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Melanie, días después de salir de la UCI en 2007, tras recibir varios martillazos de su maltratador.
Desamparada por la ley que debe protegerla

Desamparada por la ley que debe protegerla

«Paso miedo porque sé que este maltratador dispone de tiempo suficiente para liquidarme»

José Ramón Villalba

Jueves, 28 de enero 2016, 01:35

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El Estatuto de la Víctima entró en vigor el pasado 28 de octubre de 2015. El documento fue una bombona de oxígeno para todas esas personas sufridoras de cualquier delito que veían cómo después de padecer un ilícito lo volvían a sufrir como consecuencia de no ser tenidas demasiado en cuenta por la máquina administrativa, principalmente, del aparato judicial o policial. Sólo en Granada se cometieron 34.098 infracciones penales en 2014, con más de veinte mil víctimas. Esta ley -4/2015-, de 35 artículos y dos disposiciones adicionales, persigue como finalidad proteger en el proceso judicial y extrajudicial a esta personas, se personen o no en las causas que los tribunales siguen para castigar el delito o la falta cometido contra la víctima. El objetivo es proteger a la persona dañada por el delito y evitar un doble sufrimiento para la misma.

Un ejemplo. Melanie Rueda es aquella joven a quien su maltratador, actualmente en prisión por tentativa de asesinato y malos tratos habituales, dejó tirada en una cuneta después de azotarla con un martillo en la cabeza y en las manos. Cuando huyó del lugar, él creyó haberla matado, pero se equivocó. Ella sobrevivió y se ha convertido en una referencia para miles de mujeres maltratadas de este país porque desde el mismo día que salió del hospital comenzó una lucha junto a su abogada, Monserrat Linares, a favor de este colectivo. Melanie fue seguramente la primera granadina que se personó ante un juzgado de Vigilancia Penitenciaria, amparándose en este Estatuto de la Víctima del Delito, para ser tenida en cuenta antes de que a su maltratador le volvieran a dar un permiso penitenciario. Lo hizo el mismo día 28 de octubre de 2015, fecha de entrada en vigor del nuevo estatuto. Esa personación obliga al juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Zaragoza, competente para autorizar o desautorizar los permisos a los presos de Aragón, a dar cuenta a la víctima con suficiente antelación para que pueda recurrir cualquier medida de libertad o permiso antes de ser disfrutada por su maltratador. Con fecha de 18 diciembre presentó un escrito dirigido al juzgado de Vigilancia Penitenciaria número 1 zaragozano para revocar el permiso de su maltratador, que tenía previsto disfrutar desde el 30 de diciembre hasta el 5 de enero, en base a las incidencias que este preso había acumulado en dos permisos anteriores: en agosto fue detenido por la policía local de Alicante por agredir a unos jóvenes y entre el 28 de octubre y 3 de noviembre de 2015 no tuvo operativa la pulsera telemática durante suficientes horas como para tener a su víctima amedrentada.

«El Estado no me protege»

«Antes de la aparición del Estatuto de la Víctima no podíamos personarnos para recurrir ningún permiso carcelario. Ahora sí; pero, ¿de qué sirve? El Estado no me protege a mí cuando a este hombre se le da un permiso a sabiendas de que ha incumplido con sus deberes y ha estado el suficiente tiempo ilocalizable, separado de su pulsera telemática. Tiempo suficiente para poder matarme. El Estado lo protege a él y le sigue dando beneficios penitenciarios, pese a los reiterados incumplimientos», comenta Melanie Rueda, la joven que estuvo a punto de morir por culpa de este maltratador.

El juzgado de Vigilancia Penitenciaria 1 de Zaragoza concedió el permiso de Navidad a este preso a sabiendas del cúmulo de irregularidades cometidas en los días de asueto fuera de la cárcel, disfrutados entre el 28 de octubre y 3 de noviembre. Pero el colmo de los colmos estaba por llegar en Navidad.

La historia volvió a repetirse una vez más. Este reo está obligado a mantener la pulsera telemática, que lo tiene controlado las 24 horas, operativa durante todo el día. En el último permiso pasó cinco horas en paradero desconocido. «En esos momentos paso miedo porque aunque él estaba fuera de Granada sabes que tiene tiempo suficiente para encontrarme y liquidarme», denuncia esta víctima de la violencia de género.

La abogada de esta joven, Monserrat Linares, presentó el último escrito en el juzgado de Vigilancia Penitenciaria 1 de Zaragoza el pasado 5 de enero 2016. Denunció todas las incidencias registradas en su último permiso en aras de evitar que en el próximo se le concedan seis días de asueto argumentadas en la «ausencia de incidencias» como ha ocurrido hasta ahora.

«De nada sirven modificaciones legales que aparentemente vienen a proteger a la víctima si no se aplica, de nada sirven pulseras telemáticas si cuando el agresor las manipula y desaparece durante horas y no hay protocolos que se activen para la seguridad de la víctima más allá de la buena voluntad del agente o funcionario de turno en ese momento, el agresor, a pesar de estar cometiendo un delito con esas manipulaciones e incidencias, no tiene ninguna consecuencia penal sobre esa conducta y la víctima, mientras tanto, se vuelve a morir, esta vez, de miedo, sin que nadie la escuche de verdad», concluye la letrada.

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