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El cineasta estadounidense Mel Gibson.
El renacer de Mel Gibson

El renacer de Mel Gibson

El actor opta al Oscar a mejor director 21 años después de ganarlo con ‘Braveheart’

mikel labastida

Lunes, 20 de febrero 2017, 11:35

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En la misma semana en que se convirtió en padre por novena vez (lo de familia numerosa se queda corto con él) Mel Gibson recibió una nominación a los Oscar como mejor director. El futuro niño ha llegado con un pan debajo del brazo sin ni siquiera nacer. El caso es que el pan alcanzó hasta seis categorías en las que el filme que este director ha dirigido, Hasta el último hombre, podría conseguir estatuilla, incluyendo las de mejor película y mejor actor.

Resulta curioso porque Gibson había atravesado una etapa en la que le había tocado descender a los infiernos y nadie esperaba que fuese a resurgir de esos lares. Hace once años fue arrestado por conducir borracho y protagonizó una de esas escenas de película en la que el detenido se rebela contra la autoridad y termina entre rejas. Se le condenó a tres años de libertad condicional y tuvo que someterse a un tratamiento de recuperación del alcoholismo. Era la enésima polémica en la que se veía envuelto el actor y realizador. Ya en los años 80 provocó un accidente por ir ebrio y durante algunas temporadas entraba y salía de Alcohólicos Anónimos. Llegó a confesar que no recordaba su vida sin beber y que siendo un adolescente se inició en una adicción de la que no sabía cómo salir. Ni su familia, ni sus fans, ni su religión le podían ayudar.

Católico tradicionalista nunca ha ocultado unas ideas conservadoras y bastante retrógadas. Antisemita y homófobo se ha esforzado poco por ocultar su animadversión hacia los gays y los judíos. A los primero ha ridiculizado en varias ocasiones y a los segundos los ha acusado de promover guerras, en otras desafortunadas declaraciones. Por todo ello es lógico que tenga a medio Hollywood en contra. Sin embargo en otras lugares ha encontrado más apoyo, de hecho fue propuesto incluso para representar a los republicanos para alcanzar la Casa Blanca. Ninguna de estas situaciones le han alejado de la gran pantalla, donde ha demostrado unas dotes correctas como intérprete y director y un feeling con el espectador.

21 años han pasado desde que la Academia de Hollywood reconoció a este profesional por uno de sus trabajos, Braveheart, que logró el galardón a la mejor película y director. Desde entonces su trabajo en otros títulos, como Rescate o Apocalypto, han sido ninguneados.

Nacido en el seno de otra familia numerosa (es el sexto de once hermanos) Mel Columcille Gerard Gibson (1956) nació en el condado neoyorquino de Peekskill, pero pasó gran parte de su infancia en Australia. Conquistó la meca del cine gracias a su participación en la serie de filmes Mad Max emplazada en un futuro dominado por motoristas. Más tarde llegaría otra saga de éxito, Arma Letal, en la que dio vida al detective Martin Riggs. Durante los ochenta y noventa se convierte en chico de moda gracias a producciones como Hamlet, Eternamente joven o Maverick.

Debutó en la dirección con El hombre sin rostro, basada en la novela homónima de Isabelle Holland, en torno a un niño que padece distintos conflictos familiares y encuentra ayuda en un extraño hombre con el rostro desfigurado. La buena recepción de este título le llevó a comandar esa gran producción épica que es Braveheart, sobre William Wallace, héroe de la Primera Guerra de Independencia de Escocia que batalló contra la ocupación inglesa del rey Eduardo I de Inglaterra.

Gibson aspira ahora a repetir la hazaña de hace dos décadas con una película (de nuevo bélica) basada en un sargento americano clave en la batalla de Okinawa en la Segunda Guerra Mundial.

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