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Y. HUERTAS
GRANADA
Viernes, 19 de enero 2018, 01:09
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Focos de calor, aire acondicionado, tubos de evacuación de vapor, filtros, ventiladores, una potente instalación eléctrica, una desviación clandestina para la toma de electricidad independiente del contador del resto de la vivienda y 12.925 gramos de cannabis. La Policía halló, el 7 de marzo de 2016, en el sótano de una casa de Granada, todas las pruebas del delito juntas y, aunque sus propietarios alegaron que habían alquilado esa parte de la vivienda porque eran mileuristas, la Audiencia ha confirmado su condena a tres años de cárcel y 57.258 euros de multa.
El caso fue enjuiciado por el Juzgado de lo Penal 2 de Granada, que impuso a la pareja esa condena, la cual ha sido ratificada por la Sección Segunda del tribunal granadino a finales de septiembre. En su sentencia, la Audiencia desestima de este modo los recursos de apelación que interpusieron los acusados contra el fallo condenatorio, emitido el pasado 4 de abril.
El juez consideró probado que durante el registro que practicaron los agentes de la Policía Judicial hallaron, aparte de todos los utensilios necesarios para su cultivo, los cerca de 13 kilos de droga «con una riqueza THC del 15,7%, en plantas ya secas en cajas o colgadas en cuerdas completando el proceso de secado». Además, determinó que los dos acusados tenían una relación sentimental y que sustancia intervenida «era propiedad de ambos acusados y tenía como destino su venta a terceras personas».
Los acusados pedían que las conclusiones del juzgado fueran corregidas por el tribunal que, lejos de aceptar sus alegaciones, ha respaldado todos y cada uno de los extremos de la sentencia apelada, que apreció «notoria importancia» en la cantidad de droga intervenida.
Así, concluye que «ningún error» puede detectar en la labor valorativa que hizo el juzgador. Recuerda en este punto que hubo hechos que no se discutieron en el juicio, como el hallazgo de la droga en el sótano de la vivienda -una parte en proceso de secado colgada en el techo y la otra ya seca y dispuesta en recipientes-, «con claras evidencias de que este lugar, el sótano, era donde había sido cultivada», pues «ninguna otra función -indica- podría haber cumplido todo el aparataje todavía instalado que allí se descubrió propio del cultivo en interior de plantas de marihuana».
La vivienda era la morada de ella y de sus hijos menores. Vivía de alquiler y tenía «plenas facultades para el uso del sótano», que había «confiado o cedido» a su pareja. «Carece de toda lógica que la titular de la vivienda consintiera que unas personas extrañas vinieran a ocupar el sótano de su casa en régimen de alquiler, donde ella vivía con sus hijos menores, y que -añade- ni siquiera las conociera en persona sólo porque confiaba ciegamente en su amigo». Aparte, cree el tribunal que por muy bueno que fuese el sistema de aislamiento es imposible que la mujer no escuchara el ruido de los aparatos y no se diese cuenta de que la luz estaba encendida constantemente. Y eso sin contar con el «fuerte olor característico que desprende esta especie vegetal a medida que va creciendo».
Uno de los agentes, de hecho, declaró que el olor se percibía al principio de la calle donde se ubica esta vivienda y, si eso es así, «no digamos -agrega- en la vivienda misma». De este modo, y pese a la «obstinada actitud» de la mujer de negar que conocía lo que albergaba su sótano, el tribunal confirma su castigo y rechaza que quedase en estado de 'shock' al descubrirlo. Lo que en realidad sintió, más que asombro o sorpresa, fue, a su juicio, «nerviosismo».
La Audiencia no descarta la «más que probable» intervención de otras personas en la actividad ilícita que se desarrollaba en esta casa, dada la magnitud de la instalación y de la plantación. Además, subraya que no es obstáculo para ser culpable el hecho de que la pareja de la mujer esté casado, tenga un hijo, un trabajo más o menos estable y sea mileurista, «pues es obvio que por el valor que alcanza esta droga en el mercado (...) merecía la pena correr el riesgo de ser descubiertos ante la expectativa de fácil ganancia con la que completar, los dos, sus limitados recursos».
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