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Ovejas muertas y desgarradas en la explotación de Orce que, según el ganadero, fue atacada por buitres el pasado sábado.
El 'increíble' ataque de los buitres

El 'increíble' ataque de los buitres

Frente a las manifestaciones de los ganaderos, la Junta asegura taxativamente que «estas aves no matan»

Jorge Pastor

Domingo, 9 de octubre 2016, 01:37

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Dos posiciones claramente diferenciadas. La ciencia asegura que no. Que no es posible que una bandada de buitres leonados pueda devorar a un rebaño de ovejas. «Son carroñeros y no depredadores», sentencian. Del otro lado, los ganaderos afectados. «Sí, fueron ellos, los buitres». Un debate y también una preocupación. El sector ganadero vive una situación límite por la sequía y por los costes que conlleva alimentar a la cabaña con pienso. Pero también por los precios. Ayer mismo, unos 800 cabreros, según la COAG, se concentraron delante de la factoría de Lactalis, en la capital, para protestar porque los grandes compradores de leche están pagando menos de medio euro por litro. Llueve sobre mojado. Los productores tienen ya la piel muy fina y el remate podría ser ahora que unos pájaros se coman las ovejas, como en teoría sucedió este sábado en Orce, o unos potros, como también pudo suceder unos días antes en Atarfe, en una granja equina situada en la cara norte de Sierra Elvira a apenas diez minutos del término municipal de Granada.

Vayamos con lo que argumentan los unos y los otros. Organizaciones agrarias y ecologistas achacan a la administración gran parte de la responsabilidad. A raíz de la alerta alimentaria relacionada con el mal de las vacas locas (encefalopatía espongiforme bovina), la Unión Europea aprobó una directiva que, entre otras medidas, prescribía el abandono de animales muertos en el campo. O sea, el sustento de especies necrófagas como los buitres. Los Estados no tardaron en adaptar esta normativa a sus legislaciones. También las comunidades autónomas.

¿Qué sucede? Que, según la Junta, el Plan de Protección de las Especies Necrófagas en la región rebajó las fuertes restricciones establecidas en su momento. El jefe de servicio de Gestión del Medio Natural en Granada, Borja Nebot, explica que, en contra de la creencia generalizada, la norma cambió hace unos años y se establecen zonas prioritarias como el noreste de la provincia, donde sí está permitido que se dejen las bajas ganaderas. Se trata de espacios que reúnen dos condiciones. Por una parte, que haya una actividad ganadera extensiva. Y por otra, que existan riscos y formaciones montañosas donde se puedan aposentar los buitres, que están diseñados valga la expresión para planear desde las alturas aprovechando las corrientes de viento. Esta catalogación la tiene Orce, pero también La Puebla de Don Fadrique, Castril, Loja, Alhama y otros muchos enclaves de serranía.

«Los buitres no matan»

Borja Nebot lo afirma sin vacilaciones: «Los buitres no matan». «Tampoco acuden atraídos por el olor de la sangre, ya que no tienen olfato», señala Nebot en referencia al suceso de Orce, que se produjo en un establo al aire libre donde había ovejas paridoras. «Se guían por la vista», agrega. Respecto al suceso de Orce, Nebot señala que no está acreditado que los corderos diez adultos y trece crías fueran matados por los buitres. «No ha habido ni un solo caso documentado en este sentido; no están preparados para ello; por eso tienen el cuello y el pico alargados». «Es imposible que hayan sido ellos», reitera. «Son especulaciones, no lo sabemos». Bajo su punto de vista, deberían barajarse otras muchas razones, como que las reses salieran espantadas al verse rodeadas.

Antonio Torres, el pastor de Orce, insistió este miércoles en que sí, «fueron los buitres». Unos doscientos, calcula. «Dejé a los borregos a las dos y a las cuatro, después de que me avisaran unos vecinos, me encontré un espectáculo dantesco; pudimos salvar a algunos que se habían amontonado», relata Torres, quien refiere que ante la falta de comida, «los buitres han evolucionado y atacan a seres vivos; en Orce tenemos ya varios casos». En este sentido, según adelantó ayer la Junta, el Ayuntamiento de Orce solicitó la semana pasada autorización para la instalación de un muladar en una cantera situada en monte público. La petición se está estudiando en estos momentos. «También se permiten en fincas particulares de estas zonas, siempre y cuando cumplan una serie de condiciones, como que exista una distancia determinada respecto a caminos o zonas pobladas», señala Borja Nebot, de la Junta.

Gregorio Moreno es profesor de Zoología en la Universidad de Granada. Al igual que Nebot, considera que estos ataques «son difíciles de creer porque los buitres no tienen armas potentes, no tienen garras, sus patas son como las de las gallinas». «¿Un ave de diez kilos dándole picotazos a una oveja que pesa mucho más que él y que tiene una piel más dura?», se pregunta el experto de la UGR. «Una vez dicho esto prosigue sí es cierto que existe un problema de alimentación tras las prohibiciones que se impusieron por el mal de vacas locas». En este sentido, Gregorio Moreno manifiesta que «sí es posible que en el momento del parto puedan atacar a los corderos más pequeños». «Otra cosa es que las ovejas estuvieran debilitadas», declara en relación al percance de Orce.

El portavoz de Ecologistas en Acción, Javier Egea, apunta que «al igual que los hombres no se comen a los hombres, con los buitres pasa algo parecido». A pesar de ello, Gregorio Moreno reseña que se detecta un déficit alimenticio a raíz de las cortapisas impuestas para abandonar animales sin vida. «Es cierto que ya no existen tantos impedimentos en determinados lugares, pero al final muchos ganaderos se ven en la obligación de coger sus bajas y transportarlas hasta puntos autorizados», comenta Javier Egea. «Los buitres no encuentran qué comer y están desesperados, por lo que, ante sus limitaciones, se juntan tres o cuatro para derrotar a presas como puede ser una oveja pequeña», apostilla. «Hay una mala planificación;las cosas tienen que ser como siempre», concluye Egea, quien no entiende que la Junta habilite muladares o comederos como solución. «Es absurdo, no hay enfermedades por dejar los animales muertos en el campo».

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