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Tito Ortiz, con su inseparable pipa, entre los árboles del Campo del Príncipe. RAMÓN L. PÉREZ

«Granada necesita ilusionarse»

Entrevista a Tito Ortiz, periodista | Medio siglo de periodista y 65 con los pies en la tierra, asegura que «hace falta un líder que nos ilusione y arrastre a todos. Ahora mismo no lo tenemos»

JAVIER F. BARRERA

GRANADA

Domingo, 10 de junio 2018, 01:45

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Ataca su querida pipa en la terraza de la cafetería del Realejo donde se sucede la entrevista. Habla de su enfermedad, un cáncer, que cuando se lo diagnosticaron, le llevó a la jubilación. Se le ve en forma y satisfecho. El día que salió por la puerta de Canal Sur, lugar en el que trabajó tanto que el día de la jubilación le sobraron doce años de cotización para alcanzar la mítica paga máxima, simplemente, soltó: «Ha sido un placer tocar con ustedes», como dijo el director de la orquesta del Titanic. Hoy cuenta 65 años y millones de historias. ¿Estamos todos? Empezamos.

-45 años trabajando como periodista. ¿Y ahora qué?

-Ahora escribiendo. Menos mal. Si hubiera sido administrativo en un banco, menudo bajonazo con la jubilación. Qué haces con tu vida encontrándote bien. Pero si estás achacoso, me callo. Pero jubilarte de un día para otro estando en plena forma, si no tienes una válvula de escape, vas mal. Han ganado mucho mis nietos. Ahora procuro estar con ellos mucho tiempo. Los llevo al cole, a clase de música...

-¿Es la fórmula para no echar de menos las letras, el Periodismo, los contactos, la espuma de la vida?

-Sí. A las siete y media salgo de la ducha y leo la prensa. Cuando salgo a la calle por la mañana ya me he leído IDEAL, El País y El Mundo. Luego, lo más importante, llevo a mi nieto Víctor, de cuatro años, al colegio. Y del colegio voy a comprar el pan y la fruta de todos los días. Entonces ya me siento en el ordenador y estoy hasta la una. A partir de la una y media le preparo la comida a mi madre de 85 años.

-¿Cuántas generaciones de granadinos viven en tu casa entonces?

-Con mi madre, cuatro. (Y sigue) Termino de comer y recojo a mi nieto, le doy de comer y lo llevo a clase de música, que le encanta. Por la tarde, en familia. Y a las ocho de la tarde, le doy la cena y acuesto a mi nieto. De forma que a las nueve de la noche estoy viendo el telediario de Piqueras, que me gusta mucho. Me parece que es el telediario más independiente, dentro de lo que se puede ver en la televisión. Es el más objetivo.

-¿Qué echas de menos?

-De Canal Sur echo de menos el madrugón. Porque me hacía levantarme a las cinco de la mañana todos los días. Entraba a las seis y media para preparar los informativos matinales y enlazaba de corrido hasta la una y media. Y ese turno me gusta. Porque te vas haciendo con todo lo nuevo que va sucediendo. Parece raro que uno diga que echa de menos madrugar. Pero el oficio se echa de menos. Después de tantos años, me veo raro levantándome a las siete y media de la mañana.

-¿Te parece tarde?

-Me parece tarde. Me levanto cuando ya es de día, yo que estaba acostumbrado a poner las calles. Cuando iba a trabajar a las seis y cinco de la mañana solo me tropezaba con los majaras que salían de las discotecas que hacían barbaridades por la autovía, y con los panaderos. Esa realidad no ha cambiado

-¿De todas las cosas que han cambiado en Granada, qué es lo que más ha evolucionado?

-Granada cambia muy lentamente. Hasta el punto que el gran cambio de Granada lo fraguó Antonio Jara, que la proyectó hacia afuera, que Granada era muy endogámica. Esa visión de Granada al exterior nace con Antonio Jara, que es quien la proyecta hacia afuera. Y casi de ese proyecto vamos viviendo muy lentamente. Tengo que confesar que con honrosas excepciones, la clase política de Granada, en los últimos treinta años, no ha defendido la ciudad como debiera. No la ha defendido ante las instituciones ni en los foros para haber podido pegar ese salto. Hemos sido laminados y sobrepasados por ciudades como Málaga. Conozco los tiempos en que Málaga era un apéndice de Granada, que no tenía ni universidad, y fíjate lo que es ahora Málaga. Lo que es tener un puñado de políticos que trabajan sin mirar el color de los gobiernos.

-¿Qué necesita la ciudad para pegar ese salto que añora desde hace al menos tres décadas?

-Granada necesita ilusionarse. Hace falta un líder que nos ilusione y arrastre a todos. Ahora mismo no lo tenemos. Hace falta que nos creamos lo que tenemos, nuestro patrimonio, lo de la playa a treinta minutos y la sierra a 25 y la Alhambra. Pero no se refleja en la ciudad. Ahora los hosteleros dicen que la gente ya se queda dos noches, pero con este patrimonio se tendría que quedar de cinco a siete noches. ¡Hemos subido a dos noches! No tiene sentido. Estamos fallando en el modelo de ciudad, en el modelo de vender. Seguimos siendo muy provincianos. La gente tiene un desencanto alrededor de la política y los políticos, con esa indolencia que nos ha caracterizado siempre. Seguimos sobreviviendo en una ciudad que cualquiera que viene y no la conoce, te habla maravillas. Nosotros nos metemos las manos en los bolsillos y miramos a la Alhambra y ya está. Es toda nuestra productividad. Tenemos una ciudad con paro a raudales y la renta per capita más baja del país, pero el dinero inmovilizado en los bancos dice que somos la tercera provincia española. El dinero renta tranquilamente en los bancos sin que nadie arriesgue un euro. Y la clase empresarial solo se mueve con subvenciones del Estado. Todo el día pidiendo ayudas. Necesitanos empresarios que arriesguen su dinero.

-Menudo varapalo, así, suavito pero directo.

-Es el análisis que te dan los años de la experiencia. Esto no tiene vuelta de hoja. Los de mi generación tenemos claro qué le pasa a la ciudad y cuál es la solución. Granada es una ciudad desilusionada. No tenemos ilusión. Lo decía antes, necesitamos al flautista de Hamelin y todos detrás de él para defender esta provincia y sacarla adelante. No solo la ciudad, también hay que hablar de la provincia. La provincia es riquísima pero está latente, no se muere pero no sube para arriba. Aquí la gente se queja mucho pero no protesta nada.

-Hágame un retrato robot de ese flautista de Hamelin que levantará Granada. ¿Te atreves?

-Una persona joven. Formada. Que conozca la idiosincrasia de esta tierra, que sepa tocar las teclas para que el granadino reaccione. Y que a la hora de luchar por la ciudad no haya enfrentamiento partidista. Granada está cansada de que cuando cambia el color del Gobierno en España se nos ningunea. Pues mire, si se nos ningunea, estaremos en la puerta de la Moncloa. Todos los días. Y a darle una pitada cuando esté durmiendo. A Francisco de la Torre (alcalde de Málaga) no se le han caído los anillos para pedir en Sevilla. Y se lo han dado. Es pedir para la ciudad y para los ciudadanos. Aunque sea de otro partido. Va en el sueldo. Cuando votamos le contratamos a usted para que defienda Granada. Si es de su partido porque es de su partido, y si es de otro, pues de otro. Aquí en Granada, no. El enfrentamiento político lo pagamos los granadinos, que no salimos de este hoyo.

-¿Cómo se explica catorce años de Torres Hurtado?

-Hemos tenido el PP más retrógrado de Andalucía durante catorce años. Inmovilista. Sin defender la ciudad. Sin enfrentarse. El ejemplo lo tenemos en el AVE. Recuerdo las críticas del PP al Metro, uno de los éxitos de los últimos cien años. El éxito más grande de esta ciudad en un siglo en cuanto a infraestructuras, sin lugar a dudas. Y ahí están las hemerotecas con las críticas del PP. ¿Por qué? Porque no era un invento del PP, era del PSOE. Y el pato lo pagamos todos. Y así pasa con el AVE y el aeropuerto, que nadie se lo toma en serio. Te subes a un avión con destino a Granada y cuando más tranquilo estás te aterrizan en Málaga. O te lo cancelan. Del desencanto de la ciudad tiene mucha culpa mucha culpa la clase política. Hay ejemplos para todos. Cuando aparece el 15M y los indignados, se fragua en un partido. Y aquí en Granada, ese partido se ha dinamitado él solo. Y en España, este nuevo partido, lo primero que ha hecho es cambiar el nombre a las calles, que es de una prioridad extraordinaria, o quitar medallas concedidas a no sé quién por no sé cuántos. No se les ha votado para eso. Este país tiene problemas gravísimos. Si esta es la clase política que tiene que salvar a la patria, hay que salir de aquí cuanto antes.

-¿Cómo ve en Granada los nuevos partidos, y todos los que dicen que se están preparando para salir estas próximas municipales?

-No me seducen en absoluto. Creo que por un lado se hacen nuevos partidos con los rebotados, los que se van de los partidos o estaban a la contra. Cuando el germen de un partido es la revancha o el enfrentamiento, nace viciado. La regeneración política es urgente, de primera necesidad. Más allá de la corrupción. En Granada en concreto hay una media de edad en los políticos muy sospechosa. Se han dedicado a asfixiar a la juventud, tanto el PP como el PSOE, donde no han salido adelante. Todo ha sido taparles. Hasta el punto que las juventudes del PP y del PSOE las lideran gente que ya tiene canas y todavía no han tocado bola en su partido. Las listas las confeccionan los mismos y no cuentan con la juventud que te puede ilusionar.

-Granada es turismo, son las tapas y la malafollá. ¿Basta con todo esto?

-(Se descojona). No, no, no basta. A las tapas y a la malafollá hay que ponerle algo de gracia y sobre todo de alegría. Hay gente que se cree que es ésa la imagen de Granada. Es verdad que la hemos creado nosotros, pero no es suficiente. Nos falta mucho. Cambiaría la tapa y la malafollá por otras ciudades donde pagas la tapa pero el servicio es de maravilla, no está la gente esclavizada trabajando doce horas y cotizadas tan solo dos. De la otra forma cotizan y cobran y su sonrisa no se paga con nada. Estamos en esta tierra de pillos que con un contrato de media jornada trabajas catorce horas y el empresario dice que cotiza dos. Y sé lo que digo. Si Granada es la ciudad del turismo, y de eso tenemos que comer... la gente detrás de una barra tiene que estar bien pagada, descansada y considerada. Y si me apuras, aseada.

-Me queda la impresión que su visión de Granada es ligeramente negativa, desasosegada...

-Es una ciudad desencantada. Volviendo a lo anterior. Es una ciudad a la que hay que ilusionar. Pero siempre digo lo mismo. Si no somos los granadinos los que tiramos del carro, que somos muy dados a dejarnos llevar de la mano, no se consigue. Es la ciudad de la queja permanente que no hace nada por resolver los problemas que tiene.

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