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«Las dos imágenes más conocidas son Cristo y el Che, y el Che más que Cristo»

«Las dos imágenes más conocidas son Cristo y el Che, y el Che más que Cristo»

Juan Martín Guevara, hermano del mítico guerrillero, dice que su figura sigue «vigente»

HÉCTOR BARBOTTA

Sábado, 5 de septiembre 2015, 00:30

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Durante los años de la dictadura en Argentina (1976-1983), la escasa correspondencia que los presos políticos podían mantener con sus familias estaba llena de circunloquios con los que se intentaba burlar la férrea censura militar, que vetaba cualquier referencia a la actualidad política. Así, 'la empresa' era la forma de referirse a la organización a la que pertenecían, y 'el hermano de Martín', al Che Guevara. No se trataba de un eufemismo. Martín era uno de los miles de presos políticos que poblaban los calabozos, donde permaneció durante ocho años y en los que su condición de hermano menor del mito revolucionario le supuso en alguna ocasión una dosis extra de ensañamiento. «A veces era mejor, a veces peor». En una ocasión, un compañero al que iba esposado en un traslado le pidió que mintiera sobre su apellido porque al escuchar 'Guevara' los vigilantes se ensañaban en la paliza, y su acompañante también recibía ración doble: «Decí que te llamás González», le rogó.

Al salir, en 1983, encauzó su actividad gracias a sus contactos con Cuba hacia la importación de libros desde la isla hacia Argentina, negocio que mantuvo durante más de una década. «En aquel momento la gente no estaba dispuesta a organizarse, pero sí a leer. Muchos habían quemado sus libros sobre el marxismo por miedo a la represión y querían reconstruir sus bibliotecas. Esto me dio una militancia, aunque me valió también presiones y amenazas», recuerda.

Hoy, con 72 años, Juan Martín Guevara, el menor de los cuatro hermanos de Ernesto (de quien lo separaban 15 años), continúa reivindicando la figura del mayor de la saga, aunque raramente concede entrevistas. Atiende a este periódico en una modesta oficina en el centro de Buenos Aires, desde donde dirige una pequeña empresa turística con estrechos vínculos con Cuba.

- Casi 50 años después de su muerte su hermano se ha convertido en el icono que lo mismo vale para una camiseta que para un póster.

- En el año 1967, dos días después de enterarnos por los diarios de su muerte, mi hermano Roberto fue a Bolivia a reconocer el cuerpo. Llega a Vallegrande y los militares le dicen que no hay cuerpo. ¿Cómo que no hay cuerpo? Que ha sido cremado, que no hay cuerpo. Se va a La Paz (capital de Bolivia), se reúne con Ovando (miembro de la junta militar que gobernaba el país) y le dice lo mismo. La decisión en aquel momento fue matarlo, hacer desaparecer el cuerpo y que todo terminara ahí, que no hubiese legado. Pero no lo consiguieron. Pretenden convertir a mi hermano en un asesino, fusilador, pero eso fracasa. Entonces comienza otra estrategia, la de trivializarlo, manipularlo, cristianizarlo, en distintas versiones, la mayoría de ellas manipuladas por los organismos de inteligencia que consideran que el pensamiento guevarista es el enemigo.

¿Y la comercialización que se hace de la imagen del Che?

Eso tiene que ver con el mundo mercantil. Todo lo que se pueda vender, se vende. Ya hay un producto hecho. Esto se vende bien, entonces adelante. Lo que demuestra es que hay una presencia en la sociedad de una referencia que va más allá de lo mercantil. Eso es lo importante.

¿Sigue siendo una imagen reconocida?

Las dos imágenes más conocidas en el mundo son Cristo y el Che. Y yo creo que hoy más el Che que Cristo, porque aparece en lugares que uno se pregunta qué hace acá. Muchas veces son trivializaciones, pero lo que hay que preguntarse es por qué trivializan con el Che y no con cualquier otro. Ha habido y sigue habiendo una campaña para minimizar su figura, pero no creo que después de 50 años vayan a tener éxito. Gran parte de su pensamiento sigue vigente y si somos capaces de colocarlo de nuevo en contexto, no podrán nunca trivializarlo.

¿Qué opina de la situación de Cuba?

Tenemos una deuda con Cuba, y es impedir que la revolución vaya para atrás. Toda América Latina está yendo para atrás. En Venezuela están esperando para dar el golpe, acumulando fuerzas. Hay una guerra civil encubierta. La situación en Europa es muy complicada después de lo de Grecia. No se sabe qué hacer con la inmigración y también ha quedado claro que no se puede volver al estado de bienestar. El capitalismo es voraz. No existe un capitalismo buitre y otro inclusivo. Es todo una sola cosa. Por eso, para mí, el guevarismo sigue presente.

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