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Luis Tosar.
Luis Tosar: Un duro de tierno corazón

Luis Tosar: Un duro de tierno corazón

El actor podría llevarse su cuarto Goya por su papel en 'El desconocido', donde se mete en la piel de un banquero chantajeado por un afectado de las preferentes

angélica tanarro

Viernes, 29 de enero 2016, 12:39

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Durante la práctica totalidad del metraje de 'El desconocido', la película que podría llevarle hasta su cuarto Goya, su protagonista, Luis Tosar, está sentado sobre una bomba de relojería. Literalmente. No es mala metáfora para un actor acostumbrado a crear con sus papeles, ya sea de presidiario con un código ético más que particular ('Malamadre', en 'Celda 211), de portero obsesivo (César en 'Mientras duermes') o de celoso compulsivo y maltratador ( Antonio, en 'Te doy mis ojos') tal tensión en el espectador que el papel parecía hecho a la medida. Aunque en esta ocasión se meta en la piel de un banquero chantajeado por un afectado de las preferentes que amenaza con matarlo a él y a sus dos hijos si no cumple más que imposibles exigencias. Nunca imaginó este gallego (de Lugo, de 1971), aficionado al rock, que una carrera que empezó a finales de los noventa en la serie de televisión 'Mareas vivas' en su tierra de origen le llevaría tan lejos. Si se cuentan solo las películas en las que ha participado desde entonces se podría decir de él lo mismo que decían de Pilar Bardem en las épocas duras de la profesión: Si Pilar no tiene trabajo, es que realmente no hay trabajo.

Pero, claro, la cantidad importa pero en sus justas dosis. Lo importante es que Tosar ha estado en muchos de los títulos más significativos de nuestro cine reciente. Y la nómina de directores con los que ha trabajado incluye nombres míticos de nuestra cinematografía (Vicente Aranda, Borau), valores indiscutibles (Gutiérrez Aragón, Icíar Bollaín, León de Aranoa, Díaz Yanes, Álex de la Iglesia...) y realizadores con los que ha crecido en paralelo (Jaume Balagueró, Daniel Monzón) y ahora el debutante Dani de la Torre con el que parece haber conectado a la perfección. No falta en su filmografía un nombre mítico del cine independiente americano como Jim Jarmush, con quien trabajó en 'The limits of control' junto a Tilda Swinton. Aunque no parece de los que se mueren por llegar a metas hollywoodienses. Más bien y a pesar de la energía y el nervio que despliega en sus papales de tipo duro, en la vida 'real' se ve mejor en el traje de alguien tranquilo al que le gusta hacer las cosas con calma, concienzudamente, y que no lleva muy bien el asunto de la fama.

Pero cómo esconder un físico tan potente, que le hace parecer más alto de lo que es en realidad, con rasgos distintivos (esas cejas pobladas y negras que son como una rúbrica) y una voz que es un tanto por ciento importante de su atractivo. El mismo que encandiló a Marta Etura, con la que compartió cartel en la importante para ambos 'Celda 211' (además de en 'La vida que te espera' y 'Mientras duermes') y con la que mantuvo una relación que duró nueve años.

Al final, la naturaleza imita al arte y Tosar, al que no se le conocen más relaciones por ese especial pudor en mantener su intimidad, estrenó paternidad (con la actriz chilena María Luisa Mayol, con la que salía desde hacía un año) justo después de encarnar al padre al borde del desquicie pero que tiene que mantener el tipo porque la vida de sus hijos depende de un hilo. Tosar sale airoso del reto. Mantiene el difícil equilibrio en un papel exigente de esos que se le pueden ir de las manos al más profesional. Quizá no sea el mejor de su carrera. Y además tiene un importante rival este año en la persona de Ricardo Darín. Pero si el seis de febrero se va a casa sin el cuarto cabezón, seguro que se lo toma con filosofía. Quizá coja la armónica (esa que saca en los conciertos con su grupo Di Elas) y le cante una nana a León, su recién nacido. Y a esperar el estreno de todos los trabajos que tiene por mostrar: desde la última de Calparsoro, 'Cien años de perdón' a 'Plan de fuga' de Iñaki Dorronsoro pasando por 'Toro', de Kike Maíllo, en la que comparte cartel con Mario Casas. Lo dicho, un no parar.

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