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Las larvas de procesionaria salen de sus nidos cuando ya no hace frío.

El calor reactiva la procesionaria

La oruga que ataca los pinares está en su periodo de mayor actividad, que se produce cada cinco y seis años

Juan Enrique Gómez

Martes, 8 de marzo 2016, 01:01

Cruzan los caminos y senderos unidas unas a otras como si de una procesión en fila india se tratase, e incluso se buscan entre sí ... para volver a su posición original cuando el paso de bicicletas o caminantes las disgregan. Las orugas de procesionaria -larvas de una mariposa nocturna llamada Thaumetopoea pityocampa- se han adelantado a sus tiempos y desde principio de febrero, dos meses antes de lo que sería el momento más propicio, abandonan los nidos donde han estado desde el otoño y buscan en el suelo lugares en los que enterrarse para tejer un tupido y muy urticante capullo en el que convertirse en crisálida y pasar su siguiente etapa hasta reaparecer en forma de mariposa de cuerpo grueso rojizo y alas blancas, que volará hacia los pinos a depositar sus huevos y dar comienzo a un nuevo ciclo. Pero ahora, cuando es posible verlas en los pinares cercanos a pueblos y ciudades, cunde el temor a sus capacidades altamente tóxicas para los humanos y en ocasiones mortales para los perros.

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