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Investigan abusos sexuales a niños británicos forzados a emigrar a Australia

"Es imposible resistir a la conclusión de que algunas de las cosas que se hicieron eran de una depravación inaceptable", ha dicho uno de los responsables de las pesquisas

COLPISA/ aFP

Lunes, 27 de febrero 2017, 17:18

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Los abusos sexuales sufridos por muchos niños de orfanatos británicos enviados forzosamente a Australia, Sudáfrica y otros países de la Commonwealth, son objeto de una investigación pública que se abrió este lunes en Londres.

En el marco de un programa que se extendió entre los años 1920 y 1970, unos 150.000 niños de 3 a 14 años, huérfanos, de madre soltera o de hogares que no podían sostenerlos, fueron enviados a Australia, Canadá, Sudáfrica, Zimbabue (entonces Rodhesia) con la promesa de "una vida mejor". En muchos casos, sin el consentimiento de sus padres.

La idea era aliviar los orfanatos del Reino Unido y poblar de blancos aquellos países de la esfera británica, pero para muchos se transformó en un infierno por los trabajos forzados, la violencia y los abusos sexuales.

La recién inaugurada Comisión independiente de investigación sobre abusos sexuales abrió este lunes las audiencias para investigar los abusos que sufrieron en particular aquellos muchachos, concentrándose en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial y en el papel que jugaron en su calvario 13 instituciones, desde autoridades locales al ejército.

Aswini Weereratne, de la Fundación de Niños Emigrantes, como se conoce a aquellos muchachos, dijo que "es imposible resistir a la conclusión de que algunas de las cosas que se hicieron eran de una depravación inaceptable. Términos como 'abusos sexuales' son demasiado suaves para describirlo"."No fue una emigración voluntaria, fue una deportación forzosa", añadió, hablando de "torturas, violaciones y esclavitud", en muchos casos.

Uno de aquellos niños, David Hill, recordó el problema "endémico" de los abusos sexuales en una institución australiana, la Granja Escuela Fairbridge, en Molong, un pueblo a 300 km de Sídney, adonde llegó en 1959. Su madre pudo reunirse más tarde con él y sus hermanos, y Hill prosperó en Australia, llegando a presidir la corporación de medios públicos australianos. "Nunca lograremos deshacer el gran daño propinado a aquellos niños, pero lo que es importante para los supervivientes de abusos sexuales es (...) identificar a los villanos", dijo Hill.

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