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Mohamed al-Badie.
El error, el crimen... y la costumbre

El error, el crimen... y la costumbre

enrique vázquez

Domingo, 1 de marzo 2015, 10:52

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Un tribunal penal egipcio confirmó ayer la condena de prisión perpetua del líder de los Hermanos Musulmanes, Mohamed al-Badie, y de otros catorce dirigentes de la proscrita Sociedad, incluyendo al exlíder de la misma, Mohamed Mehdi Akef (2004-20010) y a Jairat al-Shater, al antiguo número dos de la misma e inicial candidato islamista a la presidencial de 2011.

Cuatro condenados de menor peso político han visto confirmadas sus penas de muerte, previamente avaladas, como manda la ley, por el gran mufti de al-Azhar, Mohamed al-Tayyeb. La condena puede ser aún recurrida en última instancia y podría ser alterada, pero no es ese el vaticinio de los medios político-judiciales esta mañana en El Cairo: son sentencias políticas y necesidades perentorias de la agenda política del Gobierno militar en el poder, generalmente atendidas por un poder judicial de ordinario complaciente.

Se trata, hasta que llegue la sentencia, esperada en pocas semanas más, del juicio al presidente islamista derrocado por el golpe de julio de 2013, Mohamed Mursi, del más audaz golpe dado a los Hermanos Musulmanes, que ganaron las presidenciales y las legislativas tras la caída de Hosni Mubarak y su régimen a través del Partido de la Libertad y la Justicia, creado para la ocasión.

Los precedentes

Poca gente cree que Badie y sus correligionarios morirán en prisión. Las necesidades políticas antes mencionadas aconsejarán en su día una generosa amnistía y saldrán de prisión cuando su liberación sea útil. Eso no exonera al comentarista de decir que su condena es un crimen jurídico, un error político y una burda reiteración de una práctica que la historia egipcia acredita como inútil.

La Hermandad musulmana fue fundada por Hassan al-Banna (quien moriría asesinado en 1949 por un competidor político inspirado e instruido por el gobierno de entonces) pero el régimen nasserista, el que, curiosamente había ordenado años más tarde la transparente encuesta que identificó y castigo a los asesinos de al-Banna) encontró a la Hermandad poco colaboradora, también la persiguió a fondo y tras el atentado a Nasser de octubre de 1954 abrió un macro-juicio que acabó con varias ejecuciones de hermanos relevantes cercanos a su ala para-militar.

Perseguida a fondo y semi-aniquilada por la represión, siempre nasserista, de 1965-66 (con muchas condenas y varias ejecuciones relevantes, incluyendo la de Sayyid Qutb, tenido desde entonces por un mártir) la Hermandad no tuvo más remedio que buscar acomodos diversos primero con Sadat, que la trató amablemente desde su acceso al poder en 1970 porque buscó atenuar su grave soledad política. Nunca oficialmente re-legalizada, vivió una curiosa existencia bajo el largísimo régimen de Mubarak (32 años) participando a medias en los procesos electorales y alternando críticas con auto-inhibición pero fortaleciéndose sin parar. La dirigieron sucesivas personalidades relevantes, el Guía -murshid, en árabe- Hassan al-Hudaiby, quién la dirigió entre 1951 y 1973 con la ayuda de Omar Tilmisani, figura clave en esos años hasta llegar a Mohamed al-Badie, veterinario de profesión, elegido en 2010 y ayer condenado a prisión perpetua.

La Hermandad resucitará

No es arriesgado predecir que la Hermandad, ilegalizada y declarada "terrorista" en diciembre de 2013, como ayer, en la misma tacada, le ha correspondido a Hamas (sigla en árabe de Movimiento de la Resistencia Islámica), el retoño palestino de aquélla, aunque muy autónoma y que gobierna la franja palestina de Gaza tras ganar las últimas elecciones.

El lector verá con lo dicho que los Hermanos Musulmanes parecen blindados en política: ninguna organización ha sido tan perseguida, ilegalizada, dada por casi muerta, antes de volver, resucitar, ganar y volver al principio. El pronóstico de que los Hermanos Musulmanes seguirán en la brecha no parece arriesgado con estos precedentes: llevan 87 años en el escenario y han sobrevivido a cuatro regímenes políticos.

Así, en términos propiamente políticos se trata de calibrar si el régimen militar creado por el mariscal el-Sisi (pues tal es según la Constitución en la medida en que ha sacralizada un papel único y un status de inviolabilidad para los uniformados y su mundo) ha cometido un grave error o no. O si, tal vez, se ha dotado de una herramienta a utilizar (vía indultos y/ o amnistías en su momento proceso oportuno).

Solo eso, la posibilidad, remota tal vez, de que sea una medida de corte maquiavélico recomendando al príncipe que se dote de la capacidad del perdón discrecional, evita describir lo sucedido con la conocida sentencia con que Fouché calificó la decisión de un tribunal militar napoleónico de ejecutar al duque de Enghien en 1804: "peor que un crimen; un error"

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