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El atraco de Motril

El atraco de Motril

Artículo de la serie 'Crónica Negra de Granada' de César Girón publicado en Ideal el 19 de junio de 1999

césar girón

Miércoles, 21 de octubre 2015, 15:36

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Manuel Vasco Vargas, conocido como el Bizco Barroso, no podía imaginar lo cerca que tenía la muerte, aquel caluroso día del verano de 1935, cuando estaba emboscado en el puente 'Panata esperando el paso del aceitero Rafael Alcántara para atracarlo. Iba a ser su última fechoría; su última acción delictiva que habría de costarle muy cara, pues en apenas poco más de tres meses sería llevado por ella al garrote, concluyendo así su desairada vida, siempre a vueltas con la justicia. Por contra, Manuel Guerrero Aneas, conocido como el Tocino, su habitual compañero de fatigas y junto a él, el otro responsable del que fue conocido como el famoso atraco de Motril o el crimen del aceitero, tendría mejor suerte . In extremis, el día antes de su ejecución, le sería conmutada la pena capital por la de cadena perpetua.

El Bizco Barroso era un sujeto muy conocido en la comarca de Motril por andar constantemente a vueltas con la justicia; siempre cosas de poca monta, pero que le granjearon una bien merecida fama. De estatura mediana, pelo oscuro, tez morena y un acusado estrabismo del ojo derecho que le hizo acreedor del apodo, tenía una especial afición por las armas, decíase que por haber participado en el desembarco de Alhucemas, durante la guerra de Marruecos.

El Tocino también tenía antecedentes. A temporadas, cuando no estaba en prisión, era compañero inseparable del Bizco Barroso, junto al que visitaba de ordinario las haciendas de la vega de Motril robando todo aquello que mereciera la pena, con los que ir tirando hasta el día en que diesen el golpe definitivo que les permitiese llevar una vida de señoricos.

El atraco

Al parecer desde días antes al atraco, el Bizco Barroso venía observando los movimientos del aceitero de Güéjar Faragüit, Rafael Alcántara, de 50 años de edad, que tras vender diariamente su aceite en Motril, regresaba por la tarde hasta su casa con el producto de todo el día, siempre haciendo el mismo camino. El Bizco se había percatado como de ordinario el aceitero se hacía de cincuenta o cien duros con la venta, guardando la elevada suma en una faltriquera que escondía en el chaleco. Confabulado con Manuel Guerrero, decidieron perpetrar el asalto en la tarde del día 16 de julio de 1935, para lo cual eligieron un sitio poco transitado en el camino de Motril a los Güéjares, que consideraron como el más idóneo. El lugar elegido fue el puente de Panata, sobre el río Guadalfeo, aún dentro del término municipal de Motril.

Alrededor de las seis y media de la tarde vieron aparecer a Rafael Alcántara acompañado de un amigo. A la llegada al puente, saltaron al camino y a cara descubierta, dieron el alto al carruaje exigiendo a los dos hombres que les entregasen todo el dinero y las cosas de valor que llevaran encima. El acompañante del aceitero les entregó las cincuenta pesetas que portaba y, cuando Alcántara intentó desabrocharse el chaleco para entregarles también el dinero que guardaba, el bizco Barroso le disparó con la escopeta en el corazón. Inmediatamente, cuando vieron que el aceitero había caído herido mortalmente y sin tomar el botín de la víctima, emprendieron la huida hacia la vega,-por la que deambularon. Tras su marcha, la otra víctima del atraco, regresó hasta Motril y denunció el hecho a las autoridades, que ordenaron inmediatamente la salida de la guardia de asalto.

Las pesquisas para detener a los autores del robo y asesinato se extendieron toda la noche, durante la cual las fuerzas de seguridad no descansaron en sus trabajos de investigación, realizando continuas batidas por los alrededores de Motril y las localidades cercanas, hasta que en la madrugada del día 17 los atracadores fueron localizados mientras descansaban ocultos en un haza. A pesar del despliegue los malhechores lograron romper el cerco al que estaban sometidos y emprendieron la vuelta a Motril, siendo vistos durante el trayecto por dos labriegos que alertaron a las fuerzas.

Al poco de su llegada, alrededor de las once de la mañana, fueron localizados y detenidos, por la guardia de asalto que allí mismo les incautó lo que a ambos restaba de las 50 pesetas que habían robado al acompañante del aceitero, seis pesetas al Bizco y tres con 65 céntimos al Tocino, con las que exigieron abonar lo consumido, pues, «ellos no eran de esos que se marchaban de los sitios sin pagar», declaró el Bizco.

El Juicio y la condena

Lo cierto es que en apenas dos días transcurridos desde su comisión, debido a la ausencia de noticias durante el estío, el atraco de Motril había saltado a las páginas de muchos diarios de fuera de nuestras fronteras provinciales, alarmando en exceso a la población de las zonas de veraneo próximas. Por esta razón, el Gobernador Civil de Granada, por entonces López Monis, en una comparecencia celebrada el día siguiente de ser capturados, daba cuenta de los detalles del suceso y felicitaba a las fueras de seguridad por la rápida aprehensión, intentando calmar con ello a la opinión pública.

Pero si rápida fue la operación policial, no fueron menos ágiles las diligencias judiciales, de tal manera, que el Tribunal de Urgencia de Granada a principio del mes de octubre de 1935, pronunciaba la sentencia en la que condenaba a la pena de muerte a Manuel Vasco Vargas, alias el bizco barroso, y a Manuel Guerrero Aneas, alias el Tocino, por el delito de robo con homicidio. El día 19 de octubre, el Tribunal Supremo confirmaba la condena impuesta al bizco y conmutaba la pena capital a Manuel Guerrero por la de cadena perpetua . A pesar de las súplicas de distintas personalidades y entidades granadinas, que se aprestaron a interceder ante las más altas instancias del estado por la vida de Manuel Vasco Vargas, éste fue ejecutado a las siete de la mañana del mismo día 22 de octubre.

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