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Pilonas de hormigón en la entrada de la calle San Juan de Letrán. RAMÓN L. PÉREZ
La retirada de bolardos sigue en estudio pasado un mes del incendio de Letrán

La retirada de bolardos sigue en estudio pasado un mes del incendio de Letrán

El Consistorio anunció que quitaría aquellos que impidieran la entrada a vehículos de emergencia, como ocurrió en el fuego del edificio

Javier Morales

Granada

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Domingo, 7 de enero 2018, 01:36

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Ha transcurrido ya más de un mes desde el incendio en la calle San Juan de Letrán. A la entrada del edificio, ubicado en el tramo del pasaje que conecta con la plaza del mismo nombre, solo dos cubetas con escombros tiznados de negro recuerdan el crepitar de las llamas aquel 25 de noviembre. Se expandieron desde la primera planta por los pasillos y los huecos de las escaleras y el ascensor, causando una víctima mortal, 32 heridos y daños materiales que en un primer momento invitaban a dudar de que el inmueble pudiera acoger de nuevo a los vecinos. Los bolardos que impedían aparcar a los vehículos privados por un lado y otro de la calle cerraron también el acceso a los bomberos, demorando varios minutos la llegada de los camiones hasta el edificio. El Ayuntamiento se comprometió a eliminarlos, pero, más de un mes después, no se ha 'arrancado' ninguna pilona.

Los bomberos retiraron las pilonas de hormigón que bloqueaban el tránsito del vehículo con escala para rescatar a los vecinos esa misma madrugada. También quitaron un árbol. Pero el plan para eliminar los bolardos que dificultarían la actuación de los servicios de emergencia en San Lázaro sigue, un mes después, en fase de estudio. Según explicó a IDEAL la concejala de Movilidad y Protección Ciudadana, Raquel Ruz, «está en proceso» y trabajan en el mismo técnicos de Protección Civil y Bomberos.

La idea es empezar eliminando las pilonas de San Lázaro -a 50 metros del edificio quemado hay unos hitos idénticos que también pondrían en aprietos a los coches de bomberos- y luego suprimir hileras de aparcamiento en el entorno de Plaza de Toros. Aquí el problema no son los bolardos, sino que hay calles estrechas en las que los coches aparcan a uno y otro lado, haciendo imposible la entrada de vehículos de emergencia. Los bomberos pueden cortar vallas, arrancar bolardos o retirar contenedores, pero no podrían 'levantar' una fila entera de coches.

Como explica Ruz, en Fígares -distrito Ronda- se suprimieron en verano algunas hileras de aparcamiento, «porque no cabían ambulancias grandes ni camiones de bomberos, y fue muy bien recibido por parte de los vecinos». San Lázaro y Plaza de Toros «son las zonas que más preocupan», pero la supresión de obstáculos, sin fecha concreta en el horizonte, se extenderá a más zonas de la capital.

Desescombro

Ayer, los obreros que trabajan para la aseguradora de la comunidad terminaban de retirar los escombros de las zonas comunes del edificio. Desde fuera -no se permite el acceso- el portal ofrece la imagen de cualquier entrada en obras: polvo, carretillas, espuertas... Pero no se aprecia el hollín que sí era fácilmente perceptible semanas atrás.

José García, conserje del edificio, testigo día tras día del trasiego en el bloque, explicaba ayer que el grueso del daño por las llamas se concentra en las zonas comunes, especialmente en la tercera planta, donde se originó el incendio. En las viviendas es el humo -siempre según su testimonio- el que más perjuicios ha provocado. Asegura que no hay viviendas calcinadas por completo, sólo algunas estancias.

El encargado de la obra, Antonio, explicaba que la limpieza y desescombro en las zonas comunes ya han culminado. Se han 'asegurado' pasillos y escaleras para evitar accidentes. Ahora toca esperar el proyecto del aparejador para proseguir con la reforma, cambiando cableado, tuberías, paredes, solería... «Solo el ascensor tardará unos dos meses en fabricarse (...) No creo que entren en por lo menos hasta verano», decía, sobre la fecha de la posible reentrada de los vecinos. El conserje y otros residentes señalan más lejos: como mínimo un año.

Solo son conjeturas. Estimaciones. Las primeras pesquisas apuntan a no hay daños estructurales graves que imposibiliten la vuelta de los vecinos. Pero aún no tienen noticias sobre las pruebas de laboratorio practicadas para determinar el estado en el que quedaron los materiales de la armazón.

Tampoco hay novedades acerca de la investigación que trata de esclarecer si el fuego fue provocado. A ello apuntaba un primer análisis, en el que se intuyó un comportamiento virulento de las llamas en su origen, quizás propiciado por alguna sustancia acelerante en las maderas que recubrían los pasillos.

Los cables viejos del bloque y estos recubrimientos de madera fueron una 'pista libre' para las llamas. Es pronto para hablar de los acabados, pero anticipa José que no habrá maderas.

Realojados

Por lo que respecta a los afectados, todos han encontrado ya acomodo provisional en pisos de amigos y familiares, segundas residencias o pisos de alquiler. Retiraron en cajas sus enseres de primera necesidad, acompañados de bomberos. Aprovecharon el 'reencuentro' para mostrar a los servicios de emergencia su agradecimiento por el rescate y la posterior atención. Una familia ha hecho llegar, incluso, un regalo navideño a los bomberos.

Los inquilinos solo volvieron a acceder con los peritos de las aseguradoras para una primera valoración de las viviendas. No obstante, los técnicos deberán entrar de nuevo para hacer inventario a fondo, según explica el hijo de una pareja de afectados. Estaba previsto también que estos días pasaran a recoger y tirar la comida de las cocinas.

Pero no hay más citas fijadas en el calendario. Una vez adecuadas definitivamente las zonas comunes y otorgado el visto bueno último al esqueleto de las viviendas llegará el momento de reformar cada uno de los pisos. Y los temidos trámites con las aseguradoras; y entre las aseguradoras.

Retirada la custodia policial de la entrada del edificio, se ha asegurado el portón y se ha instalado una alarma para evitar robos en las viviendas, algo que ha preocupado a los residentes desde un primer momento. Una cinta policial limita el paso hacia el acceso.

Ha transcurrido más de un mes desde aquel amanecer entre fuego y humo. Pese a los avances, el camino hasta el regreso al hogar se antoja tortuoso. En la memoria de los inquilinos pesa aún el recuerdo de su vecina fallecida en el incendio.

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