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Portada de Ideal del 24 de febrero de 1981
23-F en Granada: «Alcalde, esto nos ha salido mal»

23-F en Granada: «Alcalde, esto nos ha salido mal»

El 23 de febrero de 1981 estuvo a punto de llover en Granada. No lo hizo pero el frustado golpe de Estado si regó de miedo el alma de los granadinos. Este es el relato minucioso de lo que aconteció durante unas horas históricas en las 'cocinas' de la capital granadina

antonio mora

Martes, 23 de febrero 2016, 11:11

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PUDO ser una tragedia, pero se convirtió en una ópera bufa», editorializó el New York Times. «Alcalde, esto nos ha salido mal», dicen que le dijo el gobernador militar Párrizas a Antonio Jara. Menos mal. «A los golpistas les debo la peor noche de mi vida. Sólo el recuerdo de aquello me pone enferma», dice ahora, veinticinco años después, María Izquierdo. El 23 de febrero de 1981 representa uno de los grandes hitos de la historia de la Transición a la Democracia en España. Algunos sesudos -también ingenuos-, periodistas y políticos, para entonces ya habían aventurado que el proceso de tránsito había finalizado. Un cuarto de siglo contempla hoy la fecha del desdichadamente afamado 23-F.

Era lunes. En gran parte de España llovió. Granada aparentó poder hacerlo en cualquier momento. No lo hizo, pero en cambio, a media tarde, los transistores hicieron caer chuzos de punta dejando helado el corazón de su gente. Su población ascendía a los doscientos cincuenta mil habitantes, y casi el doble en el resto de la provincia. Este día de la semana estaba dedicado en el sector de la Prensa al denominado descanso dominical, por lo que no aparecían en los quioscos los dos diarios que se editaban en Granada, éste, IDEAL, que se podía comprar por 25 pesetas, y Patria.

En cambio se podía leer la popular Hoja del Lunes, preñada de deportes. Nada en sus páginas hacía presagiar lo que acontecería a media tarde, ni siquiera la noticia que daba cuenta de la presencia el día anterior del líder de Fuerza Nueva, Blas Piñar, en Granada. Celebró «un acto de afirmación nacional» en el Palacio del Cine. Si no lo cuenta en sus memorias no llegaremos a saber el grado de conocimiento que tenía de la situación que se avecinaba.

La Granada de aquél invierno de comienzos de la década de los ochenta, bien diferente a la actual, presentaba no obstante rasgos que, periodísticamente, podrían ser ahora auténtica actualidad: cartas al director de este periódico se hacían eco de los problemas de tráfico y aparcamientos, «las calles de Granada, un basurero», se podan árboles y realizan obras en el Paseo del Salón; «Interesante participación de Almuñécar en Fitur»; se anuncia huelga de empleados de la basura, «Sevillana informa: por obras de mejora en los servicios quedarán interrumpidos los mismos...»; «Será notablemente mejorada la carretera del Suspiro del Moro»; «Se recuperan para Granada las fiestas del carnaval..» Si veinticinco años deben dar para mucho, a tenor de lo leído y para solucionar algunos problemas, faltan otros tantos, al menos.

La Universidad está en proceso electoral al Rectorado, al que concurren Gallego Morell, que ganará, López Calera y José Luis Valverde. El alcalde Jara pide que «no se contribuya al ceremonial de la confusión» en relación a los rumores sobre su dimisión. María Izquierdo y el presidente de la Diputación, Sánchez Faba, están de rifirrafe a cuenta de las denuncias de malos tratos a los niños del Hogar Infantil de Armilla.

Para ese mismo lunes día 23, se anunciaban cortes en el suministro de agua potable en Gran Vía y Elvira por obras de mejora en la red; estaba convocada una manifestación de protesta de becarios para la tarde, que a pesar de la situación del Congreso, se llevó a cabo; y actos que no pudieron celebrarse como estaba previsto: la inauguración en Baza del club de pensionistas por el gobernador civil, el pleno del ayuntamiento de Motril o la mesa redonda del Colegio San Jerónimo sobre el urbanismo en la capital

¿Dónde está el general?

Son las 17.40 horas, las seis menos veinte de la tarde. Media España trabaja, otra media ha trabajado y escucha la radio. Los representantes de ambas, diputados al Congreso, están en plena segunda votación de investidura de Leopoldo Calvo Sotelo como presidente del Gobierno. A las dos medias Españas, un señor con bigote y pistola en mano les vuelve a helar el corazón. «Quieto todo el mundo. Todo el mundo al suelo». Así nos quedamos, quietos y mudos; pero eso sólo fue en un primer instante. Luego, España reaccionó.

La zarandearon, como al recordado Gutiérrez Mellado, pero no la tumbaron. También Granada supo reaccionar, tanto al menos como la delegación que tenía de avanzadilla en el lugar de autos. Son nuestros diputados al Congreso. Aquí, en la ciudad, hay tres puntos de encuentro fundamentales durante la tarde-noche, el Palacio del Carmen desde el que Jara gobierna con su tripartito (PSOE, PCE y PSA), la Diputación que con mano firme y generosa discurre por la provincia con Sánchez Faba y que ha sabido hacer amigos en el PSOE de Juan Hurtado y en los tres recordados comunistas, Pepe Guardia, y los Antonios, Ruiz Valdivia y García Larios. A los tres el presidente ofrece su casa, por considerarla más segura para la ocasión. La rechazan, saben que su gente les espera en Pinos Puente, Iznalloz y Montefrío. Y el palacete de la Gran Vía, a donde rápidamente acude el 'todo Granada', a la espera de noticias, y sobre todo de acontecimientos.

Una inquietud añadida viene por la ausencia del capitán general de la entonces IX Capitanía General, aquí radicada. El teniente general Delgado está en Almería, y todos se preguntan qué hace allí. Le faltan días para su pase a la reserva. Es Manuel Párrizas quien asume el mando, el general titular del Gobierno militar, que tuvo la virtud de desconcertar con sus ambiguas actitudes. La Policía Local que manda Luis Viciana, formada en el patio consistorial, escucha a Jara con preocupación.

Les habla con firmeza, lo primero es la Constitución y la defensa de la Casa. Sus concejales, casi todos, están a su lado. Salvo uno, que no acude y sus razones ante el resto aparecen obvias. Es el abogado laboralista Miguel Medina Fernández-Aceytuno. Dirigentes socialistas y comunistas, de la UGT y de CC OO, mueven documentos y archivos de unos lugares a otros. Las sedes de los partidos principales son un hervidero de gente ansiosa por conocer más datos sobre la situación. Aunque los principales dirigentes políticos han dado órdenes a sus militantes de evitar confrontaciones con los grupos que ya dan por hecho el triunfo del golpe y salen con sus camisas viejas a la calle, los militantes socialistas y comunistas, sobre todo en los pueblos, no están dispuestos a quedarse de brazos cruzados.

Tomar las armas

Son muchos los municipios donde se reúnen ante las casas consistoriales e instan a los alcaldes a tomar armas y precauciones. Otros son más radicales y toman el camino del monte. Iznalloz, Alhama de Granada, Fuente Vaqueros, Pinos Puente, Chauchina viven una tensa noche a la espera de que fracase la intentona o entrar en combate contra los golpistas.

«Normalidad tensa y preocupada en Granada», titula IDEAL el día 24. La tónica general durante la tarde noche anterior fue de tensa espera, las calles tranquilas, más solitarias que de costumbre. En los hogares, las familias cenan con los televisores encendidos aguardando la comparecencia del jefe del Estado. Se retrasa. Hay interpretaciones varias; unos dicen que la intentona está a punto de fracasar totalmente; otros opinan que hasta que el Rey no aparezca en la tele, el riesgo sigue siendo grande. Cuando lo hace, Granada se deshiela, y se acuesta. Menos quienes deben estar de guardia. El Gobierno civil aplicó la orden de alerta dada por el Ministerio y reúne a la Junta Provincial de Orden Público. Los concejales permanecen en el salón de plenos; entre ellos, Mariló García Cotarelo, esposa del diputado socialista þngel Díaz Sol, que ha dejado a sus hijos con una familia amiga.

La sede de UCD cierra pronto, y sus principales dirigentes, Andrés Villalta y Sánchez Faba, permanecen en el Gobierno civil junto a su titular, Sieira Míguez. Allí coinciden con el teniente coronel Pedro Cortés, jefe provincial de la Guardia Civil, y el de la Policía Nacional. Sánchez Faba recuerda hoy cómo era el ambiente, «se asemejaba al de un funeral. Esperábamos en un silencio tenso, apenas interrumpido por breves observaciones en voz baja, hasta que se produjo, por fin, la esperada aparición en televisión de Su Majestad el Rey». La del PSOE permanece en vigilia toda la noche, con Torres Vela al frente, rodeado de los compañeros de ejecutiva que dirige.

El camión de Ernesto Molina

Superada la sesión parlamentaria que eligió a Calvo Sotelo, los parlamentarios regresan a casa. Lo hacen el día 26, jueves, a las cinco de la tarde. Llegan al aeropuerto de Chauchina, donde se desborda el entusiasmo y el cariño -¡qué menos!- de los centenares de granadinos que han acudido a recibir a sus representantes tras las diez y ocho dramáticas horas vividas en el Congreso.

«Acudieron con ramos de flores, vítores y aplausos. Entonces a los políticos se nos apreciaba», recuerda María Izquierdo. A pie de escalerilla del aparato de Iberia los reciben los alcaldes de Chauchina, Santa Fe, Fuente Vaqueros, Pinos Puente y Granada. También estaba el alcalde de Huétor Vega, Antonio Ernesto Molina, ya famoso no sólo por su actividad política sino por su camión.

Había transportado la enorme escultura de Federico García Lorca, del artista Cayetano Aníbal, hasta donde aún se encuentra en el paseo de Fuente Vaqueros. El mismo camión que esa tarde sirvió de tribuna de oradores desde la que los diputados se dirigieron a los congregados en el aeropuerto: Arturo Moya habló de la satisfacción que le producía ver allí unidas a todas las fuerzas políticas; a María Izquierdo casi le aparecen las lágrimas en los ojos y advirtió de la equivocación que sería restar importancia a estos sucesos; y Jaime Ballesteros, también emocionado, destacó la unidad contra el golpismo y el símbolo de la bandera nacional -bicolor, especificó el comunista y republicano-, como expresión de esa unidad.

En unos setenta mil granadinos cifró los asistentes a la manifestación este periódico. «Los granadinos estuvieron en la calle para defender la libertad y la democracia» en la tarde del día 27.

Con este acto gozoso, cerrado con la interpretación de los himnos de Andalucía y España por la Banda municipal bajo la batuta del maestro Faus y de un comunicado institucional leído por el alcalde Jara, Granada respiraba de nuevo en democracia dispuesta a no olvidar para no repetir jamás hechos como éste que podían haber terminado con la convivencia pacífica y democrática.

Actos similares protagonizaron los granadinos de la provincia en muchos municipios: Motril, donde el alcalde Enrique Cobo dio vivas a «la Monarquía popular», Huétor Vega, Monachil, Armilla, Alhama de Granada, Baza, Guadix, Loja, ¯rgiva, Pinos Puente, Santa Fe, Atarfe, Fuente Vaqueros, Chauchina, Maracena, Albuñol y Puebla de don Fadrique. La provincia, como España entera, recupera el resuello contenido y acuña el 23-F como una de sus peores pesadillas.

Antonio MORA artículo publicado en IDEAL el 23 de febrero de 2006

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