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Marcelo, en el entrenamiento del viernes.
Marcelo, el capitán de la eterna sonrisa

Marcelo, el capitán de la eterna sonrisa

El brasileño siempre da la cara en los malos momentos y ahora le toca disfrutar pensando en volver a ser decisivo como en Lisboa y Milán

Rodrigo Errasti Mendiguren

Viernes, 2 de junio 2017, 21:19

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«Pensaba que hoy no querías hablar conmigo», bromeó Marcelo con Ricardo Sierra tras el triunfo del Real Madrid en San Mamés el pasado mes de marzo. Lo cierto es que el lateral, la alegría del vestuario blanco desde que llegó hace una década para suplir a Roberto Carlos, se ha acostumbrado a dar la cara ante los medios en las derrotas. «Yo me veo como Marcelo, no como el sucesor de Roberto Carlos», decía en el Mundial Sub-20 de Canadá-2007 tras dejar el Fluminense. Diez años después, es una voz autorizada para la afición que le adora como su compatriota. «Es una final de Champions, los rivales intentan meter presión por otros lados. Nosotros estamos centrados en lo nuestro, sabemos a lo que hemos venido y lo que tenemos que hacer. Sabemos lo que representa el Real Madrid», apuntó en las horas previas a la final de la Champions.

Marcelo, al igual que sucedía con Roberto Carlos en la etapa 'galáctica', se ha convertido en el portavoz de la caseta en los malos momentos recientes. Especialmente duras fueron las semanas previas a la llegada de Zidane, sobre todo aquel 0-4 del Barcelona con Benítez. «Pido perdón porque no se vio lo que queríamos hacer. Hemos intentado tener el balón pero su juego siempre es la posesión y ellos lo han dominado. Cuando corres detrás de la pelota te cansas mucho», dijo antes de vaticinar: «Queda muy tocado el grupo. Es difícil, pero hemos pasado por situaciones más fuertes que estas. Tenemos que cambiar ya porque para dejar al Madrid donde tiene que estar tenemos que recuperarnos». No fue un buen día aquel para el brasileño que llegó a encararse con un periodista al que acusó de no haber «jugador al fútbol» pero segundos después optó por rebajar tensión pedirle perdón y estrecharle la mano. Entonces llegó Zidane y todo cambió. «Ha llegado sin hacer sin ruido, en una época que el Madrid necesitaba ganar prácticamente todo. Ahí están los números. Hemos disfrutado mucho con la Liga, pero sabemos que tenemos una final de Champions», recordó en Cardiff.

Ahora, quizá por su condición de padre y sus 29 años, le toca adoptar un rol más serio aunque a veces se le escapa una sonrisa. «No creo que ellos tengan más ilusión. Jugar la final de la Champions no tiene precio. Hay que tener responsabilidad, claro, y nervios se tienen siempre pero hay que disfrutar de cada partido y de cada entrenamiento».Opta por no dejarse llevar por la euforia, asume su responsabilidad no piensa en que pueden hacer historia al lograr dos títulos consecutivos. «No pasa por nuestra cabeza romper récords. Cada partido es distinto. No hay que pensar porque el Real Madrid haya ganado cinco finales o ellos las hayan perdido. No tiene nada que ver. Vamos a luchar por todo, respetando al rival», recuerda sin querer obsesionarse por su tercera 'orejona'. Desde que llegó al Real Madrid las victorias y los títulos (14) han ido llegando. Acumular trofeos cree coloca el listón cada vez más alto. «Tenemos más presión. Al haber ganado la Liga seguro que la gente cree que podemos ganar la Champions. Cada vez tenemos más presión por conseguir títulos».

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