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Uno de los espacios de las madres de día en Granada. Sarai Bausán García

Madres de día en Granada: un segundo hogar más libre para los niños

Casi una decena de personas en Granada usan una forma de cuidado más «respetuosa» en entornos reducidos

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Lunes, 25 de junio 2018, 00:28

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Juegan con cajas, tapaderas, botes. Sin colores estridentes. Sin mecanismos. Si no sirve para que ellos se diviertan libremente despertando cada uno de sus sentidos, no sirven para estas aulas. Al contrario de lo que ocurre en las clases de guarderías y colegios, en los que el número de alumnos se cuenta por decenas, en estos entornos no pueden ser más de cuatro niños. Y si alguno de ellos es menor de un año, solo podrán ser tres. Son una pequeña familia encabezada por una figura aún desconocida por gran parte de la población granadina: las madres de día.

Estas personas son en su mayoría mujeres que cuentan con formación especifica relacionada con la educación y que se dedican a cuidar a grupos reducidos de niños en sus propios hogares mediante una «educación respetuosa».

Actualmente son en torno a ocho las personas que se dedican a esta actividad en la provincia. Julia forma parte de este este colectivo desde hace pocos meses. Una amiga se hizo madre de día en Madrid, de donde es originaria, y decidió que podía ser interesante sumarse. Desde entonces, sus mañanas se basan en ayudar, cuidar y educar a tres niños.

Ella estuvo trabajando durante años en una «escuela tradicional», pero decidió que, por su salud y por el amor que tenía a su profesión, debía intentar cambiar su vida. «En la escuela en la que yo estaba, los niños comían a la vez, iban al servicio uno detrás de otro y debían dormir en el mismo momento. Es un ritmo agotador y no te permite estar al 100% con todos ellos», explica.

Sarai Bausán García
Imagen principal - Las madres de día de Granada se convierten un segundo hogar más libre para los niños
Imagen secundaria 1 - Las madres de día de Granada se convierten un segundo hogar más libre para los niños
Imagen secundaria 2 - Las madres de día de Granada se convierten un segundo hogar más libre para los niños

Una de las bases que rige tanto su labor como la del resto de sus compañeras es el libre movimiento de los pequeños, es decir, que cada uno haga lo que necesite y que las educadoras sean un mero vigilante que les guie en su crecimiento y les dé seguridad, pero nunca les coarte.

En sus propias casas

Este 'colegio' está ubicado en la propia vivienda de Julia, como ocurre con el resto de madres de día. Allí, todo está al alcance de los pequeños para que puedan ser autosuficientes. Si quieren una fruta, pueden cogerla y comérsela. ¿Les apetece agua? Tienen los vasos a mano para beber cuanto necesiten. Cuando es la hora de la comida, Julia lo dispone todo para que ellos puedan ayudarle a cocinar. «Cuando son más grandes, que ya superan el año, yo no les limpio los mocos, ni les doy de comer ni nada. Es autonomía pura. Aquí seguimos el principio de educación respetuosa en el que cada uno hace lo que necesita y siente, siempre con mi supervisión», comenta.

En estas cuatro paredes, la comodidad del niño es lo primero. Aquí no hay un periodo de adaptación concreto, sino que depende de cada caso. «Hay niños que necesitan un día, una semana o un mes. Aquí no hay límite, es lo única forma de que los niños nos incluyan en sus vidas y se puedan separar de sus padres unas horas sin que sufran», afirma Julia. La única parte negativa es la necesidad de disponibilidad de los padres, que durante las primeras semanas tendrán que estar disponibles para estar junto a ellos cuando lo necesiten.

Esto es lo que más atrajo a Rebeca cuando dejó por primera vez a su hijo Yago con una madre de día. Anteriormente le había dejado en una guardería, pero el niño no se adaptaba y no paraba de llorar. Unos conocidos le hablaron de esta novedosa forma de educación. Y le encantó. «Vimos que son profesionales que se mantienen al día en cuanto al cuidado y la enseñanza temprana y que usan una metodología que nos resultó más interesante y la elegimos. El tener ese periodo de adaptación tan abierto hizo que Yago finalmente se sintiera cómodo fuera de casa», indica.

Más seguros de sí mismos

«La diferencia que encontramos en este tipo de niños en relación con los que están en guarderías es que son más estables emocionalmente, menos nerviosos y menos frustrados y que desarrollan más habilidades a la hora de enfrentarse a situaciones nuevas». Habla es Eva, una profesora que decidió ser madre de día en Granada tras ver el proyecto en la televisión mientras estaba de au pair en Inglaterra.

Para ella, uno de los aspectos más destacados de su nuevo trabajo es la diferencia en los juguetes y materiales utilizados para el ocio infantil: «Cuando los padres vienen y ven que solo tenemos unas esterillas y pocos juguetes, en los que ningunos hacen ruido ni nada por sí solos, les parece raro. Pero cuando ven que con solo eso los niños están tan tranquilos y disfrutando, les encanta».

Esta formación tan cercana con los menores hace que tanto ella como el resto de madres de día tengan un vínculo distinto y especial con cada uno de los niños que cuidan imposible de romper. Durante unas horas, se convierten en las «otras madres» de los pequeños. Y eso les apasiona.

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