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Matt White penetra a canasta ante Tod Murphy en un partido del Puleva de la Liga 1988/99.
Matt White, crónica negra de un homicidio
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Matt White, crónica negra de un homicidio

Se cumplen cuatro años desde que el cuerpo del pívot del Puleva fuera encontrado apuñalado y sin vida en su domicilio de Pensilvania

Sergio Yepes

Martes, 14 de febrero 2017, 02:30

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Tal día como hoy se cumplen cuatro años de uno de los hechos más luctuosos que quedaron asociados a la historia del extinto club Oximesa. Del descubrimiento de una sinrazón que, seguro, estremeció a todos cuantos abarrotaron el pabellón José Antonio Murado en la etapa en que el equipo de Albolote presumió del patrocinio de la industria láctea Puleva. El 11 de febrero de 2013 fue hallado el cuerpo sin vida de quien se tratase de uno de sus más señalados jugadores, el pívot neoyorquino Matt White. Se encontraba postrado en la cama de su domicilio familiar, en Nether Providence, en el condado de Delaware del estado estadounidense de Pensilvania. Y los signos de violencia y herida con arma blanca que presentaba su cuello dieron paso a otra realidad atroz. La causante del apuñalamiento que había tenido lugar la noche anterior y que motivó su fallecimiento por desangramiento a los 55 años de edad había sido María Reyes García Pellón. Ni más ni menos que la vallisoletana entonces de 52 con la que había contraído matrimonio en 1994 y que previamente había sido testigo de algunos de sus éxitos deportivos.

La investigación que se abrió de inmediato brindó muy pronto resultados. Una vez que el exjugador se había quedado dormido, su pareja lo apuñaló con un cuchillo que tomó de la cocina. Y con el cuerpo inerte de su marido sobre el colchón se cambió de ropa y fue a casa de una amiga para razonar las causas del crimen, poco antes de ser detenida. «Le cacé viendo pornografía infantil. Me encantan las niñas y tuve que hacerlo». Un alegato sobrecogedor, sin duda, pero al que nunca pudo trasladar veracidad. Y que, sin embargo, no motivó que se inflase la pena con que fue condenada el 27 de febrero de 2015. Y es que lo que sí que se pudo evidenciar es que la española sufría de esquizofrenia y trastorno bipolar desde inicios de siglo. Y de ahí precisamente que no estuviera en su sano juicio cuando cometió «homicidio voluntario» y que el juez Kevin F. Nelly dictaminara que cumpliera en el hospital psiquiátrico de Norristown, en el estado de Montgomery, una reclusión máxima de veintitrés meses, y mínima de once y medio. Que son plazos que ya cumplieron y dieron prolongación a una historia entre amorosa y macabra que seguro que tuvo parada en Granada. La ciudad en la que aún hoy el 'center' es recordado.

Tras concluir su periplo en los Penn Quakers de la Liga universitaria NCAA 1, Matthew Preston White Wangler (15/08/1957) conoció a su mujer en 1979, que es cuando se enroló en el Valladolid Miñón para disputar la Copa Korac. A orillas del Pisuerga los presentó el también exjugador Samuel Puente y la relación fue creciendo pese a su carrera itinerante, que le llevó a desfilar también por el Náutico de Tenerife (1980/81) y ya como nacionalizado español por el Cacaolat de Granollers (1983-1988), el Puleva (1988-90), el Valvi Girona (1990-92) y el Clas Gijón (1992), que es donde se retiró y empezó a cambiar su existencia. De hecho, la pareja se fue a vivir a un suburbio de Pensilvania, que es donde él trabajó como financiero y ella, como profesora de apoyo en una escuela. Sus hijos Ana y Matthew acabaron de afianzar la relación al par que fueron testigos de cómo diferentes episodios de salud dificultaron la convivencia.

Infarto cerebral

En 2009, Matt White sufrió un infarto cerebral que obligó a la familia a trasladarse a una casa de una sola planta, en el vecindario acomodado en el que encontró la muerte. Pero mucho antes, en 2001, tuvo lugar un hecho más grave y determinante en el transcurso del fatal acontecimiento. Y es que fue entonces cuando García Pellón comenzó a presentar síntomas del trastorno mental por el que se sentía perseguida por diferentes mafias, que le supuso recibir tratamiento y que seguramente fue uno de los principales causantes de que en 2007 ya intentara suicidarse. Y a ese cuadro clínico de alteraciones de la personalidad, alucinaciones y pérdida del contacto con la realidad es al que se aferró su defensa cuando se trató de depurar responsabilidades en el proceso sin jurado que culminó el 4 diciembre de 2014.

La asistente del fiscal, Katie Magee, incidió en que al demostrarse la falsedad de la coartada de la pornografía infantil quedaba en evidencia que la vallisoletana discernía el día de autos con claridad entre el bien y el mal, y que sólo buscaba una justificación para el crimen. Entretanto, el abogado defensor, Thomas Bergstrom, demostró dos hechos concluyentes para obtener un veredicto «positivo». El primero, que la tragedia se produjo cuando la acusada dejó de tomar la medicación prescrita. Y el segundo, que el mismo día del apuñalamiento, García-Pellón visitó a Scott y Collen Shepard, un matrimonio amigo, para alertarles que su teléfono y línea de Internet estaban controlados por «los chinos». Que es lo que motivó que la pareja se alertara y diera aviso a White, quien inmediatamente llevó a su esposa al Riddle Memorial Hospital, logrando que se concertara una cita con un psiquiatra para el día siguiente que, por desgracia, jamás tuvo lugar.

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