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CULTURA

Del hombre a la leyenda

La Catedral de Burgos acoge una exposición que recrea la figura y la época del Cid a través de 282 piezas para conmemorar el VIII Centenario del 'Cantar'

MARÍA AURORA VILORIA

Sábado, 6 de octubre 2007, 03:57

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El 'Cantar de mío Cid' es un libro que cuenta a su manera la vida y las hazañas de un personaje que vivió en un tiempo convulso,y tuvo un papel protagonista en los principales acontecimientos registrados en él. Un hombre que consiguió pasar de la historia a la leyenda incluso antes de morir, que fue querido y admirado por algunos, rechazado por otros y temido por muchos más. Alguien que representó como nadie el espíritu de una Castilla que crecía y se transformaba.

Para conmemorar el octavo centenario del manuscrito -un texto al que siguieron muchos otros, porque Rodrigo Díaz de Vivar es uno de los grandes protagonistas de la literatura y las artes de todos los tiempos-, se ha organizado una exposición acerca su vida y su época en la Catedral de Burgos. Titulada 'El Cid. Del hombre a la leyenda', ocupará hasta noviembre dos salas y el claustro bajo del templo. Patrocinada por la Junta de Castilla y León y la Sociedad Estatal para las Conmemoraciones Culturales dependiente del Ministerio de Cultura, tiene como comisario a Juan Carlos Elorza.

La muestra ha reunido 282 piezas, entre pinturas, pergaminos, manuscritos, esculturas y objetos de gran valor simbólico y documental, que proceden de archivos, ayuntamientos, bibliotecas, catedrales, conventos, monasterios, fundaciones, universidades, diputaciones, parroquias, museos y academias, como la de la Historia. Dividida en cinco ámbitos, comienza con una introducción, 'Ego Ruderico', en la que, a través de infografías y audiovisuales se sitúa al visitante ante la figura del Cid. Hay también en este espacio objetos y documentos directamente vinculados con el personaje histórico.

La vida cotidiana

El primer capítulo describe la vida cotidiana en la España de los siglos XI al XIII, desde la que conoció el Cid a la del 'Cantar.' Así, a través de cerámicas, vidrios, armas, monedas, textiles, documentos, estelas y relieves, se recrea el contexto sociológico en el que coexistieron los diferentes reinos hispánicos. Se muestra de esta forma el ambiente de una sociedad compleja, donde convivían las tres culturas, cristiana islámica y judía, y que estaba jerárquicamente organizada con nobles, condes, reyes y vasallos. En ella, la iglesia, representada por los obispos en las catedrales y los abades en los monasterios, tenía un gran peso.

Era una sociedad donde había vida y muerte, comercio, trabajo, sufrimiento y diversión, arte y cultura, como demuestran los distintos apartados de este espacio: 'El ajuar doméstico', 'Los trabajos y los oficios', 'Tiempos de intercambio', 'Las creencias y sus prácticas', 'El poder y su imagen', 'Las armas y la guerra'.

Objetos de la época

Las hazañas de los héroes nacionales de la Europa medieval fueron cantadas en poemas épicos que los juglares difundían por castillos y aldeas. En España hay una rica tradición que incluye el romancero, el 'Cantar' y las crónicas históricas, como se demuestra a través de manuscritos originales en el tercer espacio, un recorrido que protagonizan desde el Campeador a Roldán -cantar de Roncesvalles-, pasando por los condes de Castilla y otros personajes de la Reconquista que aparecen en los romances.

La imagen del Cid y de muchos de los personajes relacionados con él dio origen desde la Edad Media a numerosos textos, primero manuscritos y luego impresos, que en ocasiones estaban iluminados e ilustrados, como demuestra el cuarto capítulo. En él se incluyen también representaciones de las escenas que protagonizaron.

Estas representaciones históricas fueron uno de los temas recurrentes en la pintura del siglo XIX desde Goya, quien incluyó en su serie 'Tauromaquia' un grabado del Cid lanceando un toro. También están reproducidos en los cuadros episodios como la jura de Santa Gadea, el Campeador armado caballero o la afrenta a sus hijas en Corpes. Estos cuadros, junto con los de los artistas burgaleses Marceliano Santa María y José Vela Zanetti, aparecen en el capítulo que cierra la exposición, que concluye con otro grabado, esta vez de Dalí.

Todo ello ilustrado con obras de gran calidad e interés histórico, como la carta de arras del Cid, la espada Tizona, el 'Cristo de las Batallas' del siglo XI, libros manuscritos, recipientes medievales -cerámicos, de hierro, cobre o bronce-, monedas, textiles, joyas, arquetas, cajas, biblias, pergaminos, objetos de culto, documentos, relieves, armas, lápidas funerarias, crónicas, cantares, poesías anteriores al XV, grabados, escudos, esculturas y numerosas pinturas.

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