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«En los pueblos se vota a la persona»

«En los pueblos se vota a la persona»

La contienda electoral, vista desde el interior de una oficina pública, la primera industria de Granada

Carlos Morán

Domingo, 10 de mayo 2015, 00:11

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«Yo soy muy de izquierdas y el alcalde de mi pueblo, de derechas. Pero lo está haciendo bien. Así que aunque me salga un sarpullido, creo que voy a votarle». El periodista está de suerte. Ni siquiera va a tener que encender el debate. Mientras amontonan y desamontonan papeles, y teclean en sus ordenadores, los currantes hablan de política, de la recién estrenada campaña para las elecciones del próximo 24 de mayo, que es precisamente lo que iba buscando el periodista. El teatro de operaciones seleccionado es una de las cientos de oficinas que las administraciones públicas tienen en Granada la primera industria local con 57.000 trabajadores, uno de esos rincones a los que (casi) nunca llegan los mítines, los puedo prometer y prometo y demás parafernalia electoral. «Aquí sí suelen venir a explicarse los sindicatos, pero los partidos, no. Pero si vinieran, los atenderíamos con mucho gusto. Somos personas muy educadas. Eso sí, les pediríamos que fueran breves», dice María José no sin cierta retranca. El resto de la plantilla asiente. Rollos, los justos. Las tempestades que han sacudido a España en los últimos años han generado desafección hacia la política y no es recomendable excederse.

Los participantes en el experimento son seis mujeres y un hombre. Yla mayoría, salvo dos, residen en localidades del Cinturón metropolitana de Granada: Huétor Vega, Maracena, Armilla... Aunque buena parte de estos municipios ya se han ganado los galones de ciudad, los que allí residen se consideran «gente de pueblo». Es un matiz clave para entender su forma de encarar la contienda electoral. «En los pueblos coinciden ellas y él se vota a la persona. No se tienen tan en cuenta la siglas». Las ideologías pasan a un segundo plano y pueden llegar incluso a diluirse si la persona en cuestión ha demostrado ser especialmente capaz.

Ya lo decía Marisol en el arranque de este reportaje: ella, que es roja, está prácticamente decidida a votar a un conservador, aun a riesgo de sufrir una urticaria. «Pero es que lo está haciendo bien», insiste como si tratara de acabar de convencerse.

«Honradez y trabajo»

María José, Encarni y Toñi son de la misma opinión. Por convicciones propias o por tradición familiar o por ambas cosas a la vez, estarían predeterminadas a votar en una determinada dirección, pero eso lo dejan paras las generales. En los comicios municipales optan por fijarse en el factor humano. «Si no estás muy enterada, preguntas y terminas por saberlo casi todo del candidato. Los pueblos son así. Todos nos conocemos. Para bien y para mal. Lo que funciona es el boca a boca», explica Toñi.

Las redes sociales, las de verdad, las de carne y hueso, tienen una importancia vital en esos municipios que, aunque tengan la apariencia de urbes, siguen siendo pueblos, con todo lo que eso significa. «Lo que más se valora es la honradez y el trabajo», precisa María José. Si el aspirante reúne esas características, agrega Encarni, se puede ahorrar el programa electoral, un documento que, por otra parte, suele ser un compendio de generalidades y lugares comunes que difícilmente ayudará a nadie a decidirse. «El programa en los pueblos está a la vista de todos:es lo que se ha hecho o dejado de hacer durante los cuatros años que dura un mandato. No hay mejor programa que ese», razona María José. Si la piscina que costó un ojo de la cara funciona, hay parques infantiles o las calles están limpias, da lo mismo que el candidato a la reelección sea de izquierda, de derecha, de centro o mediopensionista. O casi. «Hombre, si la persona está muy, muy alejada de tu posición ideológica, aunque haya hecho cosas buenas, te lo piensas. Pero, en general, en los pueblos se vota a la persona», tercia en la conversación una trabajadora que acaba de llegar de otra dependencia pública aledaña y ha querido sumarse al debate.

Charo y Puri son las dos únicas funcionarias de la oficina elegida que viven en la capital y ambas admiten que, a diferencia de lo que sucede en los pueblos, en Granada no hay tanta cercanía entre los administrados y los administradores.

Sea como fuere, las dos coinciden en que la capital se echan de menos rostros nuevos. «Los principales partidos presentan a los mismos candidatos. No ha habido renovación. No lo ponen fácil», dicen, al tiempo que advierten de que en las formaciones recién nacidas también abundan las caras ya conocidas.

¿Yqué piensa Santi, el único hombre de la oficina, sobre todo esto? Su situación es especial. El también votará en un pueblo, pero de la provincia de Jaén. Ylo hará allí por motivos de sangre. «Es que un primo mío se presenta para alcalde. Yhabrá que votarle, ¿no?».

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