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El río encantado

El río encantado

El misterio se adueña del Alhama, el cauce que nace en la cara norte de Sierra Nevada y riega el bosque encantado

Juan Enrique Gómez

Miércoles, 24 de agosto 2016, 01:32

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El tiempo se detiene bajo las ramas verdes de los fresnos, en un olvidado paraje donde es casi imposible percibir que el agua del deshielo no solo aporta vida y frescor a las riberas, sino que también baja hacia las mesetas para unirse al caudal que desde las altas cumbres trazará el eje ecológico que de este a oeste marca la divisoria hidrológica entre el sur y los caminos del interior peninsular y ser aporte básico del Guadalquivir. El oculto y casi desconocido cauce del río Alhama de Lugros, no el que con el mismo nombre nace en la sierra de Tejeda y baña las tierras del Poniente, genera algunos de los parajes de mayor belleza de las tierras del noreste granadino.

Entre las saucedas y barrancos de laderas cubiertas de robles y arces, en las faldas del Picón de Jérez, el agua de las cumbres se unifica y busca caminos hacia tierras más bajas. A decenas de metros de un nacimiento inexistente, formado por hilos de decenas de barranqueras, se une a otras aguas procedentes de las lomas de las Rozas y la Virgen para regar, de forma conjunta, las vaguadas de la Dehesa del Camarate y alimentar las umbrías que en las tierras del Marquesado conocen como el Bosque Encantado, un territorio de hadas y duendes, donde es posible oír el paso de los habitantes de las brumas y nieblas del otoño, donde al amanecer y en el crepúsculo se oyen los gritos del hombre que perdió a su hijo de corta edad y los llantos del pequeño perdido en la niebla. Quienes lo conocen afirman que en un hipotético universo de cuento y fantasía, sería parte sustancial del reino de elfos y hadas.

El paso de sus aguas genera parajes donde en pleno verano, se percibe el canto de las aves que habitan los roquedos, desde los pequeños ruiseñores bastardos y currucas capirotadas a los insistentes y broncos silbidos de los mirlos capiblancos, y allá a lo lejos, en las zonas más altas de las pareces verticales de los barrancos, los agudos chasquidos de una pareja de águila real que anida en una inexpugnable repisa y alimenta a sus polluelos que ya en el verano están casi listos para iniciar sus primeros vuelos.

El río Alhama es la bienvenida para el caminante que desde los territorios de Badlands, de las malas tierras, de Marchal y Lugros, se adentran hacia la cara norte de Sierra Nevada. Para conocer el Camarate y su Bosque Encantado hay que recorrer la senda que camina junto al cauce del río, aguas arriba, hasta llegar a la entrada de la gran finca antaño dedicada a la ganadería de reses bravas y donde aún quedan rebaños de ganado vacuno y que se ha convertido en uno de los destinos favoritos de los montañeros, durante el otoño para disfrutar de los más impresionantes paisajes de bosques mixtos caducifolios de hojas rojas y amarillas, y en el verano para ascender a las altas cumbres de la cara norte nevadense. ()

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