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Imagen del rescate del Sereim la pasada madrugada del domingo.
«Nos salvaron la vida, así de simple»

«Nos salvaron la vida, así de simple»

El padre rescatado con sus hijos por el Sereim de la Guardia Civil muestra su agradecimiento

José Ramón Villalba

Jueves, 22 de octubre 2015, 16:57

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Las palabras no siempre son capaces de llegar a expresar ciertas emociones encargadas de revolucionar todo el engranaje afectivo de la persona. Detrás de esa noria de sensaciones suelen esconderse acontecimientos irrepetibles. «Nunca antes me vi en una situación similar y te aseguro que para mí esta gente del Sereim de la Guardia Civil se ha convertido en un trozo más de mi familia. Nos salvaron la vida, así de simple y complicado a la vez. Nos salvaron la vida -repite-; nunca imaginé lo que vi en estos profesionales la madrugada del domingo. Fue increíble». Las palabras entremezcladas con lágrimas son de Ángel, uno de los diez senderistas rescatados ese día por el equipo de Montaña de Granada del instituto armado. Cuatro niños, dos de 5 años, uno de 10 y otro de 16 formaban parte de la expedición familiar.

«Todos los fines de semana solemos salir a hacer senderismo. El domingo teníamos la ruta trazada, pero cuando llegamos a un sitio del Pico de la Carne nos encontramos que habían talado árboles y habían arrancado las señales del recorrido; por eso nos equivocamos, no por otra cuestión. Fue bastante angustioso vernos en aquella situación con los niños y por eso cuando los vimos llegar, quitarse sus abrigos para arropar a los niños... Cuando vimos como los mismos guardias tiritaban de frío para que los niños y nosotros pudiéramos estar bien, eso es impagable, no tengo palabras para poder agradecerles lo que hicieron por nosotros. Esta gente se merece un monumento por la labor que realizan».

Los agentes del Sereim se personaron en la zona baja del cerro de Huenes en pocos minutos. «Lo primero que hicieron fue darnos ánimos y quitarse su ropa de abrigo para ponérsela a los dos pequeños de 5 años, quedándose en camiseta de manga corta; sí señor, con el frío que caía esa tarde-noche. No todo acabó ahí. Cada guardia cogió a un pequeño, cada uno pesa 40 kilos, se los echaron a la espalda y empezaron a bajar. Lo hicieron con todo el cariño, como si fueran sus propios hijos. Pude ver una sonrisa en el rostro de mi hijo, ya a salvo en una zona llana y después de un día de mucha angustia», explica .

«Los vi reír»

«Después, uno de ellos volvió a subir a por nosotros, pero no se crean que subió jadeando, al contrario, lo hizo dando ánimos y cogiendo al otro niño de 10 años. Más tarde nos guió a nosotros para poder bajar». En ese momento se incorporaron al rescate dos guardias más del Sereim y entre los cuatro «crearon un ambiente muy distendido con los niños, tranquilizándolos. Incluso los vi reír, era impresionante la imagen en aquellos momentos tan tensos. Se nos quitó la fatiga, la sed, el hambre... Seguíamos a estos señores e íbamos con la tranquilidad de estar con nuestros héroes salvadores».

El Sereim movilizó a 14 de sus 16 miembros porque la lluvia y el frío pusieron el rescate demasiado feo. «Vi como abrazaban a nuestros hijos para que no pasaran frío y no podía contener las lágrimas observando esa imagen; nos sentimos como padres afortunados de tener estos ángeles de la guarda custodiando a nuestros hijos. Perdonen que no me acuerde del nombre de todos ellos, Juanma, Santos, Paraca... No sé quién más trajo de su casa preparado por sus esposas caldos calientes e infusiones para que pudiéramos tomarlas. Os debemos la vida de nuestras familias y lo único bueno que hemos sacado es conoceros, habéis entrado en nuestras vidas, que son las vidas que salvasteis».

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