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Un grupo de flamencos en su parada en la costa granadina
Flamencos, aves de paso

Flamencos, aves de paso

Descansan en pantanos y humedales granadinos en sus viajes hacia África y en continuos ir y venir entre las lagunas de Málaga y Almería

Juan Enrique Gómez

Miércoles, 22 de octubre 2014, 00:31

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En los cañaverales y aneas de la desembocadura del Guadalfeo una mancha de color blanco y rosado parece moverse sobre el agua poco profunda. Es un flamenco que una y otra vez sumerge su largo cuello, coronado por un poderoso pico rojizo con el que filtra los limos para alimentarse de los invertebrados que viven en el fango. Un ave de más de 1,80 metros de envergadura que descansa y busca alimento durante una parada en su largo viaje entre tierras del norte de Europa y el continente africano, como hace unos días hacía uno de sus congéneres que fue encontrado muerto en tierras de Salobreña con signos de haber sido abatido por el disparo de un desaprensivo. Un ave que consideró que el humedal que aún se conserva entre vegas, urbanizaciones e invernaderos, era un buen lugar para reponer fuerzas.

La costa de Granada es parte de la ruta habitual de las grandes aves en sus viajes, tanto al inicio de la primavera, la migración prenupcial, como al comienzo del otoño, la postnupcial, pero en el caso de los flamenco el cielo granadino es una transitada autopista que no solo une el norte y el sur, sino que comunica los grandes humedales y lagunas de las provincias de Málaga y Almería, donde se concentran algunas de las poblaciones de esta especie más numerosas de Europa: Fuente de Piedra, Punta Entinas y Cabo de Gata. La distancia entre estas lagunas, en línea recta, es muy corta para aves que pueden volar a gran velocidad, por lo que es normal que un flamenco despierte en el sur almeriense y duerma en el centro de Andalucía, y en ese viaje ha pasado, sin remedio, por la provincia de Granada.

Graznidos vespertinos

Es fácil oír, casi siempre en el crepúsculo, el incesante graznido que delata el paso de grupos de flamencos sobre la línea de la costa, que en ocasiones también se oyen sobre el cielo de la ciudad y de los pueblos de la Vega, cuando se dirigen a su destino bordeando la sierra por su vertiente norte. Para verlos y disfrutar de la elegante imagen de grupos de individuos que pasan unos días en tierras granadinas hay que ir a las colas de los grandes pantanos, como el del Cubillas, donde no es difícil encontrarlos, sobre todo en otoño, en bandadas de hasta una docena de ejemplares. En los pantanos de Colomera y los de la zona norte de la provincia también pueden avistarse en los puntos de riberas poco profundas. En el humedal de Padul no es habitual, pero también es un lugar de paso para los flamencos de Fuente de Piedra. En días grises, con niebla y frío, es posible verles junto a la turbera de Agia, en zonas encharcadas.

En Baza, la laguna de Baico es un enclave que hasta que fue desecado artificialmente era utilizado por enormes bandos de flamencos en sus migraciones. Recientemente, tras el resurgir de la laguna, han vuelto a a verse en tierras bastetanas. La charca del Regidor, en Moraleda de Zafayona, es otro de los lugares donde de vez en cuando se ve algún flamenco solitario que ha hecho un alto en su camino hacia las lagunas de Campillos.

El último censo de aves acuáticas invernantes en Andalucía, indica que hay alrededor de 10.000 parejas de flamencos en la comunidad, lo que implica un incremento de las poblaciones y avala las lagunas y humedales andaluces como hábitat idóneo para una especie que fue adorada como deidad en el viejo Egipto.

El flamenco, Phoenicopterus roseus, está incluido en el Libro Rojo de los Vertebrados de Andalucía, atentar contra él es destruir una parte fundamental de la biodiversidad que nos rodea.

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