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Diego Martínez (d) es felicitado por el presidente del Sevilla, Jesús Castro, tras haber ascendido al filial a Segunda en Lleida.
Triunfos de plata con raíces en Albolote
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Triunfos de plata con raíces en Albolote

El vigués, que también desfiló por los banquillos del Arenas o el Motril, ha convertido al filial hispalense en el único que compite en Segunda

Sergio Yepes

Lunes, 26 de diciembre 2016, 01:10

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«Mis inicios fueron muy importantes, porque me permitieron desarrollarme y también que mi motivación aumentase, que la pasión se fuera alimentado. Por eso, los recuerdo con mucho agrado». Que el vigués Diego Martínez (16/12/1980) se encuentre ahora próximo a la alta pasarela futbolística nacional gracias a haber concatenado llamativos éxitos allende de las fronteras de Granada no implica necesariamente que se preste a renegar de sus más modestos orígenes. Aquellos que precisamente remiten a esta provincia y no se encauzaron por la vía de la resonancia mediática ni tampoco de la variada opulencia de que también disfruta ahora.

Es más, es seguro incluso que se siente «orgulloso» de todos y cada uno los credenciales de que se compone su carnet de identidad. Hoy se trata del entrenador que ha llevado al Sevilla Atlético a sus más altas cotas posibles -la Segunda división en la que ocupa la séptima posición- pero lo cierto es que en el pasado fue un modesto formador de talentos del CD Imperio. De un extinto conjunto perteneciente a la localidad de Albolote en el que dio el primer paso de lo que considera que está siendo una carrera propulsada por «un crecimiento paulatino, constante y sostenido».

Al reparar en ese punto cero de su trayectoria del que conserva «la pasión por este juego, la ilusión por perfeccionarme o por poder dar lo mejor de mí mismo», Martínez comienza por recordar que a principios de siglo se trasladó a Granada «para estudiar INEF», algo que «me marcó» recibiendo enseñanzas de «Juan Antón, de Luis Fradua o de David Cárdenas». Y que dio paso a que, una vez asentado en la ciudad, «empezara a a jugar -como carrilero por ambas bandas- en el Vandalia de Tercera o en el Imperio de Regional», justo donde dejaría la practica del fútbol tras una lesión de rodilla. Aprovecharía la oportunidad de entrenar que «me dio el entonces coordinador de filiales José Alfonso Morcillo», el actual preparador físico del Granada, al que relaciona con «una etapa enriquecedora» en la que «para nada» le mermaron las estrecheces económicas existentes.

«Dirigiendo a cadetes y juveniles comencé a adquirir una visión muy poliédrica del fútbol. A acumular experiencias que son muy diferentes a las actuales, que tuvieron lugar en contextos de gran dificultad y que también me fueron curtiendo, añadiendo matices positivos a mi personalidad y a mi desempeño como entrenador», dice quien al hacer repaso de su estancia en Albolote se reconoce como un eslabón más de una cadena formada también por «gente importante como Óscar Cano, Luis Bonilla, Jesús Roche, Francisco Martín o Pepe González», ante los que dice que mostró un perfil propio muy parecido al actual. «En lo que se refiere a dedicación y compromiso era lo mismo que ahora, lo que pasa es que en estos momentos tengo más medios y recursos para hacer mi trabajo». Eso, sin duda, es toda una ventaja en relación también a sus posteriores pasos por el Arenas, donde con 26 años se erigió en el técnico más joven de los que entrenaban en Tercera en la Liga 2006/07, o el Motril CF, al que clasificó para la fase de ascenso a Segunda B en la 2008/09. Y todo, dice, sin más preocupación que la de hacer bien su labor.

«Ni en Albolote, ni en Armilla, ni en Motril ni ahora. Nunca pensé a dónde iba a llegar ni tampoco en el siguiente paso que iba a dar. Siempre me centré en el presente. Aunque sí que es cierto que desde que empecé en esto me preocupé de estar preparado para cuando me llegasen retos mayores», advierte al referir de manera global aquella etapa en Granada que aún «tengo muy presente» y que le sirvió como lanzadera para llegar en 2009 al Sevilla, donde comenzó a disfrutar de un nuevo ciclo de sonados triunfos.

«El ascenso»

Porque lo cierto es que al juvenil lo convirtió en vencedor de la Copa de Campeones (2012), mientras que al Sevilla Atlético lo ascendió a Segunda (2016) una vez que en condición de asistente técnico del guipuzcoano Unai Emery había disfrutado también de la consecución de la Europa League que en 2014 el primer equipo hispalense labró frente al Benfica.

«Me quedo con todos estos éxitos. Sería injusto reseñar uno. Aunque sí que es verdad que el último fue un pelín más especial. Porque el ascenso a Segunda era algo impensable. Muy difícil tras tener que pasar tres eliminatorias con el equipo más joven de la categoría», dice quien así convirtió al Sevilla Atlético en el único filial con plaza en Segunda. Quien de este modo también pudo confirmar que con el paso de las últimas fechas «fui puliendo las habilidades que pensaba que eran necesarias para competir en el alto rendimiento». Las potencialidades, en definitiva, que ahora espera explotar para lograr «una salvación desahogada» en el que es su último año de contrato con los hispalenses y de una prometedora carrera iniciada entre nenes de Albolote.

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