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El 'último' trato

El 'último' trato

Igual que hace 400 años, chalanes y muleros cierran en Albuñol la temporada de compra y venta de caballerías | Son animales de labor, básicos para labrar las tierras, transitar las veredas y mantener los usos tradicionales de la Alpujarra y la Contraviesa

Juan Enrique Gómez

Martes, 2 de diciembre 2014, 00:22

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Entre las arenas de la rambla de Ahijón, a las puertas de la localidad de Albuñol, un tratante de ganado dirige una recua de mulos camino de la última feria de ganado del año. Son animales criados en los cortijos del cerro del Gato, en pleno corazón de la Contraviesa, y que se convertirán en una ayuda indispensable para las tareas agrícolas en parajes de montaña, donde la mecanización es casi imposible, y en tierras en las que aún se puede hablar de economía tradicional y usos sostenibles del territorio. Cada año, coincidente con las fiestas del municipio, Albuñol se convierte en el centro de atención de compradores y vendedores de ganado, tratantes de caballerías, los viejos chalanes y muleros que mantienen costumbres casi olvidadas: a la compraventa le llaman trato y un apretón de manos es aún el más firme de los contratos.

Manuel y José han llegado desde Granada y Alcalá la Real, son dos chalanes que acaban de acordar la venta de un caballo pinto. Como el resto de sus compañeros visten gorras planas o sombreros de ala ancha, cayao y una importante dosis de «picardía para los negocios» pero con la honradez como bandera. «Aquí se regatea y discute, pero no se engaña a nadie», dicen estos dos expertos en la trata de caballerías, para quienes no es posible hablar del precio de un animal. «Valen lo que alguien quiera pagar», y la clave está en saber convencer de que ese mulo, burro, caballo o pony, «es el que necesitas y será la mejor inversión que puedas hacer».

A lo largo de la jornada, más de 200 animales cambiarán de propietario, unos viajarán a otros puntos de Andalucía, pero la mayoría se quedarán en los cortijos de la Alpujarra, la Contraviesa y las sierras de Almería. Su destino, en la mayoría de los casos, será trabajar la tierra, se convierten en animales de labor y transporte. «Hay muchos sitios donde no es posible labrar el campo con máquinas, ni siquiera con mulillas mecánicas, por lo que tener una bestia es la única forma de sacar adelante el cortijo». Es la afirmación de José Lorente, un tratante del lugar, un chalán de Albuñol, que llevaba media docena de burros, «que hemos cuidado aquí mismo, en nuestra propia casa, como hemos hecho toda la vida». Una de las burras de José Lorente está preñada, «una oportunidad para quien necesite más animales en unos años». ()

(Reportaje completo, vídeos y fotogalería en Waste Magazine)

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