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Ben Johnson (c) en el desarrollo de la prueba de 100 metros trata de superar a Luis Rodríguez (i).
El pinchazo del tramposo
ATLETISMO

El pinchazo del tramposo

Tras dar positivo en Seúl, Ben Johnson volvió al hectómetro firmando en Granada una quinta plaza hace ahora 26 años

Sergio Yepes

Viernes, 26 de mayo 2017, 01:44

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Tal día como ayer se podía festejar una de las efemérides más singulares de la historia del atletismo granadino. La de un acontecimiento excepcional que por su interés y envergadura llegaría a concitar la atención de los medios de comunicación y aficionados de todos los puntos del planeta, pese al decepcionante desenlace. Fue precisamente un 25 de mayo, pero de hace veintiséis años, el de 1991, cuando Benjamin Sinclair 'Ben' Johnson (30/12/1961) empleó la antigua pista del estadio de La Juventud para competir en el hectómetro por vez primera después de que la IAAF -la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo- le hubiera sancionado con dos años de inhabilitación tras hallar restos de estanozolol en la muestra de orina que se le practicó una vez que se había hecho con el oro en la final de los cien metros lisos de los Juegos Olímpicos de Seúl.

Con motivo de la octava edición del Memorial Núñez Blanca el atleta jamaicano de origen canadiense quiso comenzar a enjugar la decepción general que había causado el conocerse que el 24 de septiembre de 1988 se había servido de un esteroide anabólico sintético derivado de la dihidrotestosterona para establecer en 9.79 un récord del mundo frente al que entonces era su gran rival: el estadounidense que era conocido como 'hijo del viento', Carl Lewis. Pero pese a que esperaba compensar con una victoria que le relanzase los cerca de cuatro millones de pesetas que los medios dijeron que costó traerlo a la ciudad de la Alhambra lo cierto es que no pudo más que alcanzar la quinta posición con un más que decepcionante registro de 10.54.

La participación de Johnson en el evento con el que se vino tratando de honrar la figura del fondista granadino que el 21 de abril de 1984 había dado su vida por salvar a dos niños causó una enorme expectación en Granada. Por aquel entonces Ben Johnson seguía causando cierta curiosidad y revuelo por el morbo que despertaba su caso. Pero también por los bronces que obtuvo en las pruebas de 100 y de 4x100 de los Juegos de Los Ángeles de 1984 o los récords mundiales que logró en los 50 metros (de 5.55 en 1987) y en los 60 hasta en tres oportunidades (6.50 en 1986, 6.44 y 6.41 en 1987). Por eso también se explica que fuese seguida con la máxima atención la rueda de prensa que concedió justo tres días después de aquel 21 de mayo en que se anunció que efectivamente vendría.

«Feliz con mi trabajo»

Tan lacónico como en él siempre fue costumbre, contestó con el monosílabo «sí» cuando se le preguntó si se seguía sintiendo el hombre más veloz del planeta. Además, supo encontrar una coartada cuando se le cuestionó acerca de la pobre cuarta plaza que había firmado en la prueba de los 60 metros de la tercera edición del Campeonato Mundial en pista cubierta que se había celebrado en Sevilla del 8 al 10 de marzo de 1991.

«Corrí demasiadas veces durante la temporada de invierno. De lo contrario, creo que podía haber ganado. Pero, en general, estoy feliz con mi trabajo. He recuperado la confianza y me siento bien», dijo quien asimismo tuvo tiempo de hacer balance sobre cómo había encajado su constitución el par de años con el que fue castigado. «Considero que durante todo ese tiempo he perdido un 8% de mi potencia. A la vista de mis progresos durante los entrenamientos y en el gimnasio con las pesas, creo que he recuperado un 5% de mi poder. Sólo me resta un 3% para alcanzar las prestaciones de hace tres años. Creo que el margen de mejora es satisfactorio», comentó para así levantar ciertas expectativas que, sin embargo, quedarían reducidas a una auténtica desilusión.

Parecía que la carrera del Núñez Blanca iba a resultar accesible para el velocista, lo cierto es que la realidad fue otra. Johnson reaccionó bien en la salida, pero el estadounidense Dennis Mitchel, a la postre el vencedor con un crono de 10.18, realizó una extraordinaria progresión y a mitad de la prueba se desprendió como quiso del canadiense, que se quedaría en 10.54 tras comprobar también cómo le sobrepasaban otros tres rivales: el búlgaro Nikolay Antonov (10.49), el sevillano Luis Rodríguez (10.52) y el belga Paul Stevens (10.53).

«No me siento decepcionado. Llevo tres años sin competir en 100 metros y no me puede salir una buena carrera a la primera. He fallado en la segunda parte, pero creo que poco a poco me pondré en forma», comentó a la finalización el atleta, quien tuvo tiempo de percibir el descontento generado en la grada. «El público debe de comprender que necesito tiempo», añadió al respecto quien por su pobre rendimiento también copó los titulares de prensa, incluso a escala nacional. «Ben Johnson se arrastra en Granada», fue el más que elocuente empleado por Mundo Deportivo.

Pero el caso es que el atleta ya no levantaría cabeza ni daría muestras de haber aprendido la lección. En el Mundial de 1991 celebrado en Tokio participó, pero como parte del equipo de relevos canadiense de 4x100. En los Juegos de Barcelona de 1992 no pasó de semifinales de los cien metros, tropezándose y cruzando la línea de meta en la última posición con un sonrojante 10.70. Y así hasta que el 5 de marzo 1993 sería condenado a perpetuidad por la IAAF, ya que en el control que se le practicó 48 días antes con motivo de su concurso en Montreal dio exceso de testosterona (su coeficiente era 10.3 cuando lo permitido era de 6). Lo triste es que en 1999 le dejaron competir en Canadá y que el 16 de noviembre trascendería que había vuelto a dar positivo en un control voluntario al que se había sometido justo un mes antes. Se le detectó hidrocloriatiazida.

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