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Un cuadro representa a Lenin durante la revolución.
«Los rusos no quieren una tercera revolución en cien años»

«Los rusos no quieren una tercera revolución en cien años»

Mira Milosevich indaga en 'Breve historia de la Revolución Rusa' en las causas y consecuencias de la llegada de los comunistas al poder

Álvaro Soto

Martes, 28 de febrero 2017, 00:11

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Estudiada en muchas ocasiones como un acontecimiento aislado, la Revolución Rusa fue a la vez hija de su tiempo y punto de partida de un nuevo mundo. En el centenario del golpe que llevó al comunismo al poder, la investigadora principal del Real Instituto Elcano Mila Milosevich publica 'Breve historia de la Revolución Rusa' (Galaxia Gutenberg), un análisis de las causas y las consecuencias de aquel momento histórico.

Ideológicamente, la Revolución Rusa resulta apasionante. Primero, porque le da la vuelta al propio concepto de revolución, que implica espontaneidad. «Esta es la única revolución de la que se habla desde 50 años antes», cuenta Milosevich. Pero también «porque contradice a Marx, que aunque al final de su vida cambió de opinión, antes pensaba que un acontecimiento así solo podía tener lugar en un país industrializado como Alemania y no en uno de campesinos, como Rusia».

Y eso que, primigeniamente, la autora concede a la Revolución Rusa un «deseo genuino de cambiar de régimen y crear un Estado en el que no haga falta siquiera que exista una Policía porque todos los ciudadanos estarían dispuestos a colaborar en el bien común». Eso sí, el estallido de la Guerra Civil acabó con cualquier tipo de «idealismo» e hizo que los dirigentes descubrieran que solo se podían mantener al frente del país con la violencia.

Una vez en el poder, y tras la cruenta Guerra Civil, «ganada por Troski, que se da cuenta de que necesita profesionales», los comunistas tienen que asentarse, y lo hacen instalando un régimen de terror. «En realidad, lo que hizo Stalin fue seguir a Lenin, que fue el primero en utilizar el terror como coacción y que fue quien creó la checa y los gulags», explica la investigadora. En cualquier caso, Stalin, «el ser más nefasto de la Historia», fue un experto en el uso del terror de dos maneras diferentes: «Para eliminar a los enemigos y como medio disuasorio ante todos los que en un momento dado pudieran aspirar a sustituirle en el poder».

Lo que viene después es el intento «mesiánico» del régimen comunista de crear un 'homo sovieticus' que debía ser una evolución del ser humano, más culta y generosa, y que sin embargo, deriva en la generación de «un nuevo hombre privado de atributos individuales y obediente al régimen de un partido único».

«Los rusos no quieren una tercera revolución en cien años. Por eso aman a Putin», sostiene Milosevich, que encuentra en el pasado las causas del fervor que causa el presidente entre sus ciudadanos. «Como por razones de extensión el país no ha podido crear instituciones fuertes, siempre se ha entregado a partidos fuertes, como el Partido Comunista, o sobre todo, a personalidades fuertes, como los zares, Lenin, Stalin o ahora Putin». Todo ello lleva a la investigadora a una conclusión «deprimente»: «Si Rusia se democratiza, se va a desintegrar».

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