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Florencio López, en el centro, arropado por amigos y familiares.

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Florencio López, en el centro, arropado por amigos y familiares. Ramón L. Pérez

Por la puerta grande

La Mirilla ·

Florencio López, inspector jefe de la Policía nacional y responsable hasta ahora de la Comisaria Sur, celebra entre amigos su jubilación

ENCARNA XIMÉNEZ DE CISNEROS

Sábado, 17 de marzo 2018, 02:21

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Ha sido una semana intensa en la que he estado muy rodeada de uniformes -algo que me agrada porque hay grandes profesionales y buenos amigos-. Y el colofón, con un toquecillo de nostalgia, ha sido compartir el almuerzo homenaje que Florencio López, inspector jefe de la Policía Nacional y hasta ahora jefe de la comisaría Sur, recibía con motivo de su jubilación.

Muy arropado por su amplia familia, le saludé junto a su mujer, Inmaculada Martín, y junto a sus hijas, Cristina y Esmeralda. Y también estaban sus hermanos Amalia, Manuel, Ángel y Eliseo y sus cuñadas Matilde Triviño, Sixti Romero y Pilar Manzano.

Una familia de procedencia extremeña, aunque parte de ella, Florencio incluido, se hizo andaluza a través de los años, y con afición a la fiesta nacional, una de sus pasiones junto a su trabajo en el que siempre ha sabido estar a la altura.

Así que no es de extrañar que, salvo imponderables por compromisos, muchos compañeros se unieron a la fiesta, caso del comisario jefe provincial de Granada, Jorge Infantes; el coronel jefe de la Guardia Civil Francisco Manuel García -vaya racha de vernos- y también vino expresamente quien hoy, tras su paso por Granada, es jefe Superior de Policía en Extremadura, José Antonio Togores, con el que pude charlar un rato.

Muchas caras conocidas como decía y nombres vinculados a la propia historia de Florencio que decidió su carrera sin que hubiera antecedentes familiares, con el deseo de volcarse en el servicio público, algo que le une a Antonio López Rejón-¡qué alegría reencontrarnos!-, Enrique de Federico, Jesús Espigares, Joaquín Oliveros, Manuel Robles y Luis López Rejón.

Es de esas veces que me gustaría -aunque no puedo- nombrarles a todos, porque la reunión era de lujo y con representación de muy distintos sectores. Estaban los magistrados Manuel Píñar y Rosa Ginel; además del comisario jefe de Seguridad Ciudadana José Miguel Amaya o Yolanda Rodríguez, actualmente en Cooperación Internacional, y el responsable de la Policía Autonómica, Francisco Barrios.

Me reencontré con el jefe de la comisaría de Baza, Antonio Mirallas, y estaba Carlos Andrés Altea, de la de Motril; además del comisario jefe de la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras, José Vicente Leal, que compartían mesa con el presidente de la Asociación Nacional de Directores de Seguridad Siglo XXI, Eleuterio Gutiérrez, y el secretario general José Andrés Vidal y José Samos Blanco.

Al protagonista de la jornada, Florencio, se le notaba la emoción y me contaba, como ya podía imaginarme, que tiene ante sí muchos planes, y de los buenos, para ese tiempo del que ahora va a poder disponer libremente.

Se le veía a gusto rodeado de personas como el teniente fiscal Rogelio Muñoz, el fotógrafo Rafael Lentisco, un maestro de lo suyo; y también Francisco López, Antonio Martínez, José Fernández Prados o Ignacio Pérez.

Han sido muchos los años de servicio del homenajeado cuya hoja de servicio es de enmarcar y su sentido del humor y su cercanía, valores que le han ayudado a congregar a nombres -de algunos les he hablado en los últimos días- como Jaime Fernández, María del Carmen Toro, Esther Martín, José Rodríguez, Juan Carlos Santos, Juan Pérez, Antonio Hidalgo, Fabián Marín e Ignacio Sánchez.

Hubo muchas palabras de agradecimiento, de despedida en letra pequeña de quien se ha ido, en símil taurino por la puerta grande. Ambiente de gala entre los asistentes con Víctor Ureña, Nicolás Osuna, Fernando López Justicia, Rafael e Ignacio Pozo, José Manuel García, Miguel Nestares o José Manuel Rubio.

Lo dicho, imposible nombrarles a todos, pero como se puede comprobar la reunión era amplia y cercana al mismo tiempo. Lo disfrutaron, que era lo que se pretendía y se le dio el mejor abrazo. Allá donde su nueva vida le lleve, deja un gran recuerdo y mucho cariño, Por algo será.

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