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'Harakiri' del Covirán en Amorebieta
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'Harakiri' del Covirán en Amorebieta

El cuadro nazarí fuerza una prórroga en la que se viene abajo y ahora está contra las cuerdas, a una derrota más de la eliminación

JUANJO MARTÍN

Viernes, 19 de mayo 2017, 23:10

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El Covirán tuvo en su mano la oportunidad de mantener la tradición y colocar el 1-2 en las semifinales de los 'play offs' de ascenso a la LEB Oro, como había ocurrido las siete veces anteriores que hubo un 1-1 en esta ronda. Sin embargo, tan fácil debió parecerle a un equipo acostumbrado a complicarse la vida que tiró por la borda todo el esfuerzo de los cuarenta minutos reglamentarios y del principio de la prórroga. Cuando más cerca estuvo del triunfo, se apartó de repente como el niño que recibe un manotazo cuando se aproxima a algo prohibido (81-80). Así las cosas, los nazaríes están al borde de la eliminación y mañana (12.30 horas) tendrán la obligación de ganar para no decir adiós a la temporada.

Desde el principio se comprobó que los rojinegros habían dejado la versión arrolladora en el hotel de concentración. El partido se asemejó más a un intercambio de golpes, en el que tan pronto se registró abundancia de sopapos (20-19 al final del primer cuarto) como inexistencia de los mismos -parcial 4-4 en los primeros seis minutos del segundo período-.

El encuentro transcurrió a tirones, lo que propició un desenlace apretado que siempre favorece a los anfitriones, un Zornotza que siempre genera un infernal ambiente de altos decibelios en su coqueta cancha de Larrea, de reducido graderío y donde apenas caben quinientas personas gracias a las sillas alrededor de la cancha.

En ese tipo de escenarios los colegiados suelen barren para casa y, pese a que cometieron errores en ambos lados de la pista, sí es cierto que la rigurosidad sobre los nazaríes en los contactos defensivos no encontró equivalencia con los locales. La diferencia en faltas (28 a 37) se tradujo en un aluvión de tiros libres que no fue letal por la falta de acierto de los vascos, que acudieron hasta en 42 ocasiones a la línea de personal, por 24 los granadinos.

A pesar de esa enorme diferencia, el Covirán estuvo siempre dentro del partido y eso que Salazar se lo puso difícil al principio. Los rebotes y acciones interiores del alero trajeron por el camino de la amargura a unos rojinegros que sobrevivieron gracias a los bombeados triples de Corts. El base rescató a los suyos en el momento de mas debilidad y les colocó por delante (32-34 en el intermedio) por mucho que se estuviera muy lejos de la perfección.

El férreo marcaje de 'Carlinhos' sobre Mutakabbir anuló a una de las dos amenazas exteriores de Zornotza. En cambio, Cadot siguió castigando al contrincante sin que Milekovic ni Lafuente lograran frenar al bahameño. Eso sí, el croata nazarí al menos sacó provecho de sus múltiples minutos como '4' para alejar a su par del aro y hacer daño desde más allá del perímetro.

El electrónico se movió en pequeñas distancias para uno y otro equipo, aunque los vascos acariciaron la victoria a cuatro segundos del final y tres puntos arriba. En ese instante apareció Milekovic para clavar un estratosférico triple nada más recibir y desde ocho metros largos que silenció Larrea (70-70). El Covirán gozó así de una vida extra que desperdició antes con malos tiros, pésimas decisiones y endeblez en la pintura, pecados que se repitieron en el tiempo extra en el momento más dulce de los visitantes (72-76), una pizca más enteros ante el carrusel de eliminados por faltas.

Una inexistente antideportiva acercó a un temeroso Zornotza que no se creyó la desidia nazarí de los compases finales. El triple de Lafuente (77-79) lo respondió sobre la marcha Torres, el último pívot de la rotación interior de los locales. Uta se dejó un tiro libre, Cadot atacó el aro con valentía (81-80) y halló su premio, mientras que en la última jugada Bowie perdió la bola y la flecha de la lucha, una auténtica moneda al aire que debería ser erradicada, regaló la posesión final a una escuadra vizcaína que paladea ya la final a costa de un Covirán que está más arrinconado que nunca.

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