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rafael vílchez
PITRES
Martes, 10 de octubre 2017, 08:34
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En la zona de la Alpujarra alta existen muchísimos castaños con más de 400 años de vida. Originario de Asia, el castaño fue introducido en Europa por los griegos. Después, los romanos siguieron cultivándolo a lo largo de todo su imperio. Los árabes también apreciaron mucho este fruto y la madera. Su uso culinario en la Alpujarra nunca ha dejado de jugar cada otoño un papel importante en la gastronomía. La preciada madera y su fruto forman parte de la cultura ancestral y gastronómica de la Alpujarra.
En Lanjarón, Cáñar, Soportújar, Barranco de Poqueira, Pórtugos, La Taha de Pitres, Busquistar, Trevélez, Bérchules, Mecina Bombarón, Nechite, Nevada…, se crían excelentes castaños. En un ramillete de pueblos de la Alpujarra se suelen celebrar la fiesta de la castaña a principios del mes de noviembre, principalmente, coincidiendo con la celebración del Día de Todos los Santos. Unas de las fiestas más importantes dedicadas al fruto castañero se celebran cada año en Capileira, Bubión y Mecina Bombarón.
En los meses de octubre y noviembre muchos vecinos de la Alpujarra y visitantes realizan rutas por las sierras y campos para contemplar el fruto castañero. Recolectar castañas es un plan perfecto en otoño. Este trabajo requiere paciencia, un buen calzado y unos buenos guantes para no pincharse cuando se extrae el fruto preso en el erizo. Para evitar que estallen las castañas cuando se cocinan hay que practicarle antes un pequeño corte.
La castaña la preparan en algunos restaurantes de la Alpujarra de muchas maneras. El prestigioso cocinero del célebre restaurante ‘El Asador’ de Capileira, José Luís, las hace muy bien, tal como las confeccionaban sus antepasados. También la cocina francesa inmortalizó la exitosa fórmula del ‘marrón glaçé’, dulce de castaña confitado en azúcar y glaseado con sirope. Aseguran los entendidos que hubo un tiempo en que la castaña compitió con la patata en la dieta europea.
Cuentan que a Federico García Lorca le encantaba mucho contemplar los castañares de Lanjarón. Mientras su familia tomaba las curativas aguas minero-medicinales del Balneario, Federico se adentraba en el campo para ver los castaños de cerca. También le encantaba al poeta charlar con los campesinos en una era morisca, a la entrada del pueblo. Al desaparecido pintor granadino José Ortuño le encantaba plasmar enormes castaños en sus lienzos, unas veces vestidos de hojas verdes y cobrizas y, otras, desnudos. Algunas obras donde aparecen castaños de Ortuño se pueden contemplar en el célebre hotel Nuevo Malagueño de Pórtugos, propiedad de la familia Mingorance.
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