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Reclamaron silencio y se llevaron una paliza.
Condenados por agredir a unos jóvenes que les pidieron que bajasen la voz porque era de noche

Condenados por agredir a unos jóvenes que les pidieron que bajasen la voz porque era de noche

Los acusados, tres menores de edad, tendrán que indemnizar a las víctimas, estudiar con aprovechamiento y ayudar a Cáritas

Carlos Morán

Martes, 13 de junio 2017, 00:52

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Eran las doce de la noche, una hora razonable para que el silencio fuera imponiéndose en el pueblo. Fue lo que debieron de pensar los dos jóvenes cuando se toparon con tres chicos menores de edad que estaban pegando voces en plena calle. De hecho, pidieron a los adolescentes que bajasen el tono. Esa decisión les costó acabar en un centro de salud con unas cuantas contusiones. Solicitaron civismo y recibieron una paliza.

Ocurrió el año pasado en una localidad del Área Metropolitana de Granada y los agresores han sido condenados ahora por aquel incidente. Antes de que se iniciara el juicio, los tres acusados reconocieron su culpa y no fue necesario celebrar la vista oral, lo que significa que la sentencia ya es firme.

Tal y como reclamó la Fiscalía de Menores de Granada, los muchachos admitieron ser responsables de un delito leve de lesiones y otro de daños. El ministerio público incluyó este segundo cargo porque las víctimas, para escapar de los golpes, se escondieron en la casa de un familiar y los atacantes, lejos de darse por vencidos, continuaron hostigándolos y causaron una serie de desperfectos en la vivienda. «Sobre las cero horas, cuando (los perjudicados) se cruzaron con los menores en la calle (...), al llamarles aquellos la atención para que hablaran más bajo, los menores se abalanzaron sobre ellos, golpeándolos, por lo que (los damnificados) se refugiaron en casa (de un pariente), siendo seguidos por los menores, quienes golpearon la cancela y el portón de la vivienda», recuerda la resolución judicial la forma en que se desarrollaron los acontecimientos.

En este sentido, la sentencia ordena que los chavales abonen indemnizaciones que suman algo de más de 600 euros al Servicio Andaluz de Salud -por los gastos derivados de la atención a los heridos- y a las propias víctimas, además de a los dueños de la casa atacada.

El fallo precisa que ese dinero debe salir de los bolsillos de los encausados, pero si no pudieran hacer frente a los pagos, serán sus padres los que hagan el desembolso.

Parroquias y comedores

En cuanto a las penas, el juez 'condena' a los chicos a estudiar con aprovechamiento y a colaborar con Cáritas, la organización no gubernamental ligada a la Iglesia Católica. En concreto, tendrán que dedicar a este segundo menester treinta horas de su vida -cada uno de ellos-. Es lo que en la justicia se conoce como una prestación en beneficio de la comunidad, una medida que se aplica siempre que el menor dé su consentimiento y así fue en este caso.

Respecto a las tareas que llevarán a cabo en Cáritas, lo usual es que ayuden en las parroquias, ordenando y clasificando la ropa que la gente dona a la oenegé. También es habitual que echen una mano en los comedores sociales dependientes e Cáritas.

Aparte de eso, dos de ellos están obligados a obtener títulos de formación profesional básica y, el tercero, al haber alcanzado la mayoría de edad, tendrá que aprobar la educación secundaria para adultos.

En otras palabras, que deberán hincar los codos y demostrarlo con los correspondientes diplomas.

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