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«Hay muchos elementos perturbadores en la desaparición de María Teresa, la joven de Motril»

«Hay muchos elementos perturbadores en la desaparición de María Teresa, la joven de Motril»

«Cada desaparición de un menor es una señal que la sociedad debe tomarse muy en serio y responder con prontitud, porque un menor es una persona vulnerable»

CARLOS MORÁN

GRANADA

Domingo, 8 de abril 2018, 00:05

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Paco Lobatón (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1951) siempre ha estado bien orientado. Nunca se ha perdido. Ni siendo chaval, cuando lo de extraviarse es casi una obligación. «No, no he pasado por esa experiencia». Lo cual no quiere decir que fuera un niño perfecto. Como casi todo hijo de vecino, alguna vez hizo novillos. «Me escapaba del instituto a la avenida, que era y sigue siendo un lugar fantástico de Jerez», rememora.

Aquel anónimo estudiante se convirtió con el tiempo en el presentador de '¿Quién sabe dónde?', un programa que ya es historia de la televisión, y ahora dirige 'Desaparecidos', también en TVE. Además, preside la Fundación QSD Global y acaba de presentar el libro 'Te buscaré mientras viva'. En el fondo de todas esas actividades late el interés del periodista andaluz por alumbrar el inquietante misterio de las personas desaparecidas.

Este próximo jueves, 12 de abril, estará en Granada para participar en la Escuela de Padres de IDEAL junto a Emilio Calatayud, titular del Juzgado de Menores 1 de Granada y coordinador de la iniciativa. El tema de debate: los menores desaparecidos.

«Los padres de Gabriel reflexionaron sobre cómo la cobertura informativa fue desproporcionada»

-La inmensa mayoría de las desapariciones de niños y adolescentes terminan bien, pero esa certeza no calma a la sociedad, ¿por qué?

-Hay un hecho positivo que hay que considerar un logro de la lucha de las asociaciones de desaparecidos: desde 2017, por fin, hay datos oficiales. Pero incluso en esos datos oficiales, que se han vuelto a actualizar en marzo de este año, sigue siendo una aproximación que necesita afinarse mucho más. No lo digo yo solamente, lo dicen los más altos responsables de la seguridad del Estado. Aún así, es importante lo que decías: en conjunto, las desapariciones de menores tienen una resolución mayoritariamente positiva. Sin embargo, trascienden los hechos más dramáticos. Eso es así. Lo normal es que acaben bien, pero siempre que se reaccione bien. Cada desaparición de un menor es una señal que la sociedad debe tomarse muy en serio y responder con prontitud... Y también con mucha conciencia del riesgo, porque un menor es, por encima de otras consideraciones, una persona vulnerable.

-¿Qué hay detrás de esa mayoría de desapariciones de chavales que tienen un desenlace feliz?

-El porcentaje de bromas o de aventuras es pequeño. La mayoría tienen que ver con conflictos dentro de la familia, con problemas relacionados con el principio de autoridad y los estudios. Recientemente, una madre llamó a 'Desaparecidos' para decirnos que su hija, cuando volvía a casa con su abuela, salió del coche pitando, aprovechando que se había parado en un semáforo. Había tenido malas notas y sabía que iba a tener un castigo. Entonces, se echó a la calle y estuvo desaparecida unos cuantos días.

-En el programa de televisión y también en el libro ha recuperado la historia de María Teresa Fernández, la joven motrileña que lleva 18 años desaparecida, ¿qué es lo que más le perturba de este caso tan desesperante?

-Hay muchos elementos perturbadores. Por un lado, está la figura de Toni King, el asesino de Rocío Wanninkhof y Sonia Carabantes, que culpabiliza a Robert Graham -un amigo del criminal-, pero no se tomó en consideración su declaración y su sospecha. Y lo cierto es que esa investigación debería haberse llevado hasta el final. Graham se marchó de España, aunque ahora parece que está localizado creo que en Irlanda. Inicialmente, solo podría venir como testigo, pero no se le puede forzar. Otro elemento perturbador en este caso es que la madre de María Teresa fue objeto de una agresión durísima que pudo costarle la vida y de una amenaza que decía 'como sigas adelante, la siguiente serás tú'. Esto nunca ha sido investigado hasta el final, seguramente porque supone una enorme dificultad. Y también hay alguna persona del entorno en que se movía María Teresa que quizá no ha sido objeto de una investigación suficiente. Toda familia que pasa por esto tiene el derecho a que se mantenga el esfuerzo investigador, porque tiene que haber alguien que sepa algo o una vía para llegar al esclarecimiento. No nos podemos dar por vencidos.

«Toda familia que pasa por esto tiene el derecho a que se mantenga el esfuerzo investigador»

-¿Qué lección extrajo del dramático final del niño almeriense Gabriel Cruz?

-Para mí, lo más positivo es la posición de Patricia y Ángel, de los padres de Gabriel. La principal enseñanza es que el dolor terrible que supone que a unos padres se les arrebate un hijo de esa manera tan cruel, haya tenido una respuesta de serenidad y civismo, sin renunciar, por supuesto, a la reclamación de justicia. Esa es la lección principal. Pero hay otra. Después del funeral, Patricia y Ángel hicieron una reflexión sobre cómo la cobertura informativa llegó a ser tan desproporcionada que generó situaciones de interferencia, que es algo que también denunciaron los responsables de la investigación. Este tema hay que ponerlo sobre la mesa. No se puede convertir el principio informativo de un hecho como este en una carrera desenfrenada por obtener una última hora o una presunta exclusiva. Es que eso se hizo interfiriendo físicamente el trabajo de los cuerpos de seguridad, que es algo que pudo tener consecuencias dramáticas.

-Después de seguir tan de cerca estos sucesos, ¿cómo digiere que se confirmen los peores presagios y los menores desaparecidos aparezcan muertos?

-Con dolor, con pena y con rabia. Son los tres elementos que se entrecruzan cuando se desmorona la esperanza. Pero mientras no hay evidencia de muerte, hay que mantener la esperanza de vida. Eso mantiene en pie a las familias.

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