El feliz cumpleaños de Rosa López
La granadina encendió a sus fans en el teatro Medina Elvira de Atarfe, donde repasó su carrera musical ante un auditorio completo y rendido ante su sensualidad y su voz
ÁNGELES PEÑALVER mapenalver@ideal.es
Sábado, 15 de enero 2011, 04:03
Rosa López cantó y se contoneó como nunca, vestida de lentejuelas, la canción 'Cuando digas que me amas' -la primera que sonó aceptablemente bien ... en el concierto-, y ahí tuvo a un fan enardecido que le chilló: «¡Te amooooooo!». Que la granadina celebraba ayer su treinta cumpleaños... pues recibió toda suerte de peluches, flores y hasta un queso (absolutamente cierto) de algunos de sus fans, que llenaron el centro Medina Elvira de Atarfe. Solo quedaban doce entradas en taquilla cuando se abrieron las puertas para el espectáculo que conmemora el décimo aniversario en los escenarios de la ganadora de OT.
Y precisamente así comenzó la noche, con imágenes en una gran pantalla de aquella joven llorona, cercana, gordita y con un vozarrón que conquistó, hace la friolera de una década, a la audiencia española. Fue la elegida frente a Bisbal y Bustamante. Y aún hoy, con decenas de discos de platino y oro en su currículum, y mucho más refinada, pero no por ello menos auténtica, consigue eso de que la gente le chille «torera, torera». Así se oyó a cada instante.
Muchas señoras mayores en las gradas arroparon en la vuelta a su tierra a la cumpleañera y le cantaron lo propio de ese día. Entre ellas su madre, Francisca, que la miraba «orgullosa y feliz» desde la última fila. Frente a todas, la artista demostró que ha alcanzado madurez escénica, bailó con contundencia y sensualidad, hizo acrobacias encima de los interminables tacones y tuvo mucho 'swing' en temas como 'Ausencia' (casi a capella) o 'A solas con mi corazón'.
Un 'show' de menos a más
En otros, como 'Caradura' o 'Dos que se aman' se desató Rosa de España. Ahí enloqueció a los presentes, que gritaron «¡eso sí que es un pedazo de artista¡»; además cosechó palmas y más palmas solicitadas por su saxofonista, el más animado de una banda que completaban un bajista, un teclista y un batería. Sin embargo, al inicio, en 'Las calles de Granada', 'Esencia de tu voz' o 'Más', la formación y las versiones vocales de la cantante no encajaron, pero el 'show', afortunadamente, fue de menos a más. Al final, en canciones como 'De haber sabido' o 'Sabes que no', la intérprete consiguió una puesta en escena ardiente.
No hay nada -por lo visto- que amilane a sus entregadísimos seguidores. Ellos deben encontrar entrañable que ella, por mucho que ya se atreva con vestidos de vértigo, no parara de tirarse de la falda hacia abajo, como con un recato pueril, aunque a renglón seguido metiese mareantes movimientos de cadera.
También le perdonaron que se tocara continuamente el pinganillo de la oreja. Y es normal esa condescendencia. Porque Rosa solo tuvo besos y agradecimientos para el respetable, maneras y voz de gran intérprete, más segura en los graves que en los agudos, y frases cercanas y bonitas en boca de una diva -si ella quisiera serlo- como «me dan miedo los treinta», «mi madre está en la última fila», «se ve que este queso está muy muy bueno» o «han sido unos días especiales».
Fuera de anécdotas, la que escribe, modestamente, aún piensa que lo mejor de Rosa debe estar por llegar, cuando se baje de los tacones y se ponga una botas se soul o, incluso, de rock. Cuando se desprenda del factor mediático y se encuentre con sus propias composiciones y letras, entonces, aparecerá la auténtica mujer con duende que lleva dentro. Lo mejor es que ella amenaza con hacerlo. Mientras tanto, el aperitivo de diez años junto a la joven de Armilla han sabido a gloria.
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