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Vlado Scepanovic, en la actualidad.
«Borchardt fue el auténtico MVP de la ACB dos años seguidos»
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«Borchardt fue el auténtico MVP de la ACB dos años seguidos»

Vlado Scepanovic, exjugador del CB Granada

JOSÉ MANUEL PUERTAS

Martes, 18 de octubre 2016, 02:09

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Vlado Scepanovic (Kolasin, Montenegro, 13 de noviembre de 1975) llegó a Granada en el verano de 2007 convirtiéndose de inmediato en uno de los líderes del vestuario dirigido entonces por Sergio Valdeolmillos, debido a su amplio bagaje en equipos punteros del continente, y a un palmarés en el que destacaba el Mundial de Atenas 1998, con los colores de la antigua Yugoslavia. Eran los años de vino y rosas del extinto CB Granada, por el que el balcánico pasó dejando recuerdos de una enorme capacidad competitiva y «buenos amigos». Casi una década después, atiende a IDEAL durante el Zadar Dogus Basketball Tournament, admitiendo no saber nada sobre el baloncesto a los pies de la Alhambra «más allá de alguna cosa que leí por Internet, pero no demasiado». Una vez puesto al día del nuevo status, y los ascensos del Covirán Granada, el actual entrenador del Buducnost Podgorica, el club más importante de Montenegro, esboza una sonrisa melancólica y lanza un compromiso. «Intentaré ver algún partido este año», señala, antes de reivindicar a su ex compañero Curtis Borchardt con un reconocimiento que nunca tuvo.

-¿Cómo son sus recuerdos de Granada?

-Fantásticos, de verdad. Pasé dos años excelentes allí. Sinceramente, la echo mucho de menos, me sentí integrado, como en casa y nunca he vuelto por la ciudad. Tengo que ir pero ahora mismo es imposible. Tengo muchas cosas que hacer, pero me gustaría ir el verano que viene.

-¿Seguramente los recuerdos económicos fueron peores?

-Los problemas económicos los entiendo. Soy de un país en el que las cosas también están muy mal. Pasan en los clubes. No tengo ninguna mala impresión de Granada por eso, la recuerdo muy gratamente.

-¿Se le pagó todo finalmente?

-No cobré todo, pero insisto en que lo entiendo.

-Si tuviera que remarcar un momento, ¿podría ser aquel partido ante el Joventut en el que se estuvieron a punto de clasificarse para la Copa del Rey, con el Palacio a reventar?

-Puede ser, sí. El Palacio estaba increíble, lo tuvimos cerca. Pero recuerdo que me rompí la mano aquel día (fractura tiroidea del cuarto metacarpiano del dedo anular de la mano izquierda). Hay un día que recuerdo más. Fue aquel partido en mi primer año, contra el TAU Cerámica, último de liga, jugándonos la permanencia. Fue una situación fantástica vivir aquello.

-Aquel día usted se cabreó bastante con Dylan Page en los últimos instantes, cuando él cogió la responsabilidad. ¿Qué pasó?

-¡Sí, y falló los dos tiros libres! (risas). Recuerdo que en el tiempo muerto habíamos acordado que yo recibiera el balón y que me hicieran la falta. Creía en mí mismo. Siempre he querido ganar, me encanta, y nunca dudaba en jugarme la última posesión. Creo que es por eso que reaccioné así, en los partidos podía volverme un poco loco (risas).

-Aquel partido siempre será recordado por un nombre: Pops Mensah Bonsu.

-Antes del partido teníamos pocas opciones de salvarnos. La llegada de Mensah Bonsu nos permitió dar el 100%, era un gran jugador. Nos ayudó mucho bajo los aros con su calidad. Habíamos sufrido demasiado. Fue algo fantástico.

-Jugó dos años con Curtis Borchardt en Granada. ¡Qué jugador!

-Era el mejor jugador de la liga, seguro. Fue el MVP dos años seguidos (nota: nunca se le concedió tal distinción por parte de la ACB, por más que coleccionara galardones mensuales y de jornadas). Esto lo explica todo sobre él. Era un jugador fantástico pero sobre todo un tipo sensacional. Nos lideró y ayudó mucho.

-Pero el jefe del vestuario realmente era usted.

-Era el más veterano, con más experiencia que el resto. Había jugado mundiales, partidos con Panathinaikos, Efes Pilsen, clubes de alto nivel. Era algo normal.

-¿Qué pasó en su segundo año entre usted, Aleks Maric y Trifón Poch?

-Estas cosas son normales en el deporte. Los tres teníamos una personalidad compleja y a veces pasa en las relaciones en los equipos. Quizá Aleks y yo no entendimos su comportamiento. Pero no fue nada realmente malo ni serio.

-Este año afronta un nuevo reto, como entrenador jefe del club de su vida, el Buducnost de Podgorica. ¿Cómo se siente?

-Es algo nuevo para mí. Acabo de terminar mis estudios sobre baloncesto en la universidad del Deporte y he decidido empezar una carrera en un nuevo rol en un gran club. Buducnost es un gran equipo. Acabó primero de la temporada regular de la Liga Adriática el año pasado, aunque perdieron la semifinal contra el Mega. Para mí es sin duda una gran oportunidad.

-¿Durante su carrera como jugador ya se veía en el banquillo?

-Sí. Lo pensé los cinco últimos años y empecé a prepararme para ello.

-¿Y qué sucede con el basket en su país?

-En 2006, cuando yo todavía jugaba, con gente como Drobnjak, Cook..., jugamos el Eurobasket de Lituana, aunque el resultado no fue el mejor. Pero a partir de entonces, algo nos falta, y no sé lo que es. Tenemos buenos jugadores: Vucevic, Todorovic, Pekovic, Dubljevic. Nos hemos vuelto a meter en el Eurobasket pero hay algo que falta para el alto nivel. Somos un país pequeño, no nos sobran jugadores, tenemos problemas económicos. Cada año, diez o quince jóvenes se van del país, a grandes clubes europeos. Para nosotros es un gran problema.

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