Edición

Borrar
Usain Bolt.
Bolt vale por tres
ATLETISMO

Bolt vale por tres

El jamaicano inicia su histórico asalto al tercer triplete en las pruebas de velocidad

J. Gómez Peña

Domingo, 14 de agosto 2016, 02:00

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El apellido cuenta. Y hay una competición atlética que lo tiene. Se llama los cien metros y se apellida así: la carrera que elige al hombre más rápido del mundo. Cuando se habla de fútbol, siempre hay discusión sobre quién es el mejor. En los cien metros, no, dice Usain Bolt. El mejor es él. Tiene el récord del mundo (9.58, Mundial de Berlín 2009) y ha ganado los 100, 200 y 4x100 en los dos últimos Juegos.

Más información

Esta próxima madrugada empezará a correr hacia el tercer triplete en la gran cita del atletismo: los cien metros. ¿Quién no los ha corrido? De niño, frente a un amigo, un hermano o un padre. Con la meta fijada en un árbol o una portería. La pura velocidad. Es un resto del instinto animal. Naturaleza. Correr cien metros está al alcance de todos. Como lo hace Bolt, sólo él puede. Quiero permanecer en la historia como el hombre que ha ganado ocho oros, avisa. A eso ha venido a Río. Empieza su desafío. Es el único que ha dominado las tres pruebas de velocidad en dos Juegos. Quiere otro triplete para asegurarse aún más un lugar en la eternidad. El atletismo lo disfruta.

Con sólo tres meses intentaba levantarse de la cuna. Era tan fuerte, cuenta su madre, Jenifer Bolt. Y se hizo alto, 1,96 metros, demasiado para la velocidad. Eso creían. El caso es que con 15 años, en 2002, ganó el campeonato del mundo juvenil de los 200 metros: 20.61. Jamaica enloqueció con él. Al fin un rival para derrotar a los americanos. Bolt, además, celebraba sus triunfos a la caribeña, bailando. Era una estrella adolescente. Qué fácil era correr. Apenas se entrenaba. Las distracciones le ocupaban. Suya es una frase que luego siempre se recuerda: Me cuesta decirle no a las mujeres. Así, como por inercia, apareció con 18 años en los Juegos de Atenas 2004. Era una promesa de los 200 metros. Todavía no había disputado la prueba de los cien. A Grecia llegó recién salido de una lesión y encima se torció el tobillo. Cayó en la primera serie, quinto, tras el polaco Jendriniski, el alemán Unger, el camerunés Batangdon y Pauer. Rivales de reparto que luego no llegaron lejos.

Ese impacto, la derrota y las críticas por su indolencia que recibió en Jamaica le despertaron. Resulta que había que trabajar. Se acabó dormir por el día y pasar la noche con los videojuegos. Y necesitaba un pestillo en la puerta para frenar a las chicas. Y comer bien. Y cambiar de entrenador. Se puso en manos de Glen Mills. El gurú de la velocidad jamaicana quiso acelerar a su nuevo pupilo. Le hizo una prueba en los cien metros. El cronómetro es la biblia del atletismo: 10.03. Tremendo para un novato. Eso fue en 2007. Ya en 2008, año de los Juegos de Pekín, voló en primavera hasta los 9.76. Era un registro extraordinario para su altura frente a rivales más bajos y compactos. Venía el gran salto: el mitin de Nueva York, dos meses antes de los Juegos. La noche anterior, Wellesley Bolt llamó a su hijo atleta. Hablaron. Le dijo que toda la familia estaba muy nerviosa, que Jamaica vivía pendiente de él. ¿Nerviosos? ¿Por qué? Siéntate en el sillón frente a la tele y disfruta, le calmó Usain. Batió el récord del mundo: 9.72.

Y se presentó en los Juegos de Pekín con sólo cinco carreras de cien en su currículo. Lo que a otros les costaba años, él lo había cubierto en un pispás. Su meta seguían siendo los 200. Los cien de Pekín eran para él como un juguete nuevo, una diversión, señaló Mills. En la final, Bolt salió relajado y rompió de nuevo la plusmarca: 9.69. Más que el tiempo queda su imagen: solo, erguido y casi frenando en los últimos diez metros con todos los rivales retorciéndose muy por detrás. Fotografía inmortal.

Ahí enamoró al mundo. Su sonrisa. Su jugueteo con las cámaras y la grada. La fiesta de Bolt. La bendición del atletismo. Cuatro días después enterró un récord histórico, el de Michael Johnson en los 200: de 1.9.32 a 19.30. Johnson había sido su inspiración, su modelo. Pero Bolt había crecido tanto que no cabía en ese molde. En la jornada siguiente, con él en el relevo, Jamaica barrió en la final del 4x100. Tercer récord y tercer oro. Ni los ocho títulos de Michael Phleps en natación le hicieron sombra. El triplete se repitió cuatro años después en Londres.

Bolt se convirtió en el atletismo. Lo dice la publicidad. La firma Samgsung dejó de patrocinar a la Federación Internacional de Atletismo para invertir en Bolt. Su efecto mediático ha trasladado al atletismo a otra dimensión. Lo necesita tras el descrédito creciente por los escándalos de dopaje. Bolt es su mesías desde Pekín. En Río le esperan rivales como Justin Gatlin oscurecidos por el tamaño del jamaicano. Sólo las lesiones, que le acompañan desde adolescente por su espalda torcida, le han frenado. Ahora, tras un mal año 2015, dice que está en forma. Y cuando estoy en forma, salgo con toda la confianza. Mis posibilidades de triunfo son grandes. Como siempre. Bolt está en Río para ser Bolt por tercera vez. A disfrutar.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios