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Catorce ciudadanos de origen europeo juran ante Idi Amin fidelidad a Uganda durante una ceremonia en 1975, en la que adquirieron la nacionalidad de este país.
El museo de los horrores de Idi Amin

El museo de los horrores de Idi Amin

Uno de los candidatos a las elecciones presidenciales de Uganda desea repatriar los restos del exdictador, fallecido en Arabia Saudí, y rendir homenaje a su memoria

Miguel Salvatierra

Domingo, 14 de febrero 2016, 07:13

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El nombre del sangriento exdictador ugandés Idi Amin Dada hace tiempo que permanecía en el olvido desde su expulsión del poder y posterior exilio, primero en Libia y luego en Arabia Saudí, donde falleció a los 78 años, el 16 de agosto de 2003. Sin embargo, las elecciones presidenciales en Uganda del 18 de febrero lo han vuelto a poner de actualidad. A uno de los principales candidatos, el ex primer ministro Amama Mbabazi, se le ha ocurrido como gesto de conciliación repatriar los restos de Amin Dada y dedicar un museo a su memoria.

Por estrambótica que pueda parecer, la idea no es nueva. Además de que el exdictador sigue contando con numerosos partidarios en su país, otro candidato en dos anteriores elecciones, Awed Bwanika, la defendió también en su campaña. No le sirvió de mucho, ya que en ambas ocasiones no superó el 1% de los votos. Bwanika pasaba de cuestiones éticas o morales y veía un objetivo más práctico. Amin es bueno para el turismo. Repatriemos los restos para que los turistas que han oído hablar de él vengan a ver dónde nació y creció, declaró el emprendedor aspirante presidencial a France Presse.

Hace unos años, en 2006, la figura de Amin se recordó gracias a la película El último rey de Escocia, dirigida por Kevin Macdonald e interpretada por un estupendo Forest Whitaker en el papel de Amin con el que ganó un Óscar. Sin embargo, hay otra película en el que se puede ver al auténtico exdictador de forma real. Se trata del film documental General Idi Amin Dada: Autoportrait, dirigido en 1974 por el francés Barbet Schroeder y en el que intervino como cámara el español Néstor Almendros. La película contó con la colaboración del propio Amin, a quien se le puede ver encantado de ser filmado. Las escenas no tienen desperdicio y el dictador se muestra en toda su dimensión bufonesca, haciendo bromas, bailando y cantando. También aparece dirigiendo a sus tropas en una ficticia batalla contra el Ejército israelí y recuperando los Altos del Golán sirios o recomendando en un Congreso de los médicos ugandeses que ante todo no fueran a la consulta borrachos. Dos años después, a consecuencia del secuestro y desvío a Kampala de un avión de pasajeros de Air France por un grupo de palestinos, un comando israelí destruyó en el aeropuerto de Entebbe la totalidad de la fuerza aérea ugandesa. Descontento con algunas partes de la versión del documental exhibida en el exterior, Amin encerró en un hotel a unos 200 franceses que vivían en Uganda para obligar a Schroeder a cortar partes que no le gustaban. El director francés no tuvo más remedio que acceder. Solo tras la caída del dictador se pudo ver la versión íntegra.

El aspecto hilarante y bufonesco de Amín encubría un sanguinario dictador. Formado en el Ejército colonial británico en el que alcanzó el grado de teniente, se especializó en aquellos años por interrogar a los rebeldes del Mau Mau presos haciéndoles poner los genitales sobre una tabla con un gran machete clavado en ella. De gran fortaleza y presencia física, llegó a ser campeón de boxeo.

Presidente de Uganda tras un golpe de estado, organizaciones de derechos humanos le atribuyen cerca de 500.000 muertos a lo largo de sus ocho años en el poder, por motivos tribales, políticos o económicos. Uno de los episodios más terribles fue la expulsión de la población asiática, en lo que llamó la guerra económica. Gran parte del comercio y muchas empresas estaba en manos de indios que llevaban generaciones en el país africano. Cerca de 60.000 personas debieron renunciar a sus pertenencias y abandonar el país. Amin distribuyó las propiedades entre los suyos y empujó a la población contra los que trataban de salir del país con lo puesto, provocando robos, asesinatos y violaciones.

Admirador de Adolf Hitler, soñaba con una Uganda similar a la Alemania nazi de la preguerra y llegó a asegurar que el Holocausto le inspiró su guerra contra la población asiática. No se sabe bien si en broma o en serio, dijo también en una ocasión que una de las cosas que más extrañaba cuando estaba fuera del país era la carne humana, ya que era más blanda y salada.

A saber con qué elementos contaría ese hipotético museo de Idi Amin, además de sus restos mortales, pero sería difícil evitar la colección de horrores y desatinos que jalonaron la vida de uno de los dictadores más nefasto y cruel del pasado siglo.

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