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Carlos Corts entra a canasta por la poblada zona rival para convertir una bandeja.
Estocada directa al corazón
BALONCESTO

Estocada directa al corazón

El Covirán pierde el quinto partido en un Palacio volcado que despide entre lágrimas a Jesús Fernández

Juanjo Martín

Miércoles, 24 de mayo 2017, 02:36

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Lo que estaba llamado a ser una noche mágica para el baloncesto granadino terminó en una tragedia al más puro estilo griego. El Palacio de los Deportes se engalanó para la ocasión, pero cuando se abrieron las puertas no hubo sonrisas sino lágrimas. Las derramadas por los aficionados y por los integrantes de un Covirán que, en el año que mejor se le había quedado el cuadro de 'play offs' -Alicante y Cambados eliminados en cuartos-, cayeron en el quinto partido frente a Zornotza (81-92).

La escuadra vizcaína supo siempre leer mejor el encuentro, sobre todo en una sublime segunda parte en la que sacó de sus casillas a un cuadro nazarí que tiró el partido -y por ende la eliminatoria y la campaña- por no elegir sabiamente en su toma de decisiones. Los vascos aprovecharon esa incertidumbre del rival para sacar un puñal y, cual matarife, clavárselo en el corazón a los rojinegros. Mataron así la ilusión de una afición que sí demostró ser de Oro, con más de seis mil personas de nuevo en las gradas del pabellón municipal del Zaidín.

El equipo de Garitaonandia, tras el varapalo de perder la opción de meterse en la final ante su público en el cuarto partido, demostró tener aprendida la lección. Una fuerte salida, como la vista en el triunfo del segundo duelo de este cruce, les colocó con un 4-13 nada más empezar. El acierto de Mutakabbir entraba en lo previsible, no así el de un Iriarte que firmó el mejor partido de la temporada y posiblemente de su carrera. El espigado interior balear, que había anotado varios triples a tablero en la eliminatoria, afinó la muñeca y se convirtió en una amenaza a la que ya no se le podía 'flotar' en defensa.

Con Iriarte por fuera y Vucetic en las cercanías del aro, el Covirán se topó con una primera piedra en el camino que atinó a sortear. Jesús Fernández saltó a la cancha y aprovechó el emparejamiento con Falzon para sacarle los colores al estadounidense en cada acción. Cinco puntos seguidos de Corts, espectacular en esta fase final, cerraron un cuarto en el que los nazaríes enderezaron el rumbo (24-19).

La falta de claridad en el bando anfitrión ya empezó a evidenciarse en el siguiente acto, en el que ambos equipos bajaron sus porcentajes de acierto. Al Zornotza las rotaciones no le sentaron nada bien y el Covirán siempre se benefició de los desajustes atrás del oponente. Hasta en tres posesiones De Lattibeaudiere se quedó con un exterior cubriéndole, explotando esa auténtico filón. El partido estaba para romperlo (41-31), pero una nueva ración de pérdidas rojinegras y dos canastas seguidas de Orellano -incluido el triple final sobre la bocina- salvaron a tiempo los muebles para los visitantes (44-38).

La reanudación no pudo dejar mejores augurios con la tercera personal de Vucetic y Fernández beneficiándose de ello en el poste bajo. En ese instante surgió la salvadora figura de Mutakabbir, autor de ocho puntos para abrir boca en este cuarto. Después fue Iriarte el que se encargó de capitalizar los ataques vizcaínos, añadiendo una decena más en su casillero de anotación.

El pívot vio el aro enorme, como una piscina, lo que quedó más visible que nunca con un triple mientras saltaba hacia atrás que golpeó la red (57-60). Uta apareció entonces para apagar ese pequeño incendio declarado en la escuadra anfitriona, que toleró 25 puntos de Zornotza en este acto.

Con 62-63 en el electrónico, aquel que manejara mejor los nervios y la ansiedad sería quien sellaría su pasaporte a la final. Un rebote ofensivo del rumano, quien le sacó la cuarta personal a Vucetic, fue la antesala de que los vizcaínos se metieran en bonus a más de ocho minutos de la conclusión. El escenario perfecto para buscar jugadas interiores con tal de acudir con asiduidad a la línea de personal. No obstante, nada de eso sucedió. El Covirán perdió el norte y se dejó llevar por las emociones, otorgando así una vida extra a unos visitantes atorados.

La zona local, con Bortolussi de '3', generó más de un problema a los vascos. Ahí apareció la pizca de fortuna que siempre necesitan los vencedores. Un triple de Iriarte y dos de Dani de la Rúa -sobre todo el último desde ocho metros- hizo añicos la ya débil de por sí integridad de los granadinos (67-74). El pulso tembló entonces y un jugador tradicionalmente infalible como 'Carlinhos' erró bandejas sencillas y acciones en el poste bajo, al que llevó a su par pero luego no anotó ante la intensidad del contrario. El malagueño reclamó falta en más de una ocasión, lo que terminó por 'cruzarle' por completo. El base acabó golpeando en la espalda a Cadot con el balón parado y tras cometer la quinta personal.

Al Covirán le entraron las prisas y, con su timonel desquiciado, sólo hubo un posible y funesto destino. De la Rúa se consagró como hombre al que darle la bola en los momentos calientes y el drama se confirmó. La tristeza se adueñó de los rostros de los miles de aficionados, que despidieron entre lágrimas a un Jesús Fernández que vivió anoche su último partido, lo mismo que el capitán Pablo García. Un triste capítulo final para ambos veteranos, testigos directos de la primera noche aciaga del Covirán. Un club acostumbrado a sufrir y vencer al final al que este año le tocó perder.

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