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El presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner.
John Boehner, el capitán republicano al frente de la Cámara de Representantes

John Boehner, el capitán republicano al frente de la Cámara de Representantes

A sus 64 años, y con una dilatada carrera política a su espalda, revalida su cargo de presidente, que ostenta desde 2011

efe

Miércoles, 5 de noviembre 2014, 10:18

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Si alguien se ha tomado con cierta calma las elecciones legislativas estadounidenses es el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, ya que casi todas las encuestas auguraban el afianzamiento del control de los republicanos en la Cámara Baja. A sus 64 años, y con una dilatada carrera política a su espalda, Boehner revalida su cargo de presidente de la Cámara de Representantes, que ostenta desde 2011.

En las elecciones se renovaron los 435 escaños de la cámara que preside y un tercio de los del Senado, pero para el congresista republicano por Ohio, la única incógnita era ver en qué medida se ampliaría la mayoría republicana, de los 234 escaños que ostentaba, algo que aún está por ver a la espera de los resultados definitivos.

Paradójicamente, los quebraderos de cabeza le llegarán a Boehner por la derecha, ya que entre la nueva hornada de representantes republicanos parece inevitable que se cuelen algunos fervientes miembros del Tea Party. Este movimiento ultraconservador, que ha revitalizado a la derecha estadounidense y que sitúa al presidente Barack Obama como el gran enemigo, ha criticado en numerosas ocasiones al presidente de la Cámara de Representantes por considerarlo miembro del 'establishment' y de la burocracia autocomplaciente de los pasillos del Capitolio.

Lo cierto es que a Boehner le gusta el Congreso, donde lleva desde 1991 como legislador; mientras que a los miembros del Tea Party, no. Estas tensiones internas en el seno de los conservadores ya se cobró una importante baja en junio pasado durante las primarias republicanas, con la derrota inesperada del líder de la mayoría en la Cámara, Eric Cantor.

Cantor, el segundo republicano de más alto rango en la Cámara detrás de Boehner y con fuertes vínculos con Wall Street, fue vencido por Dave Brat, un apenas conocido profesor de economía de Virginia y aguerrido defensor de la ineficacia del gobierno federal, en lo que fue considerado como un terremoto político.

Falta de sintonía con Obama

El actual presidente ha sufrido en sus propias carnes la irreverencia del Tea Party que forzó crisis políticas de gran calado como el cierre parcial de la Administración federal en octubre de 2013 durante dos semanas ante la incapacidad para alcanzar un compromiso con los demócratas del Senado, y arrastrado por la beligerante retórica anti-gasto público estos jóvenes legisladores.

Son estas trifulcas internas y la continua oposición frontal en un Congreso dividido entre el control republicano en la Cámara Baja y el demócrata en la Alta, lo que ha llevado a las reiteradas críticas acerca de la disfuncionalidad del legislativo.

De hecho, la popularidad del Congreso entre los ciudadanos se encuentra en mínimos históricos, y los republicanos, quienes han sido considerados mayoritariamente responsables, esperan que su victoria en el Senado les permita sacar adelante medidas para retomar la confianza de los estadounidenses. Según encuestas a pie de urna divulgadas por varios medios, ocho de cada diez votantes se mostraron este martes insatisfechos con la labor del Congreso, y la mayoría desaprobó la gestión de Obama.

Por último, y por si fuera poco, es bien sabida la falta de sintonía personal entre Boehner y Obama, por lo que muchas de las negociaciones 'in extremis' entre ambos han concluido con frías acusaciones mutuas de falta de coraje político. Pese a ello, el hábil político de Ohio que se muestra orgulloso de haber comenzado trabajando como camarero en un bar de pueblo, ha sabido mantenerse a flote.

Si en los últimos años Boehner ha hecho del no su gran argumento político, la victoria en las legislativas abre la puerta a un nuevo panorama político en el deberá canalizar la energía republicana hasta ahora contenida por los demócratas al frente del Senado y la Casa Blanca.

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