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Kwiatkowski gana el Mundial, Valverde de nuevo bronce
Ponferrada 2014

Kwiatkowski gana el Mundial, Valverde de nuevo bronce

El polaco logró el primer título mundial para su país y extrajo oro de una mina muy profunda

Benito Urraburu

Domingo, 28 de septiembre 2014, 16:32

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El nuevo campeón del mundo, el polaco Michal Kwiatkowski, tiene 24 años. Alejandro Valverde, que sumaba este domingo en Ponferrada su sexta medalla mundialista, la cuarta de bronce, tiene 34, igual que el segundo clasificado, el australiano Simon Gerrans, que también está en esa edad. Hay diez de diferencia años entre el medalla de oro y los dos ciclistas que le precedieron en el podio final. Valverde se tuvo que mover a cuatro kilómetros y medio de la meta, ya con Kwiatkowski delante, que había saltado tres kilómetros antes, en el descenso, en un zona complicada para moverse, en la que el vértigo de una caída seguro que estuvo presente en muchos ciclistas.

Si Valverde no hubiera atacado, sus opciones de medalla se hubieran difuminado puesto que en una llegada masiva había gente más rápida que él. Se trataba de hacer la mayor selección posible para jugársela con pocos ciclistas. Valverde y la selección hicieron lo que tenían que hacer. Lo que no esperaba el murciano, ni tampoco otros favoritos, es el factor sorpresa con el que jugó el polaco del Omega. Cuando Valverde quiso reaccionar, el oro ya tenía dueño.

Gerrans, que le dejaría sin la medalla de plata, jugó a lo que mejor sabe hacer, que le hagan otros el trabajo; Gilbert se sacrificó por Van Avermaet. Los mundiales siempre se hacen duros, pero no lo suficiente para que sufran cierto tipo de corredores. Es una constante en las citas en las que se juega el jersey arcoíris.

La selección española corrió con mucha sangre fría. Dejó que el trabajo inicial lo hiciese Polonia para anular la fuga de un cuarteto que llegó a tener quince minutos de ventaja. También hay que descubrirse ante el trabajo de Italia, que lo intentó todo para tratar de remediar lo irremediable, la falta de un corredor que pudiese pelear por las medallas.

Luego llegaría Australia, que no había metido ningún corredor en una escapada peligrosa y finalmente Francia, que se la jugó con Gallopin. Todos esos planteamientos los desbarató Michal Kwiatkowski, al que la vida le sonríe. El nuevo campeón del mundo de fondo en carretera puede decir que su carrera es una autopista en la que no tiene límite de velocidad. No es el primer título mundial que consigue. Ya lo hizo como juvenil cuando logró el título contrarreloj.

Muchos aspirantes

El conseguido en Ponferrada no se puede decir que sea el inicio de nada, sino la continuidad de una carrera que no se sabe muy bien hacia donde irá, pero en la que se conoce que es un ganador, un ciclista diferente, que atacó a siete kilómetros y medio de la meta, en un descenso complicado, en el que hacía falta arriesgar.

Lo hizo y nadie le pudo dar alcance. Ni el ataque de Purito, ni el trabajo de Castroviejo y Dani Moreno, ni tampoco el de Valverde, al que se pegó el australiano Simon Gerrans a rueda, uno de esos ciclistas que sabe sacar como nadie partido de chupar la rueda de los demás y esperar su momento en la llegada.

Queda un poso de tristeza, de cierta amargura por el bronce de Valverde. El oro parece ya prohibido para él, más que nada porque en los dos próximos mundiales, en Richmond (EE.UU.) y Catar, los trazados previstos son planos. El mérito de Valverde hay que buscarlo en su longevidad, no ya cómo ciclista, sino en la cita mundialista. Su primera medalla, de plata, la consiguió en 2003, hace once años, y desde entonces ha conseguido seis, todo un logro.

Valverde es muy bueno, pero lo cierto es que si se mira la nómina de ciclistas a los que se enfrentó en Ponferrada no hay nada que reprocharle. De los diez ciclistas que terminaron entre los diez primeros hace once años no queda nadie en la carretera, salvo él: Van Petegem, Bettini, Burger, Hamburguer, Barry, Paolini, Tombak thace mucho tiempo que no llevan un dorsal. El murciano sobrevive.

Se ira del ciclismo sin ganar un mundial. Condiciones y ocasiones para ganarlo ha tenido unas cuantas. No ha podido ser.

Este mundial salió como se esperaba. No hubo grandes sorpresas, ni tan siquiera con el ganador, que entraba en unos pronósticos muy amplios, quizá no en el primer círculo de favoritos, pero sí en el segundo.

Tácticamente se corrió como se esperaba, sin grandes sorpresas. Si hubiera que destacar algo, además del podio final, es la ambición de Polonia, que se puede considerar como una selección pequeña y corrió como una grande, además de la lección que dio Italia, dando la cara hasta que se la partieron.

Kwiatkowski, un ciclista que corre muy bien con lluvia, no quería llegar con ningún grupo, ni con el de los esprinters, ni con el de los clasicómanos, y tuvo piernas para intentar un imposible: primero atacar bajando y luego aguantar a la caballería que venía por detrás. Lo bordó. Su carrera resultó imparable en un mundial en el que su país le defendió hasta el final, para sacar oro de una mina muy profunda.

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