Edición

Borrar
FIESTAS. Lisa, amiga de cenas, y su marido Ron Dennis. EFE
Choque cultural entre España e Inglaterra
AUTOMOVILISMO F1

Choque cultural entre España e Inglaterra

La convivencia de Fernando Alonso y McLaren se deterioró por los detalles de relación social, y no por las cuestiones laborales

JOSÉ CARLOS CARABIAS

Martes, 9 de octubre 2007, 12:47

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El día que Fernando Alonso prefirió quedarse con Raquel en casa y declinó la invitación a la fiesta de cumpleaños de Ron Dennis algo comenzó a torcerse en McLaren. Por esa rendija de aspecto intrascendente quedó inaugurado el choque de culturas, de educación para la convivencia, que finalmente ha desembocado en un cisma entre el español doble campeón del mundo y la escudería legendaria de las fechas de plata.

No hace ni un año que Fernando Alonso disfrutaba de su nuevo juguete como un niño con el coche teledirigido en el día de Reyes. «Espectacular», decía en privado cuando se refería a McLaren, a su sede de Woking, a la gigantesca maquinaria del equipo para crear un coche de la nada, a su estilo laboral en plan resorte. Alonso realizaba una sugerencia sobre posibles mejoras del monoplaza y al día siguiente ya tenía la respuesta. Aquí está tal y cual material, para esto y para lo otro.

Desde el perfil profesional, la escudería británica le deslumbró desde el primer momento. Desde el pasado 15 de diciembre, cuando todavía bajo contrato con Renault, Ron Dennis tuvo que aflojar la cartera para que el asturiano probase el MP4/22 en Jerez vestido completamente de blanco, sin publicidad. Al día siguiente, los ingenieros de Woking disponían de un informe de veinte folios redactado por Alonso sobre las ventajas y desventajas del comportamiento del bólido respecto a los neumáticos. Y veinticuatro horas después, De la Rosa ya probaba soluciones en el simulador de Woking. Una cadena perfecta. Trabajo profesional de primer nivel, imposible en un equipo con menos medios como Renault, donde los plazos de respuesta siempre se alargan.

Ir a las celebraciones

Pero el estilo McLaren no sólo impone ese espíritu laborioso, cien por cien especializado y eficaz. También hay que ir a las celebraciones. Hay que ir, por ejemplo, a la cena de Hugo Boss en Mónaco. Uno de los patrocinadores principales de la escudería ofreció aquel viernes un sarao en ese ambiente tan monegasco -fiestas por doquier, costa azul, champán, Alberto de Mónaco de anfitrión-. Y ya se sabe lo que requiere la etiqueta: vestuario último grito, conversaciones banales pero divertidas en las que se critica, glamour y lujo con los yates al fondo. Alonso no pertenece a ese teatrillo. Aquel día cumplió una parte de su contrato con McLaren. Acudió a la cena con el cronómetro. ¿Cuánto tiempo estipula el pacto? ¿Veinte minutos? Pues ese periodo estuvo Alonso en la sala. Y luego se refugió en su mundo cercano, el que mejor conoce: una pizza o una ensalada en el hotel.

Todos los actos, todas las cenas, todos los compromisos a los que tienen derecho los patrocinadores ('días de alquiler' del piloto, por así decir) están registrados en el contrato que Alonso firmó con Ron Dennis en noviembre de 2005. El español ha cumplido con su parte del trato -no hay quejas del lado de McLaren-, pero no ha ingresado en el mundo británico de las cenas de Lisa -la mujer de Ron-, los cócteles, las reuniones en grupo para hablar, las veladas a pie descalzo en cualquier mansión inglesa, chascarrillos al calor de unas pintas en el pub. Alonso y McLaren viven lo que se podría denominar como un desencuentro cultural. El carácter latino, apegado a tradiciones españolas, frente a las respetables costumbres británicas.

El sector británico mayoritario en McLaren y el mundo Alonso coinciden en un punto: la desconfianza surgió por la falta de entendimiento. El raro era siempre el otro. Así que el piloto de Oviedo comenzó a pensar que le estaban tomando el pelo después de hacer una carrera memorable en Mónaco (victoria, vuelta rápida y 'pole') y en el equipo no reaccionaron con el látigo contra Lewis Hamilton, que pidió una investigación a la FIA por una supuesta maniobra de McLaren a favor de Alonso en los repostajes. Por el contrario, Ron Dennis le sugirió al español cuando bajaba del podio: «Sé cariñoso con Lewis, que le he mandado parar».

'El Solitario'

A partir de ahí se instaló la desconfianza mutua que ha desembocado ahora en la 'confianza cero' y en una previsible salida del equipo. Montreal, Indianápolis, las carreras por Europa y Hungría, el detonante de la guerra pública. Alonso pasó a ser desde ese momento 'El Solitario'. Así le conocen en McLaren-Mercedes.

El idilio se convirtió en suspicacia y éste en recelo constante. Alonso piensa que han pasado demasiadas cosas raras en su coche y que Hamilton, al que considera un gran piloto, tiene demasiada suerte de cara. Se fía de su equipo de trabajo (ingenieros, mecánicos, etc) y, sobre todo, de Fabrizio Borra, el fisioterapeuta italiano que aparece de continuo en el muro con la pizarra de las indicaciones. Y poco más.

Lo dijo el sábado: «Más vale callar que mentir como Ron Dennis». La sucesión de reuniones en McLaren para mejorar la convivencia siempre ha acabado igual. Alonso sospecha que la escudería favorece a Hamilton y los ingleses creen que el español sufre de paranoia. Es la guerra psicológica entre dos bandos sin ganas de reconciliarse que no esconde el que parece ser auténtico nudo gordiano del problema: un choque de culturas entre la tapa en el bar y la pinta en el pub.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios