonrisa perenne de la alcaldesa.

Y va de misivas y convocatorias navajeras, cainitas y clandestinas. Por las cañerías malolientes y enmierdadas del eterno e inenarrable ajuste de cuentas pepero. En la hoja parroquial se exige la renovación del PP provincial y la preceptiva y recurrente dimisión del presidente Fernández de Moya al que, faltaría plus, ponen a caer de un burro. Detectives, analistas y observadores sanclementinos aseguran tener más que localizada a la cabecilla-ideóloga-e-impulsora de la intentona golpista (ni dan el nombre de la jefa ni los de su supuesto séquito), a la que restan importancia y dicen tener controlada.

Y termino con disparo graneado y ráfaga de avisos. Lo ha dicho José Luis Cano, el frailón: «Sin mi voto no se aprueba nada en Urbanismo». Y añade: «La redacción del Plan General la dirige IU» El mansurrón inquietante, subjefe de la coalición gubernamental del hotelito de los líos, tira con bala.

El obispo y el deán de la catedral se fumaron la colilla de la paz, una vez aclarado el lío de las reliquias franquistas en el hábitat del templo catedralicio y sobre todo el contenido difuso, zigzagueante y confuso de la nota emitida por el sacerdote Antonio Garrido, responsable de la Delegación de Medios del Obispado. Al deán Frank, directo, inteligente y concluyente, le han bastado un par de encuentros con el obispo y el envío de una carta en la que le adjuntaba el contenido de su homilía, en la que la política ni entraba ni circulaba por las arterias de su contenido. Las influencias ectoplasmáticas de las grajillas catedralicias, monseñor.

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