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Jackson, el líder del 'top mantas' en Granada
BALONCESTO

Jackson, el líder del 'top mantas' en Granada

El escolta de Oregón fue el extracomunitario que peor rindió de entre todos los que representaron a conjuntos de esta ciudad en la Liga ACB

Sergio Yepes

Jueves, 17 de noviembre 2016, 03:18

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El 26 de febrero de 2006 se incorporó a la disciplina del CB Granada con la vitola de ser «un jugador que sabe pasar, que es capaz de anotar y que tiene un considerable rango de tiro. Que por sus características podrá complementar al resto de la plantilla». Pero lo cierto es que cuarenta y seis días después, un martes 12 de abril, hubo que cortarlo no sólo por incumplir las atractivas previsiones del director general Oriol Humet, sino que también por haber protagonizado diversos actos de indisciplina que empañaron su promesa de «hacer siempre lo que me pida el técnico». Por firmar, en definitiva, las estadísticas que hoy se sabe que lo convirtieron en el peor extracomunitario de todos cuantos representaron a la ciudad en la competición de la Liga ACB. Y es que a pesar de que llegó «emocionado» y «motivado» por «la gran oportunidad que se me brinda en España» a lo más que llegó el escolta norteamericano de Oregón David Lee Jackson (21/09/1978) fue a protagonizar un paso fugaz por la entidad nazarí -tanto que casi cuesta recordarlo- y así convertirse en el líder de un simbólico 'top mantas'. Una distinción ganada a pulso si se observa que su valoración media en los cinco partidos que disputó en la Liga fue de -3.

'Jack', que es así como quería que se le conociera, pisó por primera vez la ciudad de la Alhambra en un momento en el que el séptimo proyecto en la élite del 'Cebé' se encontraba en calma relativa: nueve victorias y doce derrotas a falta sólo de trece partidos para la conclusión del campeonato. Un bagaje más que aceptable que se vio impulsado porque desde su llegada, casi dos meses antes, Borchardt se había convertido en el 'center' que Sergio Valdeolmillos necesitaba tras las experiencias fallidas con los también estadounidenses Corsley Edwards o Jerome Beasley.

Sin embargo, todo fue a peor con el jugador de 1,94 metros que procedía del conjunto de la CBA Idaho Stampede y con el que se trató de complementar al italo-argentino Juan Ignacio Jasen en la posición de escolta tras la salida del norteamericano con pasaporte italiano Raymond Tutt. Y es que a pesar de que en el acto de su presentación dijo haberse incorporado «con la única idea de ganar», lo cierto es que se saldaron con derrotas los cuatro primeros partidos que estuvo en pista. Y todo, después de que firmara actuaciones memorables, pero por lo lamentables.

En el choque de su debut ante Unicaja (85-75) los doce minutos que estuvo en cancha se saldaron sin que estrenara su casillero de puntos y con un -4 de valoración, mientras que en el siguiente ante Manresa (95-72) lo hizo aún peor (-6) en catorce, pese a que sí logró convertir uno de los dos tiros libres de que dispuso. Con esta carta de presentación, no es de extrañar que ante el Fórum (88-93) sólo dispusiera de seis minutos más -2 puntos y 0 de valoración- o que fallara estrepitosamente en la última gran oportunidad que le fue concedida ante Girona, donde fue uno de los principales responsables del naufragio (96-71) al sólo poder aportar tres rebotes y una asistencia en los veinte minutos que actuó con -5 de valoración. Sin duda, una actuación muy deficiente que motivó que se comenzara a diligenciar su 'pasaporte' de salida y que convirtiera en anecdótica su presencia en los dos últimos choques con los granadinos, el primero saldado con victoria. Baste decir que contra Pamesa Valencia (86-70) disfrutó únicamente de 1,34 minutos -se dijo que formó por error en el quinteto titular- y que contra el Taugrés (78-66) ni siquiera llegó a saltar a pista tras dar la nota. Y es que en el hotel de concentración montó un follón porque quería dormir solo en la habitación y no con un compañero, mientras que ya en el descanso del partido le tuvo que reprender Valdeolmillos por no estar atento, lo que motivó que se enfadara y se quedara botando el balón en el centro del campo mientras sus compañeros realizaban la rueda de lanzamiento previa al inicio del segundo periodo.

Un par de gestos que acabaron de estropear su cartel y lo consagraron definitivamente como el más malo entre los malos. Y no sólo precisamente en el equipo que sin él pasó de la décimo cuarta plaza a la anterior.

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