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Savoy dispara con sus dedos.
Por un puñado de silbidos

Por un puñado de silbidos

Un libro autobiográfico y el rodaje de documental sobre la vida del músico Kurt ‘Curro’ Savoy reflejan la historia del que está considerado, cinematográficamente, como ‘el rey del silbido’

Alberto Ferreras

Domingo, 4 de diciembre 2016, 01:07

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Ha pasado medio siglo desde que el niño Francisco Rodríguez (Jaén, 1948) se convirtiera en Kurt Curro Savoy, el silbido más famoso de las películas del lejano oeste. Gracias a esa habilidad de silbar, y a ser uno de los pioneros del rock español, el mismísimo Elvis Presley le invitó por carta a viajar a Estados Unidos, porque quería conocer en persona a ese muchacho de 19 años del que había escuchado sus canciones. Desde aquellas primeras andanzas que le llevaron a fotografiarse con Antonio Machín, Paul Anka, Antonio Molina, y un larguísimo etcétera, el músico ha seguido en activo tras haber realizado más cien películas y un número similar de anuncios publicitarios que le han otorgado reconocimiento a nivel mundial.

En el año 62 comenzó a interpretar los temas de películas como 'La muerte tenía un precio' o 'El bueno, el feo y el malo', algunos westerns más recordados del director italiano Sergio Leone. Pero la historia de Curro Savoy se remonta a unos pocos años atrás. Fui a un concurso de radio. Era año 58, recuerda Kurt. Quería ayudar a mi madre a salir del apuro económico que se encontraba en casa. En una radio que ella tenía escuché que daban 20 duros y un bote de Cola-Cao al ganador. Y le dije a mi primo Cristóbal, que tocaba la guitarra: ¿tú me enseñas algún acorde para tocar algo de Elvis Presley? Me aprendí cuatro acordes y durante aquella actuación se me ocurrió silbar y eso llamó mucho la atención, y gané. Aquello me dio alas. Fui de una emisora a otra. Luego llegaron las famosas Cabalgatas de fin de semana que presentaba Boby Deglané, y me cogió cariño. Hice más de cuarenta. Ahí nació artísticamente Kurt Savoy. Un día, comiendo con Manolo Escobar, mi mujer me llamó Curro. Manolo se enfadó cariñosamente- y le dijo : es Kurt, nada de Curro. Y desde entonces, soy Kurt para el gran público, remarca el artista.

Cuando se le pregunta si quiere ser recordado como un pionero del rock o como el rey del silbido, Kurt Savoy prefiere no elegir. Estoy cómodo de la dos formas. Yo he disfrutado mucho con el rock, incluso pasando calamidades con la furgoneta en la que viajábamos de un sitio a otro buscando oportunidades. Y no puedo olvidar el festival que hemos hecho el pasado noviembre aquí en Madrid con grupos de aquella época, pero yo ahora voy con esta guitarra y hago jazz, country-folk, otro tipo de música, voy dejando el rock de lado. Pero fíjate, en ese festival en el que participé con los Pioneros Madrileños del Pop, hice un rock y yo no sé ni cómo me salió. Me volví loco tocando al guitarra. Fue emocionante. No podré olvidar eso, cuenta el músico no sin cierta emoción en sus ojos.

El libro Paquito el travieso, escrito por Manuel Macia i Vila, relata las peripecias de un joven Curro que se inició contra viento y marea en el mundo de la música. En él hay sobre todo vivencias y confidencias, algunas parece que comprometidas. En el libro hay cosas, demasiadas, que no he contado nunca, reflexiona serio el músico. No quiero que lo lea mi mujer. Cuento que tengo una aventura de amor terrible. Y siempre le dije a mi mujer que no había existido. Le dejé el libro y se lo he vuelto a quitar. Prefiero que no lo lea. Pero hay muchas cosas más. Mira la portada del libro. Yo tenía que llevar a mi casa dinero. En la foto que aparece estoy vendiendo caramelos dentro del Banco de España, en el Instituto de Moneda Extranjera, cuenta mientras señala la imagen de portada.

Kurt Savoy reside en Francia desde hace varias décadas. No elegí vivir en Francia porque mi mujer sea francesa, se apresura a matizar. Fue porque a mis hijos no les daban un año de vida a cada uno. Tenían una enfermedad muy grave. A mi hija la operaron aquí, pero al niño, que estaba más grave, le operaron en Montpellier porque mi suegra conocía allí a doctores muy buenos. Y comenzamos a vivir, en Nimes, pero en esa ciudad no había vida, y nos fuimos a París en un Seat 600 con mi amigo Ortuño. Allí empecé a salir en las televisiones, y cumplí un sueño que no creía que me iba a suceder nunca: actuar en el Olympia.

Savoy es un hombre menudo, gesticulante, siempre sonriente debajo de su gorra y de una energía vital inmensa. No puedo evitarlo. Sale de dentro de mi. Verás: fumé de los 14 a los 18 años por una chica de la que estaba enamorado. Vivía en la calle Escalinata, cerca de la Plaza de la Ópera. Y lo dejé todo por mi mujer. No le gustaba el olor al tabaco. No fumo, no bebo, y llevo una vida normal. Creo que es el secreto. He hecho kárate y me considero bastante deportista, por eso me conservo bien de salud. Precisamente su condición física es la que le está permitiendo viajar a los principales lugares de su biografía. El director argentino Laureano Clavero está filmando una película sobre mi vida, cuenta Savoy. Se estrenará el próximo octubre o noviembre de 2017. Voy a contar todas las vicisitudes, todo lo que he pasado, mi vida artística. Voy a ir a mi barrio. Ya se han rodado seis o siete secuencias en Madrid, Barcelona, y ya han rodado a varios personajes, entre ellos a Joan Manuel Serrat. La película es la historia de mi vida.

En breve comenzará una gira musical que partirá de Jaén, su ciudad natal, y recorrerá algunos de los principales teatros españoles. En esta ocasión, a sus silbidos les acompañará una orquesta sinfónica, aunque una parte del espectáculo se la quiere dedicar al rock, con los músicos habituales de sus conciertos. Sin embargo uno de su sueños sería poder ofrecer su música en el Teatro Real. Eso sería maravilloso. Sería el colmo... Presentarme en Madrid, con la orquesta... Aunque yo todo lo que he soñado lo he cumplido. Es increíble. Debo tener un ángel. ¡Es que tengo suerte!. Me considero un hombre muy afortunado, tengo mis amigos, mi familia, mis nietecitos. Ahora mismo estoy en volandas.

Y termina sus recuerdos sonriendo y silbando, tal y como comenzó hace solo 58 años...

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