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Unión y estrategia, claves del colíder
fútbol | primera división

Unión y estrategia, claves del colíder

El vestuario del Sevilla es una piña donde sus líderes se encargan de que nadie se desvíe del camino trazado por la dirección deportiva.

Luis F. Gago

Lunes, 27 de octubre 2014, 16:46

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Cuando el pasado domingo alrededor de las nueve de la noche el Sevilla finalizó su encuentro ante el Villarreal, todos los jugadores de la plantilla hicieron un círculo en mitad del campo y, abrazados como hermanos en la cena de Navidad, decidieron vitorearse entre ellos por la victoria cosechada. No fue una excepción. Es un ritual más de los que ha incorporado Unai Emery dentro del vestuario desde que es técnico sevillista. No lo consiguió hacer en su primer año, donde llegó desde el frío invernal de Moscú para solo unos meses, intentando hacer que un Sevilla a la deriva por culpa del mal hacer de Míchel terminara de una forma honrosa el campeonato.

A partir de aquel verano en el que los sevillistas no lograron el objetivo Champions, se estableció una limpieza total dentro del grupo. Unai Emery dio órdenes de lo que quería al que todavía era presidente, José María del Nido, y al director deportivo Monchi. Les dijo ante todo que buscaba líderes. Futbolistas con carácter dentro y fuera del campo, pero que entendieran que el vestuario era un sociedad a pequeña escala. Puso un nombre concreto sobre la mesa: Nico Pareja. Estuvo con él en su periplo moscovita y sabía que era la piedra angular del proyecto a medio.

Junto a él vinieron otros como Carriço y se unieron los que ya estaban pero que estaban perdidos a la deriva por los continuos cambios de entrenador. De estos últimos destacaron Navarro y Reyes, emblemas de la entidad, y Coke, que es el que ameniza las concentraciones y otorga ese punto de humor que todo equipo necesita para después trabajar divirtiéndose sobre el césped. «No recordaba un vestuario tan unido desde el de 2006», aseguran voces del entorno sevillista, hombres de la casa por decirlo de algún modo que llevan trabajando para la entidad desde hace casi medio siglo y conocen hasta las telarañas de las porterías que han vivido sufrimiento y glorias por igual en todo este tiempo. Lo mismo piensa Monchi, uno de esos hombres siempre en el ojo del huracán. «Las victorias tienen muchos padres, en las derrotas sólo estoy yo», es su frase favorita. La dice siempre que desde la afición se le señala como culpable de malas temporadas.

Para el mandamás de la parcela deportiva este equipo tiene las expectativas de hacer grandes cosas. Muy importantes. Aunque, eso sí, lo dice con voz baja, porque no quiere que nadie le gafe su afamado proyecto nuevo. Un trabajo ilusionante que lo ve con optimismo pero también con cautela. Por eso en los micrófonos de cara a la opinión pública siempre usa el mismo discurso: «La Champions es más factible este año ganando la UEFA que por la competición local». Es la frase. La única y verdadera que tienen ordenado decir todos los empleados de la entidad en la zona noble del Pizjuán.

Empero, cuando todos ellos van a la ciudad deportiva sevillista y observan lo que han construido desde los cimientos, también hinchan su cuerpo orgulloso porque la casa que en principio parecía un piso de renta media ahora se convierte en una casa de dos plantas a las afueras de la ciudad. Ven a un entrenador que no descansa por la noche para que al día siguiente pueda hacer su afamada estrategia a balón parado, la misma que le ha dado tantos puntos y alegría. Incluso algunos hombres claves en esta parcela entrenan más tiempo que el resto, apartados durante largas sesiones, para contentar al técnico. Es la clave del colíder. Aquel que espera asombrar un año más a Europa y de paso, si se lo permiten, sorprender a los gigantes en la Liga.

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