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Cristina Pajares. Posa junto a pesas en el gimnasio Pretorian de Maracena.
Un sponsor para el alto nivel internacional
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Un sponsor para el alto nivel internacional

Cristina Pajares, Víctor Vázquez y Abdelghani El Gharbi necesitan apoyos para mantener sus carreras

Sergio Yepes

Martes, 21 de marzo 2017, 02:30

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Cabe considerarlos como deportistas de alto nivel por cuanto sus rendimientos y clasificaciones los sitúan entre los mejores de Europa o incluso, del mundo. Pero a diferencia de aquellos que fueron acreditados como tales por el Consejo Superior de Deportes (CSD) carecen de ayudas públicas. Y así quedan desprotegidos para prodigarse en disciplinas que por ser de ámbito minoritario no sólo no recompensan sus méritos sino que incluso les hacen pagar un alto peaje. La colomereña Cristina Pajares, el capitalino Víctor Vázquez y el marroquí de adopción granadina Abdelghani El Gharbi 'El Gallo Negro' no sólo no han podido rentar el haber alcanzado las más altas cotas en especialidades tan variopintas como el bikini fitness, el powerlifting o el K1, sino que encima precisan de impulsos externos para que no se les pierda por los bolsillos las ganas por mantenerse en activo. Con un patrocinador les resultaría más sencillo el no desvanecer ante tanto sacrificio.

Como fruto al esmerado trabajo que completó a lo largo de tres años «muy sacrificados», Cristina Pajares (17/03/1989) logró en la ciudad polaca de Bialystok el 13 de noviembre ser campeona mundial 'amateur' en talla media -de 1,60 a 1,63 metros- de bikini fitness. De una disciplina que deriva del fisioculturismo, que está centrada en lograr la proporción corporal sin mucho detalle muscular visible y en la que se valora la prominencia del tren inferior, la estética facial, la elegancia al posar e incluso la sensualidad. Pero más que dinero la consecución le supuso quebraderos de cabeza. Porque los mil euros brutos con los que fue premiada no le compensan los costes que le suponen que el galardón se canjeara también con la 'obligatoriedad' de dar el salto a profesional, que es un ámbito en el que ya la IBFF -Federación Española de Fisicoculturismo y Fitness- no premia a quienes ganan campeonatos internacionales con la selección. El 10 de junio afrontará en Estados Unidos el Miami Beach Muscle Pro, el primero de los cuatro torneos a los que ha tenido que reducir un extenso calendario, y el dispendio es tremendo para esta limpiadora.

«Mensualmente se van 200 euros en suplementación, 70 en preparador y 38 en gimnasio. Y en la licencia, otros 500», anuales que son a los que hay que sumar casi cerca de 1.500 que exigirá su presencia en el evento de Florida, donde habrá que contar los gastos de su entrenador Jesús Ruiz. «978 euros nos cuestan los viajes, mientras que 420 la estancia de cuatro noches en un hotel», introduce Pajares para descubrir que su paso por la pasarela es también muy costosa. «La peluquería son 40 euros, el maquillaje 60, las uñas 25, el tinte del cuerpo 40, que es lo que me gasto también en complementos, mientras que los tacones suelen costar unos 240», lo cual «se justifica» porque tienen piedras de Swarovski. Una marca de productos de lujo fabricados con cristal tallado que también tiene su sello en la prenda estelar: el bikini.

«A mí me los proporciona uno de los pocos patrocinadores que tengo, RH Competición. Por eso me ahorro en torno a los 800 y los 1.200 euros», señala quien lamenta que «los premios de categoría profesional, que son muy difíciles de obtener, no cubran gastos». Y claro, eso supone que «quizás me tenga que retirar».

Al carecer de consideración de deporte olímpico las practicantes de bikini fitness no pueden aspirar a becas del CSD, que es algo que sufren también quienes se dedican al powerlifting. Esto es, un deporte de levantamiento de discos en tres eventos: la sentadilla, el press de banca y el peso muerto. En ella se consagró Víctor Vázquez (10/06/1995). Y ya no sólo porque en la segunda edición de la Copa de Europa celebrada en Alhaurín de la Torre el 1 de diciembre se convirtiera en el subcampeón absoluto en categoría de -93 kilos, sino porque logró el récord júnior nacional de su peso en sentadilla: 245 kilos. Pero todo eso sólo le reportó «una ayuda de 80 euros» de la AEP: la Asociación Española que regula la actividad en ausencia de una federación que proporcione ayudas.

Suplementación

«En suplementación se me van 40 euros al mes. Y en equipación, cada cierto tiempo, casi 500 euros por los 80 del maillot, los 80 de las rodilleras, los 40 de las muñequeras, los 200 del cinturón, los 60 de las zapatillas y los 18 de los calcetines, que son también especiales», dice Vázquez tras advertir que de forma anual se gasta «50 euros» en afiliarse a la AEP o «20 de ficha de club» -el Fuerza Granada-. Y eso sin contar con que cada participación en Campeonatos de España le suponen «30» mientras que los internacionales, «115», más «las estancias». «A la hora de buscar ayudas me encuentro con muchas puertas cerradas. Algunas empresas ni me contestan», lamenta este estudiante que en el Nacional absoluto que se celebra en Salamanca el 2 de abril tratará de dar por bueno el apoyo del «centro de fisioterapia Carmen Rojas y del gimnasio Triunfo».

Palabras parecidas podría suscribir Abdelghani El Gharbi 'El Gallo Negro' (10/10/1992), quien lo más que se llevó fue «una medalla» cuando en 2015 se proclamó en Portimao (Portugal) subcampeón del mundo 'amateur' de -75 kilos en K1: una variante del kickboxing en la que está permitida el golpeo con rodilla en la cabeza y el torso. Y en la que escasean las subvenciones, lo que motiva que «me tenga que buscar la vida para costearme». Cuando pelea en veladas privadas -el mejor de los escenarios-los promotores le pagan «viajes y unos 120 euros por pelea». Y así «es complicado» compensar la balanza.

«Al mes me gasto 30 euros en gimnasio, 60 en entrenamientos personalizados y 70 en suplementos» dice quien también debe desviar para la licencia anual (60) o para comprar material con una periodicidad trimestral: 150 entre guantes, tibiales y vendas. Clasificado para el reality de lucha Enfusion que en junio se celebra en Tailandia, donde le pagan estancia y aspirará a un contrato, este operario de una empresa de elaboración de ajo sueña con tener apoyos. «La gente no pone mucho empeño en ver mi deporte y así es complicado que salgan patrocinadores», concluye.

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