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Francisco Valle comprueba la evolución de las especies reforestadas en la zona. :
Reforestar con paciencia

Reforestar con paciencia

Amanda Martínez

Lunes, 19 de octubre 2015, 01:50

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A Cenes no le dejan curar sus heridas. Hace un año un espectacular incendio atemorizó a los vecinos y rozó el Parque Nacional de Sierra Nevada. La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, organismo que gestiona de la superficie quemada, actuó con rapidez e invirtió 1,4 millones de euros que se han utilizado para la construcción de diques, la saca de madera quemada, su trituración, la construcción de fajinas vegetales para evitar la erosión y la siembra de especies vegetales. Se han plantado 37.000 especies entre de pino carrasco, encina, quejigo, espino blanco, lentisco, berberis, retamas y chopo blanco que durante este verano, han estado regando. Aunque desde la localidad la imagen puede parecer todavía desoladora, basta un paseo por el paraje conocido como 'Lomas del Genil' para comprobar que retoños de quejigos, lentiscos, esparragueras o torviscos, se abren paso en pleno corazón de la 'zona cero'. Junto a estas laderas moteadas de verde, aún hay barrancos totalmente desprovistos de vegetación. Son zonas erosionadas donde antes había pinares y en los que aún no se ha plantado nada.

El catedrático de Botánica de la Universidad de Granada, Francisco Valle Tendero, dirige un equipo de investigación especializado en restauración vegetal que estudia la evolución de la zona del siniestro. «Ante un desastre de este tipo, comenta, habría que esperar un tiempo para comprobar cómo responde el terreno. Habríamos visto como el matorral ha crecido solo, mientras las laderas de pinares están descarnadas y apenas han brotado árboles, lo que demuestra que las repoblaciones que se han hecho se han hecho en zonas, donde, probablemente, no hacía falta intervenir». El profesor considera que los recursos empleados podrían haberse utilizado en reforestar otras zonas afectadas, como los pinares, que en su día se plantaron muy juntos y donde apenas había otra vegetación. De esta manera se abrían optimizado recursos y se habría ahorrado dinero. Ahora hay que «potenciar el matorral mediterráneo y aclarar la zona de pinar, sacando pinos, abriéndolos, utilizando esa madera. En medio de los pinares, habría que dejar claros para que crezca la vegetación natural, plantas comestibles, medicinales, tintoreras, infusiones. que también se pueden aprovechar. Y en cinco años, podemos tener el monte tal y como estaba antes».

De los brotes verdes del monte también son responsables los miembros de Agnaden. Ha colaborado con la CHG en la siembra especies y han organizado jornadas de reforestación en las que han colaborado voluntarios. José Miguel Marín, miembro de la Agrupación, comenta que «se puede facilitar la extinción del fuego consiguiendo una masa forestal más heterogénea y discontinua que frene su avance». Por eso continuarán el trabajo en octubre, una convocatoria abierta a todos. Ecología aplicada y compromiso a prueba de incendios.

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