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Jeremy Corbyn sigue el recuento desde Islington, en Londres.
May recorta distancias pero se aleja de la mayoría absoluta

May recorta distancias pero se aleja de la mayoría absoluta

El Partido Laborista, liderado por Jeremy Corbyn, mantiene el pulso a los conservadores en la recta final del escrutinio

Íñigo gurruchaga / AGENCIAS

Jueves, 8 de junio 2017, 02:48

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El Partido Conservador de la primera ministra de Reino Unido, Theresa May, se sitúa al frente de las elecciones parlamentarias con el 41,9% de los votos, una vez escrutadas 563 de las 650 circunscripciones del país. Según los resultados recogidos por la cadena de televisión británica BBC, el Partido Laborista se haría con el 40,5% de las papeletas. Los laboristas habían marchado en cabeza en el recuento hasta este momento. Por detrás se sitúan los Liberal Demócratas, con el 7% de los respaldos; el Partido Nacional Escocés (SNP), con el 3,2%; el UKIP, con el 1,9%; y Los Verdes, con el 1,5%.

De esta forma, los conservadores se harían con 275 escaños, once menos de los que tenían, mientras que los laboristas obtendrían 242; 27 más que antes de las elecciones. La mayoría parlamentaria está fijada en 326 escaños. Por su parte, el SNP lograría 33 escaños, 20 menos de los que tenía; y los Liberal Demócratas conseguirían diez escaños, cuatro más que en las pasadas elecciones.

Según el sondeo a pie de urna coordinado por BBC, ITV y Sky News, el Partido Conservador se haría con la victoria en los comicios, si bien habría perdido la mayoría absoluta, ya que se quedaría con 314 de los 650 escaños que componen el Parlamento. De confirmarse con el escrutinio final, la apuesta de la primera ministra por el adelanto electoral habría resultado fallida porque su objetivo era ampliar la hegemonía de 17 asientos que ostentaba en Westminster.

La propia May ha resaltado este viernes que el país "necesita un periodo de estabilidad", agregando que siempre ha actuado teniendo en cuenta los intereses de la nación. "Sean cuales sean los resultados, los conservadores garantizarán esa estabilidad para que podamos estar unidos como país", ha dicho. Así, ha indicado que si su partido se impone en las elecciones "dependerá de los conservadores tener esa estabilidad, y eso es lo que se hará", según ha informado la cadena de televisión británica BBC. May ha realizado estas declaraciones tras conseguir mantener su escaño por Maidenhead, reiterando que una de sus prioridades será trabajar para lograr una correcta aplicación del 'Brexit'.

Poco antes, el líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, había reclamado a May que anuncie su dimisión, apuntando a su "pérdida de apoyos" en las elecciones parlamentarias. "La primera ministra convocó las elecciones porque quería un mandato. El mandato que ha logrado es que los conservadores han perdido escaños, votos, apoyo y confianza", dijo. "Creo que eso es suficiente para que se vaya", remachó.

Los británicos eligen entre una promesa de regresar a una socialdemocracia clásica, anterior a Tony Blair, que contempla nacionalizaciones, aumento de impuestos a los más ricos y a las empresas y aumento del gasto social, y el conservadurismo compasivo y difuso de May, que rectifica, como ya hizo en su último Presupuesto, cuando las clases medias son afectadas y se enojan. Los estrategas tories querían regresar a la necesidad de liderazgo ante el brexit cuando un terrorista suicida perpetró una matanza en un concierto para niños y jóvenes en Mánchester.

La campaña se suspendió y en su reinicio derivó hacia las políticas de seguridad. No se había apagado aún ese debate público cuando llegó el nuevo atentado terrorista en Londres.

Si los reproches a Corbyn sobre sus simpatías por el IRA no habían hecho mella hasta entonces el ascenso laborista, en los últimos días una campaña convocada por el brexit se ha agriado con críticas laboristas a May sobre sus recortes en las fuerzas de seguridad y con la líder conservadora prometiendo diversas medidas, con bajo nivel de concreción, para endurecer la política antiterrorista.

«¿Estás bromeando? Otra vez, no, por Dios. De verdad, no puedo aguantar esto. Hay demasiada política en este momento. ¿Por qué tiene que hacerlo?». La respuesta de Brenda, una jubilada de Bristol, a un corresponsal de la BBC tras la convocatoria de elecciones por Theresa May el 19 de abril resumió un sentimiento extendido entre los británicos. Sin embargo, la participación ha aumentado desde 2001.

Los últimos comicios generales de 2015 se celebraron seis meses y medio después del referéndum sobre la independencia de Escocia, que generó gran interés en todo el país. Las ganó David Cameron, con el 66% de participación, y dieron a los conservadores la primera mayoría parlamentaria desde 1992.

Menos de un año después, se celebró el referéndum europeo. La participación fue del 72,2%, una cifra baja si se compara con la que se dio en elecciones desde 1945, pero la suma de dos consultas constitucionales y de dos comicios nacionales desde 2014 son un balance que niega el lema de lanzamiento de la campaña de Theresa May, «fuerte y estable». El Partido Conservador británico no ha ofrecido continuidad en los últimos años.

La fuerza de May era una promesa y una ambición, porque explicó que la razón de la convocatoria anticipada se debía a la debilidad de su mayoría parlamentaria de 17 escaños para negociar el brexit. Tema que el resultado final fuese paralizado en las dos cámaras, la de los Comunes, que se eligen hoy, y la de los Lores designados.

May se desdijo de su insistente rechazo a convocar a los votantes en nombre de la estabilidad para preparar la negociación con la UE porque los sondeos auguraban una victoria aplastante a los conservadores. Solo en 1983, el Partido Laborista había tenido un líder tan izquierdista como Jeremy Corbyn. Y en aquellos comicios Margaret Thatcher arrasó a Michael Foot.

Corbyn fue elegido en el verano de 2015 por la caridad política de unos cuantos parlamentarios laboristas que le prestaron su voto aunque no compartieran sus ideas para llegar al umbral necesario para presentarse y por un cambio en el sistema de elección, que dio por primera vez el voto a miembros y simpatizantes del partido. Era un rival idóneo para los conservadores.

Con una muy larga trayectoria en el Parlamento dedicado al apoyo de causas minoritarias y rebelde desde su escaño contra sucesivas direcciones del partido, Corbyn presenta a sus 68 años una personalidad poco fiable para hacerse cargo ahora de la administración de un Estado en un momento de enorme trascendencia económica y política.

Su rápida adopción del brexit como inevitable tras su victoria (52% contra 48%) en el referéndum evitaba además a May una repetición de la fractura europea. El nuevo laborismo de Corbyn aboga un brexit con mantenimiento del acceso al mercado común. De esa manera posterga la confrontación al momento del acuerdo, en el otoño de 2018, e impide una alianza pro Unión Europea con otros partidos.

Las elecciones obligan a presentar programas electorales y el reto de Theresa May y de su pequeño grupo de colaboradores era ofrecer su visión del futuro Reino Unido, una vez purgado el legado y las personalidades del tiempo cameroniano. La inclusión de una reforma de la financiación de la asistencia social de larga duración a enfermos seniles causó destrozos en la reputación de la primera ministra. La idea de que el valor de la vivienda de la persona enferma forme parte de los activos utilizados para pagar la asistencia ahora solo se cuentan rentas, ahorros e inversiones provocó un amplio rechazo y la inmediata rectificación de May, que anuló el compromiso. Pero los sondeos ya registraban un recorte de su ventaja en la intención de voto.

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