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Ramón L. Pérez
Granada es 'turismoadicta'

Granada es 'turismoadicta'

El turismo es un maná imprescindible, pero el carácter estacional de la demanda hace que la ocupación media ronde el 50%, mientras que hay semanas de masificación que crean problemas en lugares como el Centro histórico o el Albaicín

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Domingo, 10 de septiembre 2017, 02:06

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Ni turismofilia ni turismofobia: Granada es turismoadicta. En el conjunto del año 2016, fueron casi tres millones los turistas y 5.781.191 las pernoctaciones. La Alhambra, con 2,6 millones de visitas, bate récords de afluencia año tras año y el sector emplea en Granada a una media de 50.000 personas que suponen el 15% del empleo total. También supone el mismo 15% del PIB.

Lo dice a las claras Trinitario Betoret, presidente de la Federación de Empresas de Hostelería y Turismo de Granada: «El turismo es la gallina de los huevos de oro», y a continuación, sostiene que en Granada «no hay turismofobia. Nada de nada», remacha. «Lo que sí ocurre es que generamos adicción en los turistas porque Granada es un destino ejemplar». Otra cosa es que Betoret considere «necesario» el debate que ha saltado este verano a las portadas de los periódicos sobre la masificación turística y otros 'palabros' como la gentrificación o la 'parquetematización' de los centros históricos. Algo que en Palma de Mallorca, Barcelona o San Sebastián ha provocado la aparición de pintadas contra los turistas, reparto de pegatinas, pancartas o algún incidente como ataques a autobuses o trenes turísticos.

«El debate es necesario», repite Betoret, «pero no provocado por la turismofobia, sino que en Granada hay que decidir el modelo de ciudad que queremos. Siendo nulo el sector industrial, nos quedamos con la industria turística que se hace eco de un magnífico recurso como es la Alhambra, generador por si mismo de más de 2,5 millones de visitas, y luego, la UGR. Sí, es necesario el debate y el modelo de la ciudad fundado en estos dos sectores estratégicos que pueden paliar los cambios estructurales de cara al futuro».

Pero la pregunta concreta: ¿Y la turismofobia? «Lo de la turismofobia hay que ver dónde se ha planteado y qué hay detrás. Una ciudad como Barcelona, con su cambio de modelo en su momento, con una rentabilidad hotelera estupenda, no tiene por qué sufrir este tipo de acciones. Son acciones que no son reales. Tiene su discurso y su cobertura y lleva aparejado cuestiones que no tienen que ver con el turismo».

La concejala de Turismo, Raquel Ruz, también se apremia a contextualizar el concepto: «A lo mejor es para conseguir audiencia en los medios, pero es cierto que hay que incidir en el turismo sostenible. Igual también estamos viendo el resultado de un turismo con centros históricos gentrificados (con poblaciones originales sustituidas por otras más potentes económicamente) y convertidos en parques temáticos».

Respecto a la 'turismofobia' en Granada, Raquel Ruz entiende que «es cierto que sí hay vecinos de ciertas zonas de la ciudad que soportan la presencia de turistas. Por eso el debate está en la calle, pero vinculado también a la ocupación de los espacios públicos. Y por el tema del daño que están haciendo los establecimientos irregulares e ilegales en los barrios históricos, que causan molestias a los vecinos. Pero la línea es perseguirles, no acabar con el turismo».

La masificación

Un aspecto que ha hecho brotar esta llamada turismofobia es la masificación. Betoret entiende al respecto que «de un tiempo a esta parte vivimos una euforia turística desarrollada por gente que no es empresaria, que no genera riqueza ni empleo. Han visto un hueco para un beneficio rápido que se lo quedan y no participan en la economía global del territorio».

Tiene datos. «Si en Granada ciudad hay 15.000 plazas hoteleras, y desde la Federación llevamos avisando de que hay sobreoferta, si le sumamos el informe Exceltur, que dice que Granada está por encima de las 13.000 plazas de alojamiento extrahoteleras, resulta que en muy poco tiempo se ha duplicado la capacidad de alojamiento».

La cuestión entonces es saber si hay masificación turística en Granada, si hay demasiadas plazas o muy pocas. La concejala Raquel Ruz contesta que «en Granada estamos lejos del colapso turístico, sobre todo porque no apostamos por la cantidad. Tenemos una planta hotelera bien dimensionada, y la lucha es mejorar los servicios y apostar por el turismo de nivel, que permanezca más días y con gasto medio más alto. Apostamos también por este turismo, como el de congresos, que entendemos que es sostenible y de calidad».

Turismo estacional

El crecimiento desbordante del turismo en un lapso pequeño de tiempo tiene consecuencias sobre todo en los cascos antiguos. La concejala Raquel Ruz cree que «se nota sobre todo en los barrios históricos. Hay una excesiva ocupación de vía pública de terrazas y comercios y -por otro lado-, el caso de los establecimientos irregulares en viviendas del casco histórico. Sin embargo, el proceso de gentrificación lo veo más lejos». Por su parte, Trinitario Betoret asegura que «tenemos el Albaicín precioso dejado de la mano de dios por las administraciones, siendo un reclamo de primer orden, yendo la gente a verlo, quieren verlo. Esto provoca malestar en los vecinos, no contra el turismo sino de cómo está el barrio. No creo que a nadie le quepa en la cabeza que el turismo en esta ciudad viene a hacer daño sino a dejar dinero».

Francisco Montañés, arquitecto experto en patrimonio, considera que «la turismofobia es minoritaria. El turismo es fuente de riqueza en Granada y la gente lo sabe muy bien. Además, ha afectado poco a la vida cotidiana porque la inmensa mayoría del turismo se deriva a la Alhambra, que está arriba de la ciudad, y con el nuevo acceso vienen y se van». Pero sí detecta una consecuencia negativa: «El problema es cuando aparece el fenómeno de los apartamentos turísticos, porque sí empieza a afectar a la vida cotidiana. Y resulta que es un buen negocio. En el Albaicín es bastante evidente porque es muy turístico, pero en el Realejo y en el Centro empieza el fenómeno y desplaza el alquiler tradicional. Y suben los precios. Todos conocemos a gente que antes alquilaba por meses o cursos y ahora alquila por días. Y esto afecta a la vida del ciudadano».

El delegado de Turismo de la Junta en Granada, Guillermo Quero, coincide en que la principal preocupación en Granada con respecto al turismo «pasa por el riesgo de una subida de precios en viviendas que dificulte el acceso de las mismas a la población tradicional». Respecto a la tasa turística, ve claro que «es algo que tiene que decidirse de forma participada entre Ayuntamiento y agentes sociales y definir muy bien cuál es el destino de lo recaudado».

Quero entiende que «la planificación turística tiene que ser transversal y debe contemplar acciones en diversos ámbitos, como son el urbanístico, medioambiental, patrimonial y cultural, sanitario, de seguridad... En Andalucía no se prevén acciones como las vistas en otros territorios, precisamente por el trabajo que se viene realizando de planificación turística desde hace muchos años. Aun así no se puede bajar la guardia en ningún momento y hay que tener espacios de participación permanentes».

Hablan los albaicineros

Antonio Jiménez, presidente de la asociación de vecinos del Albaicín, explica que «culturalmente, por tradición, es imposible que Granada padezca turismofobia. Y además, el propio concepto no es correcto». De esta forma, argumentan que lejos de filias y fobias, el Albaicín está en pleno proceso de abandono con una serie de problemas que hay que abordar y resolver. Hablan entonces de la peatonalización y de la movilidad, de la ocupación de la vía pública, de la contaminación acústica y del descontrol que existe por parte de la administración sobre los apartamentos turísticos y todo este tipo de alojamientos.

Una vez más, se apunta a la explosión de este tipo de negocio de alojamiento turístico como posible causa de los problemas añadidos. «Pero no hay que criminalizar, cuidado», matiza Antonio Jiménez. «Hay que regular, y controlar, que no es lo mismo». «Estos tipos de apartamentos, es cierto, han crecido como setas, porque tienen más facilidades y en un contexto de crisis. En un barrio como el Albaicín se han convertido rápidamente en una fuente de ingresos sencilla. Pero nunca son un problema si hay una buena regulación. Lo que hay que recordar ahora es que la despoblación y la especulación fueron los grandes problemas del Albaicín, que lo han dejado como está ahora, sin vecinos y sin servicios», remarca.

Resume el sentir del Albaicín Margarita Marín, también de la asociación de vecinos: «No es turismofobia, es algo así como 'turismocansancio'».

«Siempre hemos huido del turismo de masas, queremos turismo sostenible. No es la cantidad de turistas de bajo coste, que era el modelo del anterior equipo de gobierno, de borrachera y despedidas de soltero. Apostamos por centros históricos vivos y que los vecinos vivan en el Centro y Albaicín, siempre lo hemos dicho, y tenemos una apuesta por el turismo de calidad, vinculado a la historia, a los congresos, a la ciencia. A Fitur fuimos con el proyecto de 'Granada ciudad de la música'. Estamos en la carrera de Granada Capital Europea de la Cultura 2031. Es nuestro camino. Y, además, queremos que se persiga a los establecimientos ilegales que hacen competencia desleal. Hay que sumar el esfuerzo por ordenar la ocupación de vía pública con el entorno. Estamos estudiando todo y ya en periodo de alegaciones. En cuanto esté resuelto empezaremos a ejecutarlo». También se pronuncia la concejala Raquel Ruz sobre el tema de los apartamentos turísticos, a los que se señala como principales culpables de este turismo depredador y que expulsa a los vecinos de los barrios históricos. «Creo que esas plataformas digitales tendrían que tener más control. Hay que recuperar población en los centros históricos, hay que evitar la despoblación mejorando servicios. Vivir en el Centro tiene inconvenientes que hay que paliar con mejores servicios». Y un tema candente, la tasa turística, que ahora parece que la Junta ha reabierto. «Para implantar una tasa histórica tiene que haber una norma que ahora no existe. Debería haber un proceso legislativo en el Parlamento que no hay. Y si se da, lo estudiaremos con el sector. El debate sobre la tasa turística sigue. Veremos el resultado del proceso legislativo autonómico antes de bajarlo a nivel municipal».

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