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Miguel López, Jesús Hurtado, Antonio Velasco y Manuel Arjona, 'djs' de las noches granadinas.
Reyes de la noche

Reyes de la noche

Discjockeys recuerdan las grandes noches de fiesta de la Granada de los 80. Salas como Granada 10 o el Cadí afianzaron la tradición de la noche granadina y generaron una 'movida' musical que alimentó a míticas bandas de la ciudad

Pablo Rodríguez

Domingo, 17 de abril 2016, 01:39

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Los 80 fueron unos años locos. Lo de las hombreras, que parece que han vuelto ahora, fue lo de menos. Lo tremendo fue el despiporre, el descubrimiento de que la vida puede ser fiera pero también fiesta, que había un mundo desconocido llamando a las puertas del país. La música era canal para todos los cambios. En Madrid, la 'movida' encauzó esta 'revolución' social a la vez que paría grupos de éxito y creadores artísticos en prácticamente todos los campos. Pero la revolución se vivió también más allá de la capital.

Granada tuvo su propia 'movida'. Surgida en los 80, la 'revolución' cambió el panorama de ocio de la ciudad y terminó de empujar la cultura musical que se presentía ya décadas atrás. Como contara Alfonso López Gómez, en los 60 la noche granadina era un batiburrillo golfo en el que barras de hoteles y cabarets -como el del Rey Chico o La Ruta del Sol- se entremezclaban con aventuras, casi de película, en hostales y con las juergas flamencas, que tenían en las zambras su lugar. Era una noche diferente, impúdica pero oculta, aceptada por el régimen pero no publicitada ni aplaudida.

El cambio, especialmente a comienzos de los 70, se percibió con la entrada en funcionamiento de las primeras discotecas. Una de ellas, El Cadí, se alzó como la más preeminente. Situada junto al Hotel Luz Palacio, arrasó tras su apertura. Cuentan que las colas eran habituales y que su pista de baile fue uno de los escenarios en los que los granadinos se encontraron con el rock&roll, el pop extranjero y nacional y la protoelectrónica, aún sin desarrollar.

El éxito de público provocó la apertura de otras salas, muy pocas, entre las que destacaba la Séneca. Esta, abierta por Agustín de los Ángeles, concitó también la atención de muchos jóvenes de la época. Allí bailaban los grandes éxitos nacionales e internacionales y entraban en contacto con grandes personajes de la ciudad, que se movían con familiaridad por la casa.

Pero la verdadera revolución se vivió con la llegada de los 80. Una remodelación de El Cadí, la gran referencia granadina que había estado decayendo, y la transformación en la forma de entender la música la pusieron nuevamente en el candelero. Jesús Hurtado, uno de los djs de la época, recuerda cómo se gestó todo. «Había muy pocas discotecas en Granada y en los 80 empezaron a abrir de nuevo. El Cadí se transformó, abrió la Croquis donde antes estaba la antigua Séneca y después fueron llegaron otras salas como la Fleming, que estaba frente por frente a Medicina, y Granada 10, que hoy es la Boom Boom Room».

Las pistas de baile dieron un salto y cambió tanto la música como los términos empleados. Del guateque se pasó a la discoteca, del pinchadisco al deesjockey y términos como remix se hicieron populares entre la chavalería que se asomó a aquellas salas de noche. ¿Y quiénes eran? «Principalmente jóvenes. Que Granada fuera una ciudad eminentemente universitaria entonces ayudaba a que tuviera una cultura de ocio y música muy potente», cuenta Hurtado.

Una noche cualquiera

Las salidas comenzaban en el Pedro Antonio más cercano a la actual Plaza Einstein. Ahí abrían sus puertas locales como Caifás, Thor, Picasso o Danubio, baretos en los que se entremezclaban todos al calor de la música en directo y copas a precios asequibles. Eran lugares en los que conocerse, tantear posibilidades, hablar de lo mundano y lo ajeno. Luego llegaba el desenfreno. La masa se desplazaba desde Pedro Antonio a las discotecas, donde djs se encargaban de amenizar lo que quedaba de noche con música que ellos mismos se encargaban de descubrir e investigar.

Jesús Hurtado, entonces conocido como DJ Hurtado, era uno de los grandes nombres de la 'movida' granadina. Era DJ y pinchó en muchos de las discotecas de la ciudad, con especial predilección por El Cadí. Esta labor la compaginaba con su programa en Onda Nueva, la que hoy es la Cope, donde presentaba música disco todos los días y los viernes mezclaba en directo.

«Me encargaba de ir a las tiendas de disco a buscar novedades. Las escuchaba y luego ponía aquello que consideraba que tenía valor. La gente era muy fiel al programa. Lo grababan con cintas que después se movían», cuenta. El éxito fue tal que estuvo nominado al premio Ondas en el 84, un galardón del que lo separó la irrupción de un gigante como 'Gomaespuma'.

Aquel trabajo de investigación musical daba sus frutos de noche. Los fines de semana, Jesús Hurtado descubría a los granadinos que llenaban las pistas de El Cadí o la Croquis todo un abanico de música que transitaba prácticamente todos los géneros. «Lo que usaba era el vinilo. No había, como he visto ahora, 'cedés' u ordenadores. Además teníamos que buscar discos. Compraba las revistas inglesas y tomar referencias de lo que sonaban en listas funkys, listas disco. Así que iba con el paquete de discos siempre, lo que luego llevaba a la discoteca», desgrana. Ese esfuerzo se traducía en un seguimiento a estilos como la música disco, funky, rock o pop, nacional e internacional. La 'movida' derribó las fronteras. «Vivimos un boom de muchos sonidos, igual mezclabas Bob Marley o Dire Straits o Supertramp o Pink Floyd. La salida de esos discos era todo un acontecimiento», recuerda.

Otro de los nombres de la época fue Antonio Velasco. Su mesa de mezcla provocó el delirio en salas como Granada 10, Percusión, Croquis o el Cadí. «En esa época hacíamos sonar mucha música disco y funky, pero también había espacio para gente nacional que estaba haciendo buenos temas como El Último de la Fila o Alaska», cuenta.

Radiografía

El trabajo sobre los platos permitía a los 'discjockeys' tener un fantástico observatorio de lo que ocurría en la pista. Hoy, con el paso de los años, recuerdan perfectamente lo que vieron desde las alturas de El Cadí o Granada 10. «La gente se arreglaba, iba a bailar, a tomar copas, todo con un rollo muy diferente al de ahora. Fuimos una generación que bailó muy buena música», recuerda Jesús Hurtado.

Antonio Velasco, que en aquellos tiempos pinchaba con el nombre de DJ Loret, insiste en que era un ambiente muy bueno y que ya entonces se dividía por gustos y edades. «Había gente más madura en Granada 10, aunque en Queen por la tarde había gente más joven. Dependía de la hora. En Percusión había estudiantes hasta las doce y después más mayores. Todo se dividía en dos ambientes, pero siempre con prevalencia de los jóvenes universitarios», cuenta.

Aquel tiempo se esfumó a finales de los 80 y principios de los 90. Fue una transformación masiva. El oficio cambió por completo con la masificación de la fiesta. Se creó la figura del DJ residente, algo que fomentó la creación de material en la zona de Ibiza pero que en Granada no fue posible de manera generalizada. La filosofía de trabajo también cambió. «El DJ hoy no levanta cabeza y antes hacíamos bailar a la gente, éramos artistas porque mezclar sonidos tan diferentes era complejo con los platos», dice Hurtado. La tecnología dio un salto también. «Ahora todo es por ordenador, no es como a la antigua usanza. Creo que hay que estar en lo nuevo, pero pinchar con vinilo ya no lo hace casi nadie. Aquí lo pones todo con un botón de Virtual Dj y fuera», continúa.

Además de esto, la legislación desarrollada en los últimos años ha transformado la experiencia de 'discjockey'. La prohibición de fumar en espacios cerrados ha 'limpiado' la atmósfera de la discoteca. «En aquel tiempo nos tragábamos todo el humo de la gente, acabábamos con los ojos color calabaza y un pestazo a tabaco... Eso se nota ahora, la transparencia», dice Hurtado.

La 'movida' se perdió pero dejó un legado que hoy en día se sigue percibiendo en la ciudad. Hay quien cree que en aquellas noches está el sustrato fundamental del que bebe la pasión de los granadinos por la música, una pasión que ha estado en la génesis de grupos míticos de la historia del pop, el punk y el rock. «Aquello fue una revolución e hizo que la gente oyera más música y tuviera una cultura mucho mayor», explica Antonio Velasco. Hurtado coincide con él. «Si Granada petó mucho con música como 091 y La Guardia fue porque hubo unos 'djs' que procuramos poner lo mejor de lo mejor de la música del momento». Lo dicen ellos, que reinaron en la noche granadina.

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