Rosa, en familia

Su actuación de ayer en Granada fue como si la hubiera hecho en el salón de su casa, aunque ampliado el aforo a las 1.200 personas que acogió el Palacio de Congresos. A 37 y 26 euros los tickets, la cosa parece ser que no estaba para estirarse. Con estos tres cuartos de entrada Rosa se sintió como en casa. No lleva un gran montaje escénico ni de luminotecnia, pero le viene pequeño el escenario. La cantante apareció con un espectacular vestido plateado, que hacía juego con la fantástica luna llena granadina. Lejos quedan los años en los que iba con el organillo y tres luces por los pueblos alpujarreños de feria en feria como el conocido 'hombre del turrón'. Rosa ha cambiado mucho, lo que es una obviedad, pero ahora ha cogido tablas y se come el escenario. Una puesta en escena que recuerda a las grandes vocalistas americanas.

«Rosa, oé, oé, oé...» y «disco de oro, disco de oro», así como «guapa, guapa», fueron las frases más coreadas para recibirla. Y un ramo de, cómo no, rosas rojas, «que me ha regalado mi sobrino, y no hay mejor manera de empezar un concierto». Saludó a todos sus familiares, a su madre, hermanos, primos y amigos, que no se quisieron perder a la que ayer, más que nunca, era la Rosa de 'Graná', porque así llaman los castizos a su tierra. «Teníamos mucha ilusión de estar en el Palacio de Congresos, en Graná», volvió a repetir la cantante.

Rosa comenzó con un tema como 'Pequeño gran rey', para seguir con 'Si tu no estás' y 'Suena una canción'. Este último tema lo dedicó a sus seres queridos y «a los andaluces, que hoy celebramos nuestro día». «Llevo nueve años en este mundo de locos, así que dedico esta canción a los que luchan por el mundo de la música», dijo Rosa.

La intérprete se ha revestido en las baladas, boleros y alguna canción con tintes sonoros de ranchera de un estilo muy a lo de las grandes voces femeninas americanas, pero donde más luce su voz sigue siendo en esas piezas que poseen sonidos negros.

Sobrenatural

Quien tuvo, retuvo, y la garganta de Rosa, cuando se eleva y tiene ese esfuerzo sobrenatural, crea esa emoción jonda, aquella que García Lorca llamaba duende, esa que pone sabor a sangre en el paladar, porque el espectador se encuentra ante algo que es inexplicable. Esos momentos más deslumbrantes de la voz de esta granadina se ofrecen en aquellos temas con sabor a blues y en los boleros, y en los más próximos a los sonidos dance.

Rosa también fue un chorro de vida y mostró optimismo, «a pesar de la crisis hay que disfrutar de esta vida», comentó para introducir la canción 'Hay que vivir'. La intérprete ofreció un casi maratoniano concierto que siguió con canciones como 'Superstition', 'Upside down', 'Chicken', 'No hay nada más en mi corazón', 'Move over', 'Fever', 'Dos que se aman' y 'De haber sabido'. A sus paisanos y familiares les regaló los bises con 'Recordarte hoy' y 'Ausencia'.

Fue un concierto que contó con un público cercano, donde se congregaron desde las fans del núcleo más duro a muchos granadinos que desde hace nueve años no se pierden detalle de la carrera artística de Rosa López. La cantante ha ganado en profesionalidad y ha depurado su estilo, aunque sigue gustando que de vez en cuando le salga la raza sobrehumana de su garganta.