El Barça empata, el Villanovense gana

A veces las sensaciones son más gratificantes que los hechos. Eso le ocurrió al Villanovense, el modesto equipo de Segunda B, que saboreó con deleite un empate contra el Barça en la ida de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey. En cambio, a los jóvenes azulgrana que tuvieron la oportunidad de reclamar su protagonismo la noche en Extremadura les debió parecer una jornada estéril y poco gratificante porque ninguno de ellos deslumbró o adquirió méritos como para plantearse algún cambio de futuro.

Durante gran parte del partido fue el equipo local el que impuso su ánimo y el de los aficionados que superpoblaron el Romero Cuerda. Apretaron a los visitantes contra las cuerdas, les impidieron pases fáciles y hasta a base de empuje y energía conquistaron territorio ajeno para rematar sobre la portería de Masip. Pero si el equipo verdiblanco no logró ningún gol fue por culpa de la defensa del Barcelona, puesto que en esa línea Luis Enrique no quería ofrecer ninguna debilidad y formó con cuatro jugadores del primer equipo: Douglas, Bartra, Vermaelen y Mathieu. Por otra parte, los mejores hombres del defensor del título fueron sus jóvenes centrocampistas. Samper, del perfil de mediocentro forjado en La Masia con precedentes como Cesc o Sergi Roberto, dirigió el juego cuando se lo permitieron los peleones rivales; el camerunés Wilfred Kaptoum resultó el más descarado del club de Primera División con regates y alguna incursión vertical y Gumbau firmó la mejor oportunidad de gol con un disparo desde el borde del área pasado el primer cuarto de hora.

Así, aunque la intensidad de los locales ofreció un partido sin pausas, tampoco el Barça se vio apurado por el equipo sero, puesto que sólo en saques de esquina o lanzamientos de falta cercanos se personaron en el área para probar a Masip. De hecho, el único susto para Luis Enrique se produjo cuando antes de acabar la primera parte Javi Sánchez se adelantó a sus marcadores, pero su remate salió alto.

En la segunda parte el cambio de escenario tuvo más que ver con el paso adelante de los visitantes, que por medio de Munir se acercaron más al gol porque se dispuso a aprovechar esa oportunidad de los minutos disponibles. Entonces los culés abrieron las bandas y más hombres se contagiaron de la actividad de Mathieu, quien hasta entonces era el sorprendente elemento más activo en ataque del Barcelona. Para entonces el conjunto extremeño decidió juntar más las líneas de su prudente 4-5-1 y agruparse para que las ayudas defensivas impidieran que cualquier desborde se convirtiera en un gol desmoralizador.

Diferencias salvadas

Con el Villanovense limitado por sus propias condiciones físicas y futbolísticas el Barcelona recibió mayores espacios, pero también fue incapaz de aprovecharlos, por lo que aumentó su sensación de un día de trabajo en el que vivieron más atentos del final del partido para regresar a casa que de desarrollar su superioridad. Sólo el cabezazo de Bartra en un saque de esquina que desvió Fuentes podría haber mejorado el ánimo de los culés. Es más, aunque el club local fue incapaz de guardar en su retina ese remate que luego pudieran recordar durante décadas como su gran oportunidad, los futbolistas locales se marcharon muy satisfechos por su actuación. Al fin y al cabo, el equipo de Segunda B fue el que más intención, corazón y concentración aportó al partido para regocijo de los obreros del césped.

La vuelta, en el Camp Nou, será el próximo 2 de diciembre y entonces al Barça probablemente no le bastará con un partido discreto, puesto que sus aficionados exigirán una goleada acorde a la diferencia de nivel entre un aspirante a la Liga de Campeones y un humilde club de Segunda B. Pero entonces el Villanovense contará con la posibilidad de una heroicidad con un tanto a favor si no encaja ninguno.